La Bicicleta, El Pintón, La Acequia... Los mejores patios para tu hora del recreo
Son los jardines de Epicuro de la gastronomía, lugares donde se cultiva el refinamiento, el buen hacer y el gusto por la vegetación. Esas cosas que tienen los edenes
Donde nos llevó la imaginación es también uno de estos patios en los que se despliega una jugosa oferta gastronómica mientras se disfruta de la bendita intemperie y se cae en la cuenta de lo maravillosamente bien que se está entre lo verde. Nos vamos a estos lugares con mucho encanto que celosamente custodian estos restaurantes. Aquí es más fácil ser más feliz.
La Bicicleta
Podríamos ir solo por el nombre, por lo que evoca, por lo que significa, pero es que este pequeño restaurante, alojado en una casona del siglo XVIII, está en esa cornisa cantábrica que tanto nos tienta, en Hoznayo, municipio de Entrambasguas (Cantabria). Así que La Bicicleta es un lugar bucólico con el que soñar desde la oficina o al que ir a parar antes o después de pisar la arena de las playas de Somo o de Laredo. El sueño también de dos jóvenes emprendedores, Cristina Cruz y Eduardo Quintana.
Y no hemos hablado todavía de su mesa, donde van a parar los mejores productos de la zona, ecológicos y de pequeños productores, que engordan la cocina vasca y cántabra, que aquí está a la vista. Hay tres menús degustación: corto, medio y largo, por 35, 45 y 65 euros, sin incluir bebida. La carta de vinos es viajera, con referencias de la Alpujarra granadina, el Ampurdán, Cuenca y las regiones francesas de Ródano, Alsacia y Auvergne.
Pídete: setas de verano acompañadas de huevo a baja temperatura, burrata de queso Idiazábal, anchoas del Cantábrico en pan brioche, rodaballo que elaboran a la plancha con un jugo de sus espinas, o un pichón de Bresse con bizcocho de remolacha y cacao. Para coronar, babá al ron con fresas de Galizano con helado de leche de oveja.
Dónde: La Plaza, 12. Hoznayo (Cantabria).
El Principal del Eixample
No es un ático con esplendorosas vistas y piscina con hamacas y aire 'chill out', telón de fondo de nuestros últimos veranos, sino una terraza interior que habla ya algo del otoño y que da cuenta de la arquitectura típica del Eixample barcelonés, con sillas de mimbre y muy arbolada, donde gozar de la cocina de mercado catalana y mediterránea con toques contemporáneos tanto a la hora de comer como a la de cenar. Aquí se ensalza el producto local y de temporada.
Pídete: ensalada de tomate de jardín, albahaca y espuma de aceituna verde, milhojas de patata, huevo poché y trufa de verano o canelones de cigalas, salsa coral y bechamel. Entre los pescados, bogavante y garbanzos en suquet; y entre las carnes, espalda de cabrito al horno a la manera tradicional. Como postre, granizado de pomelo con esponjoso de yogur.
Dónde: Provença 286-288. Barcelona.
El Patio del Fisgón
Este patio del barrio de Salamanca en Madrid, que tiene su extensión en el de Chamberí, es uno de esos lugares pintorescos que siempre encuentran los radares que tienen los buscadores de lo bello. Y es porque derrocha la alegría del jardín, frondoso como es, y juega con las luces a ser un poco París y un poco Marrakech. Vale tanto para verano como para invierno. La comida es de mercado. Y como estamos en periodo posvacacional, no hay que perder de vista el muy recomendable menú depurativo (9,90 euros).
Pídete: milhojas de berenjena y queso de cabra, palitos de pollo con salsa Fisgón, revuelto de trufa negra y emmental, rollitos artesanos de pato, solomillo de ternera o chipirones encebollados con humus. De guinda, tarta fina de manzana o una 'mousse' de chocolate con toque de sal.
Dónde: C/ Don Ramón de la Cruz, 26 y Plaza de Chamberí, 2. Madrid.
El Pintón
Es verdad que pinta y mucho este patio que no es andaluz en el corazón de Andalucía, en Sevilla, donde hay tanto que ver y hacer y con tanto duende, concretamente al ladito de la Giralda, en el local que ocuparon los almacenes Peyre, obra del arquitecto sevillano Aníbal González, el mismo de la plaza de España de esta ciudad (estamos hablando de 1790), ahora remodelado por el estudio de arquitectura madrileño Lucas y Hernández-Gil, que ha rescatado las texturas originales para sumarlas a esta apuesta por el eclecticismo. En El Pintón hay arcos de ladrillo visto y vigas de madera en el techo, farolillos, sillas de hierro verde, mesas de caoba y un olivo en el centro. Peca de romántico.
Pídete: huevo con tempura con parmentier trufada, tartar de atún rojo, gyozas de pollo y verduras con salsa de ponzu, que es lo que se lleva ahora.
Dónde: C/ Francos, 2. Sevilla.
Gran Patio La Acequia
Es uno de los ases que se guarda en la manga el hotel Vincci Albayzín, tan cerca de la Alhambra y con los inevitables toques exóticos, árabes para ser más exactos. Comerás con sonido de una fuente de fondo y serás protagonista, decorado manda, de una velada inolvidable. Los patios, hay que admitirlo, son muy románticos, mucho más allá de San Valentín.
Pídete: ensalada de brotes tiernos con trozos de mango, colas de langostinos y vinagreta de anacardos en sombrero crujiente de pasta 'brick' para abrir boca. Arroz caldoso de carabineros para seguir. Trancha de bacalao confitado con cama de pisto y alioli de manzana, si eres de mar. Cochinillo deshuesado cocinado a baja temperatura con compota de frutas a la canela, si lo tuyo es la tierra. Y de postre, 'carpaccio' de piña natural en almíbar de naranja con sorbete de mandarina y almendra tostada.
Dónde: Hotel Vincci Albayzín. Carrera del Genil, 48. Granada.
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Donde nos llevó la imaginación es también uno de estos patios en los que se despliega una jugosa oferta gastronómica mientras se disfruta de la bendita intemperie y se cae en la cuenta de lo maravillosamente bien que se está entre lo verde. Nos vamos a estos lugares con mucho encanto que celosamente custodian estos restaurantes. Aquí es más fácil ser más feliz.
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