No solo vino: todas las razones para viajar a la Rioja Alavesa
Aquí Baco tiene mucho que decir, pero también los prodigios arquitectónicos de Gehry y el Viura, que maridan con los recovecos medievales de Laguardia y Elciego como el mejor vino
Decimos no solo vino, pero la verdad es que habría que añadir un pero casi. La Rioja Alavesa es por y para el fruto de la vid, aunque hay mucho más que bodegas, campos infinitos de vides y paseos en globo por las tierras que nos dan tan bien de beber. Ahí están los bellos cascos históricos de Laguardia y Elciego, la majestuosa sierra de Cantabria de telón de fondo y esa arquitectura de vanguardia que ha puesto modernidad a tanta tradición. Llegando del interior y antes de salir al mar por el norte, este es un lugar donde hacer parada y desde luego fonda.
Laguardia, el mejor lugar para hacer eses
Y no precisamente porque hayamos empinado el codo de más, aunque la ocasión bien lo merece, sino porque estamos dispuestos a seguir al pie de la letra el trazado medieval de la villa, pisando no las uvas, sino las bodegas, que la recorren por debajo; a viajar en el tiempo, a situarnos ante el pórtico policromado de la iglesia de Santa María de los Reyes –joya del arte vasco– y subirnos a la atalaya de El Collado buscando siempre las mejores vistas.
Una de fantasía: la Chabola de la Hechicera
Estas cuatro piedras, en realidad nueve, te llevarán hasta tiempos remotos. Una 'casita' en el campo con vistas al pueblo de Elvillar que pondrá en marcha tu fantasía. Que sepas que es uno de los dólmenes más relevantes de Euskadi, tierra mágica de por sí, y que fue descubierto en 1935 junto a restos humanos, hachas y trozos de cerámica. Por agosto, se celebra aquí un aquelarre; cómo no. Está en la carretera que une Laguardia con esta localidad.
Elciego, casas blasonadas y Frank Gehry
Lo bueno de Elciego, además del nombre, que suena a leyenda y a borrachera (admitámoslo), es que logra esa fusión con la que tanto sueñan los chefs: un recoleto casco histórico de pintorescas callejuelas, palacios, casas blasonadas y edificios religiosos señeros –ahí está la ermita de la Virgen de la Plaza– con los delirios arquitectónicos de Frank Gehry, que dotó a esta villa de su propio Guggenheim, el hotel de lujo Marqués de Riscal, y otros. A Elciego lo tenemos entre la sierra de Cantabria y el Ebro, viviendo igualmente como un rey de su esplendor vitivinícola.
El enobus: si bebes, no conduzcas
Está todo pensado para que puedas entregarte en cuerpo y alma al fruto de Baco. El Enobus te hará una ruta por esta comarca sin que tengas que preocuparte si te emocionas de más con los tintos de alguna cata. Este bus turístico, con un guía que te pondrá al corriente de todo, tiene salidas desde Eibar (a las 7:55 h), Bilbao (8 h), Bergara (8:10), Mondragón (8:25), Vitoria (9 h), Labastida (9:45) o el mismo Laguardia (10:30). Enrólate y déjate llevar.
Viñedos, almendros… y lagunas
Hasta cuatro humedales, conectados por senderos señalizados (piénsate lo de hacer una excursión), se cuentan en el paraje de las Lagunas de Laguardia, entre viñedos, almendros y matorral mediterráneo. Eso quiere decir que podremos hacer no solo enoturismo, sino también turismo ornitológico, o sea, birding, y contemplar a fochas, azulones, somormujos, aguiluchos laguneros e incluso garzas reales e imperiales en sus carrizales.
Un menú literario a la salud de Lope de Vega
Como ya va siendo hora de entrar en materia, hagámoslo de la mano de la bodega Solar de Samaniego de Laguardia, que pone sobre la mesa un menú literario de degustación dentro de su plan mayúsculo Beber entre Líneas, marca de la casa, y que esta vez es en homenaje a Lope de Vega. Dicho menú, solo para cofrades (para hacerse de esta sociedad enoliteraria basta con hacer una compra 'online' o en la propia bodega), consta de entrante, ensalada templada de torreznos y tomates secos, guiso de alubias pochas y setas de temporada, atún rojo a la plancha con trigueros y romescu, estofado meloso de ternera con crema de castañas y canela, y helado de lías de vino con 'brownie' de chocolate y compota de frutos rojos para rematar dulcemente la faena.
Todo maridado con los vinos crianza de la finca y acompañado de pan de masa madre con harina ecológica. Y a brindar por el Fénix de los Ingenios, a quien debemos lo que sigue: “El vino, mientras más se envejece, más calor tiene; al contrario de nuestra naturaleza, que mientras más vive, más se va enfriando” (La Dorotea, 1632). Después le tocará el turno a Stevenson (“El vino es poesía embotellada”, dejó escrito). Son los escritores que protagonizan las botellas de la colección 7 Cepas.
Tres hoteles con mucho arte
1. Marqués de Riscal, The Luxury Collection
No es solo que lleve la firma del afamado arquitecto canadiense, Frank Gehry, que nos dio el Guggenheim y le volvió a poner las alas a Bilbao, sino porque junta en un mismo lugar (Elciego) diseño, arte, gastronomía, vino y paisaje excepcional, concretamente en la llamada, eso sí, Ciudad del Vino. El hotel Marqués de Riscal tiene las paredes inclinadas, los techos altísimos y las ventanas en zigzag. Te parecerá que estás alojado dentro de una obra de arte y no te faltará razón. Solo tienes que mirar a tu alrededor. Precio: habitación Grand Deluxe, desde 300 euros. Suite Gehry, desde 650 euros.
2. Viura
Si el delirio hotelero de Gehry puso a Elciego en el mapa del diseño más vanguardista, Designhouses y la arquitecta Beatriz Pérez Echazarreta han hecho lo propio con Villabuena de Álava al hacer del Viura un emblema de nuestra modernidad. Y encima apuesta por el desarrollo sostenible entre viñas. Toda una experiencia dormir aquí, en estos módulos que hacen girar la rueda del cubismo y que no dejan un respiro ni al lujo ni al diseño. Está entre Laguardia y Elciego, más hacia al oeste. Precio: desde 112 euros.
3. Villa de Laguardia Sercotel
Si no fuera por su modernísimo Wine Oil Spa, ahora estaríamos hablando de su estilo provenzal, pero ese circuito termal presidido por un olivo con más de mil metros cuadrados se lleva la palma. Será por su cúpula semiesférica, su sistema de cromoterapia nocturno, su pediluvio, su piscina curva, sus masajes con uvas heladas, sus exfoliaciones con pepitas de uva o sus baños con vino en una gran tina mientras se degusta un caldo del lugar. El hotel cuenta con 84 habitaciones y un alabado restaurante, donde dar cuenta de la gastronomía local, el Medoc Alavés. Precio: desde 67 euros.
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Decimos no solo vino, pero la verdad es que habría que añadir un pero casi. La Rioja Alavesa es por y para el fruto de la vid, aunque hay mucho más que bodegas, campos infinitos de vides y paseos en globo por las tierras que nos dan tan bien de beber. Ahí están los bellos cascos históricos de Laguardia y Elciego, la majestuosa sierra de Cantabria de telón de fondo y esa arquitectura de vanguardia que ha puesto modernidad a tanta tradición. Llegando del interior y antes de salir al mar por el norte, este es un lugar donde hacer parada y desde luego fonda.