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Hygge, el secreto que tienen los daneses para ser felices
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Hygge, el secreto que tienen los daneses para ser felices

El investigador de la felicidad Meik Wiking desvela en su libro las claves de ese vocablo que ha llevado a Dinamarca a estar considerado como el país más feliz del mundo en 2016

Foto: El manual del perfecto 'hygge' conlleva amigos y lugares con luces cálidas como en La Halle Vinbar (René Roslev/Copenhague Media Center)
El manual del perfecto 'hygge' conlleva amigos y lugares con luces cálidas como en La Halle Vinbar (René Roslev/Copenhague Media Center)

Resulta aparentemente inexplicable: con inviernos dignos de 'Juego de tronos', pocas horas de luz al día en verano, tibias temperaturas que no pasan los 25 grados y un 46% de impuestos –entre los más altos de Europa–, Dinamarca es el país más feliz del mundo. Estadísticamente demostrado en el World Happiness Report 2016, que mide el ranking de felicidad de 156 países.

¿Qué les pasa a los daneses? ¿Está en sus genes el secreto de la felicidad? ¿Se conforman más que el resto de los mortales con lo que tienen y por eso son más felices? La clave es mucho más sencilla que todo eso: tienen simplemente 'hygge' (pronunciado 'jugga'), para el que no existe traducción al castellano, pero sería una mezcla emocional entre 'cuqui, morriñento y apapacho'. El 'hygge' resume más de dos siglos de culto al hedonismo escandinavo, las luces cálidas, los jerséis y calcetines calientes después de una tormenta y toneladas de azúcar con amigos que luego bajan circulando en bici entre parques. Sería algo así como acurrucarse con buena compañía debajo de un nórdico para ver una película en pijama de franela. Y rodeados de velas, muchas velas.

El mito del estado de bienestar

Eureka. Se supone que ya podemos ser tan felices como los daneses. Pero cuando se profundiza sobre esa alegría nórdica, Wiking admite que tiene mucho que ver con la confianza de la población danesa en su auténtico estado de bienestar –lo que explica que paguen altos impuestos sin pestañear–, la verdadera conciliación laboral que permite a los padres estar con sus hijos desde las cinco de la tarde, un tipo de enseñanza no basada en exámenes constantes, sino conocimientos relacionados con valores morales y respeto a la naturaleza, sueldos altos, largas vacaciones pagadas, igualdad social... Es decir, están a años luz de países como el nuestro.

Partiendo de la premisa de que no nos va a servir poner 20 velas en un piso de 30 metros cuadrados en una ciudad donde se sobrevive con sueldos de los años 50 mientras se rescatan bancos..., Wiking tiene algunas claves más sencillas de recrear y fingir durante un rato que nuestra vida también tiene 'hygge'.

“Lo más interesante que hemos observado en el Instituto de la Investigación sobre la Felicidad es que esa sensación depende de componentes políticos y de comportamiento. Si no se puede cambiar el entorno, todo depende de la actitud. Y eso implica buscar la felicidad en las pequeñas cosas, por insignificantes que sean. Nos puede hacer feliz ver llover por la ventana mientras tomamos chocolate caliente junto a una chimenea. Los daneses, con tan pocas horas de sol, hemos creado una cultura de la luz cálida en el interior de los hogares y las cafeterías. Tienen que ser luces de baja temperatura, suaves, porque se trata de crear una atmósfera y un ambiente”, asegura el investigador.

En su libro también desvela alguno de los secretos mejor guardados de Dinamarca: sus deliciosas recetas, –que allí los grupos de amigos elaboran en tardes de gastronomía casera– y su pasión por el café, que da lugar incluso a la palabra compuesta 'kaffehygge'. Como se puede intuir... equivale a un café caliente, reconfortante y cuqui. Otras delicias con 'hygge' son el 'gløgg' (vino caliente aromático), el 'snobrød' (pan horneado al fuego) o el 'skibberlabskovs' (estofado de ternera con cebollino y pimienta), que tienen en común llevar mucho más tiempo de elaboración que la lata de fabada en el microondas, pero no más que un guiso de abuela.

¿Tarde de mermeladas y conservas caseras? Es un momento muy 'hyggelige'. ¿Jugar a la petanca o encender una hoguera en la playa con tus amigos? También. Aunque el planteamiento podría parecer un programa de los 'boy scouts', lo cierto es que quizás en España llevemos haciendo cosas con 'hygge' desde el inicio de los tiempos, pero con sol. Las paellas y barbacoas al aire libre con amigos, la sobremesa de horas conversando, familias en torno a una sombrilla en la playa con un bocadillo, el pacharán y la partida de mus, las tardes de libro o película y manta, los conciertos y cine al aire libre... Quizás no seamos los más felices del mundo, pero, según los maestros daneses, tenemos todas las claves para disfrutar más la vida y arrebatarles el puesto en la escala mundial de felicidad.

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Resulta aparentemente inexplicable: con inviernos dignos de 'Juego de tronos', pocas horas de luz al día en verano, tibias temperaturas que no pasan los 25 grados y un 46% de impuestos –entre los más altos de Europa–, Dinamarca es el país más feliz del mundo. Estadísticamente demostrado en el World Happiness Report 2016, que mide el ranking de felicidad de 156 países.

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