Bruselas para modernillos: ruta por el epicentro hipster de la capital de Europa
Vanguardia, bohemia, cómic, festivales y rollo retro son algunas propuestas en la ciudad belga. ¿Quieres saber cuáles son los rincones por los que se pierden los más modernos?
¿Qué hacer durante 48 horas en Bruselas? Aunque suene a lluvia, corbatas en el Parlamento Europeo o típica foto con el Manneken Pis, lo cierto es que la capital belga esconde un lado trepidante, vanguardista y bohemio que la convierte en epicentro hipster a la europea. Cuenta, además, con el atractivo de su multiculturalidad, ya que acoge nada menos que a 183 nacionalidades distintas. Según el Informe sobre la Migración Mundial 2015, Bruselas es la ciudad más cosmopolita de Europa –y la segunda del mundo detrás de Dubái–, con más eventos culturales por cabeza que Nueva York y una fusión gastronómica digna de un congreso internacional de alta cocina. Los gafapastas con barba, tatuajes y sombreros de fieltro del mundo ya no necesitan viajar al neoyorquino Williamsburg para encontrar referentes. ‘Bruselburg’ es el nuevo destino de moda para sacar la Polaroid a pasear.
1. Gymkana y novela gráfica
En apenas dos horas y media de avión llegamos al destino y si hemos madrugado, podemos aprovechar la mañana en tierras bruselenses. Una forma distinta de conocer sus calles es alquilar una bici amarilla por horas –disponibles 24 horas los siete días de la semana, previo pago en las máquinas Villo repartidas por la ciudad– y recorrer la ruta del cómic, que deja entrever la pasión del país por la novela gráfica.
Gigantescos trampantojos sorprenden en las fachadas, donde encontramos a Tintín y el Capitán Haddock bajando una escalera de incendios en la Rue de l'Étuve, el Escorpión en guardia en la Rue du Treurenberg, Lucky Luke y los hermanos Dalton en la Rue de la Buanderie y pocos metros más allá, en esa misma calle, una escena de Astérix y Obélix. Para localizar los 52 murales de esta gymkana gráfica se puede comprar las miniguías de las rutas del cómic, a la venta en las oficinas de turismo por un euro, o reservar una ruta guiada en el Comics Art Museum.
Además del evento internacional Brussels Comic Strip Festival que se celebra cada septiembre en el Palacio de Bellas Artes-BOZAR, los amantes de las novelas gráficas tienen una cita en la Boutique Tintín, donde encontramos figuritas, peluches, camisetas, imanes, relojes y por supuesto ediciones limitadas de las historietas de Hergé. Para comprar cómics originales, como 'Le réseau Madou' de los años 80, debemos dirigirnos a la Galería Champaka... con 1.200 euros en el bolsillo, por si nos encaprichamos de alguna rareza ambientada en los años 30 sobre espías y conspiraciones.
2. Arte urbano y museos noctámbulos
Después del paseo entre murales podemos dirigirnos al barrio de Molenbeek, ejemplo de gentrificación que intenta recuperar, a través del arte, una zona depauperada, multicultural y tristemente famosa tras los atentados del año pasado. El Millenium Iconoclast Museum of Arts (MINA), que fue inaugurado en 2016, aspira a convertirse en referente europeo de las artes visuales 2.0 y catedral del pop art. Se ha instalado en la antigua cervecera Bellevue a orillas del canal y se estima que atraerá a 30.000 visitantes anuales que verán cambiar la programación cada seis meses. Los dos pisos (y una recomendable azotea) del MIMA acogen exposiciones permanentes y temporales, conferencias y talleres a lo largo del año, que invitan a interaccionar con los artistas que presentan sus obras sin marchantes ni intermediarios.
3. Mercado vintage y cervezas al sol
Cada primer domingo de mes (habría que intentar viajar en esta fecha si queremos ir de compras) se celebra el Brussels Vintage Markt, de mediodía a siete de la tarde, en el mercado cubierto de Les Halles Saint-Géry. Aquí el hipsterismo alcanza sus máximas cotas. Para la ocasión, los armarios de las abuelas son desvalijados por los vendedores de segunda mano que ofrecen desde originales prendas de ropa, calzado y bolsos a cajitas de hojalata, vinilos y radios, extravagante bisutería, vajillas de cerámica, gafas de sol, cámaras fotográficas y muebles de estética retro. En definitiva, todo lo que fue elaborado de los años 60 para atrás. Recomendación: entrar en este mercado con un presupuesto concreto o la visita se nos puede ir de las manos.
En mayo, el evento se convierte en el Flashback Vintage Festival, que, como su propio nombre indica, es un viaje al pasado con ambiente y ventas ‘old style’, puestos de ecogastronomía, guiños cinematográficos y música en directo. El fin de semana del 18 y 19 de marzo se celebra otro encuentro para los sibaritas del diseño: el Brussels Design Market, dedicado a objetos de decoración y mobiliario del siglo XX, con expositores escandinavos, franceses, italianos y americanos que venden lo último del diseño vintage. Solo para bolsillos desahogados.
Si nuestro viaje no coincide con ninguno de estos eventos, no pasa nada. Podemos controlar el arrebato consumista y abandonarnos a la cerveza tostada en la plaza de Saint-Géry, epicentro de locales y terrazas donde ver y dejarse ver a cualquier hora del día y de la noche. Entre los pubs de referencia encontramos el evocador Mappa Mundo y sus conciertos en directo o el Café Des Halles, que además de coctelería y tableros de ajedrez para pasar la noche, también ofrece una amplia programación cinéfila y sesiones DJ.
4. Danza y brunch en un lago
En marzo, la ciudad belga se convierte temporalmente en capital de la danza europea, con 80 espectáculos y 12 espacios participantes en el festival Brussels Dance! Si lo tuyo es la danza contemporánea, esta es la mejor época del año para conocer qué se mueve en el panorama artístico y qué proponen los bailarines y coreógrafos europeos, teniendo en cuenta que lo que se vea en sus escenarios puede que no llegue a nuestro país jamás.
Para terminar este fin de semana alternativo en Bruselas y antes de coger el vuelo de regreso, queda pendiente el último rincón hipster, alejado del centro, en el entorno natural de Le Bois de la Cambre. Este parque, inspirado en el paisajismo inglés del siglo XVIII, esconde una relajada oferta de ocio al aire libre con barcas, pista de patinaje, alquiler de bicicletas o un tiovivo.
Pero lo que realmente le da un toque chic es su Isla Robinson, a la que solo se puede acceder en barca –a un euro–, y que permite imaginar a la clase alta del siglo XIX dando ese paseo en el lago. Escondido en la isla encontraremos el restaurante Le Chalet Robinson, renovado a partir del establecimiento original, donde ahora se reúnen los nuevos ‘bo-bós’ o burgueses bohemios y los hipsters, instagramers, youtubers e influencers... preparados para hacer la misma foto del brunch perfecto un domingo en Bruselas.
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¿Qué hacer durante 48 horas en Bruselas? Aunque suene a lluvia, corbatas en el Parlamento Europeo o típica foto con el Manneken Pis, lo cierto es que la capital belga esconde un lado trepidante, vanguardista y bohemio que la convierte en epicentro hipster a la europea. Cuenta, además, con el atractivo de su multiculturalidad, ya que acoge nada menos que a 183 nacionalidades distintas. Según el Informe sobre la Migración Mundial 2015, Bruselas es la ciudad más cosmopolita de Europa –y la segunda del mundo detrás de Dubái–, con más eventos culturales por cabeza que Nueva York y una fusión gastronómica digna de un congreso internacional de alta cocina. Los gafapastas con barba, tatuajes y sombreros de fieltro del mundo ya no necesitan viajar al neoyorquino Williamsburg para encontrar referentes. ‘Bruselburg’ es el nuevo destino de moda para sacar la Polaroid a pasear.