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Tiempo de beach clubs: ya puedes tumbarte en una cama balinesa a mirar el mar
  1. Estilo
CHIRINGUITOS DE LUJO

Tiempo de beach clubs: ya puedes tumbarte en una cama balinesa a mirar el mar

Porque aquí, en Ibiza, Mallorca, Marbella o Formentera, el verano parece ser eterno. La culpa la tienen esos horizontes, esos atardeceres, acantilados y demás. Y toda esta maravillosa parafernalia

Foto: El Amante lo tiene todo: frondosa vegetación, acantilados, tumbonas y cala espectacular.
El Amante lo tiene todo: frondosa vegetación, acantilados, tumbonas y cala espectacular.

Es llegar estas fechas y uno empieza ya deseando amar Ibiza y alrededores sobre todas las cosas. A imaginar un verano eterno y dormir en una cama balinesa para soñar despierto que es a nuestra orilla y a nuestros pies donde empieza a hacerse infinito el mar. Y todo porque se ha abierto la temporada de beach clubs. Habíamos dicho un 'sí, quiero' casi nupcial a las terrazas y ahora hacemos lo propio con estos clubs marítimos donde morir viviendo de placer. Nos tumbamos a la bartola también en Mallorca, Marbella y Formentera. Esos paraísos que están a la vuelta de nuestras esquinas. Como a Menorca, intentaremos llegar antes de que lo hagan en masa los turistas, que al final somos todos.

1. Al sol y el agua de Ibiza

Como decíamos, amantes isleños como mandan los cánones, vestiditos de blanco y dándole al estilo boho-chic para terminar (o empezar) rendidos a los encantos de este restaurante que se presenta como el más agreste de la isla en una cala espectacular y que se llama precisamente así, Amante. Y como la Helena aquella de Troya, lo tiene todo: está sobre un acantilado majestuoso, con salida a la cala de Sol d'en Serra, cerca de Santa Eulària des Riu (así suena más ibicenco), rodeado de frondosa vegetación y en un ambiente que es lujoso sin dejarse en el camino de la excelencia nada del encanto de lo rural.

placeholder El Amante desde el mar.
El Amante desde el mar.

No se puede pedir más. Si acaso algo de la carta, que es mediterránea, sana y sofisticada, para comer o cenar y algún que otro cóctel ya con la brisa nocturna y tumbados con vistas al anchuroso mar. Eso si no te da por practicar yoga al alba, una sesión que continúa después con un desayuno de los que son mano de santo para la salud y en la terraza. Lo que deciamos: el no va más.

2. Soltarse la melena o tumbarse a la bartola

El verano en estos tres exclusivos clubs de mar, los Nikki Beach de nuestro país, se pone primaveral y muy muy excitante. La cosa está que arde ya tanto en la costa marbellí como en las de Ibiza o Mallorca, que andan mezclando música, gastronomía, entretenimiento, moda, cine y arte como si no hubiera un mañana o como si todo el mañana fuera hoy. Hay mucho lujo y animación por aquí.

En el de Marbella, por ejemplo, con esa playa de arena blanca, una piscina con camas vips, una terraza, un restaurante al aire libre, un bar y hasta un Nikki Privé, un salón privado. Por si te da por viajar, tienes Nikki Beach en Bodrum (Turquía), en Saint Tropez (Francia) o en Marrakech (Marruecos). Puedes soltarte la melena o, copiando al horizonte, ponerte en horizontal.

placeholder Mallorca y una cama balinesa ya es lo más. (Foto: Cortesía Nikki Beach)
Mallorca y una cama balinesa ya es lo más. (Foto: Cortesía Nikki Beach)

3. Formentera tambien existe

No todo iba a ser Ibiza. Ni todo Mallorca. También ha abierto ya la temporada en Formentera este otro oasis isleño, el Gecko Beach Club, dispuesto a quitarnos la sed de todos nuestros desiertos. Y lo hace con nuevos bríos y una renovada decoración, a cargo del arquitecto e interiorista Antonio Obrador, que reivindica el estilo de la Riviera balear, el glamour de los años 50 y esos veranos de la jet set internacional campando a sus anchas por nuestras playas.

placeholder El Gecko, un club de mar con toda la magia de Formentera.
El Gecko, un club de mar con toda la magia de Formentera.

En resumidas cuentas, todo el espíritu de Formentera, que ya sabemos que es azul, mucha naturaleza y el buen rollo que cunde por allí y que llena hasta los bordes su beach club, con piscina, zona de playa y ese cóctel de mar, sol, tranquilidad, desenfado -marca de la casa- y relax que no tiene precio, además de los otros. Los dos a tomar sobre una tumbona o una cama balinesa. Por lo demás, verás venir inolvidables atardeceres, marinas con barco de fondo, bossa nova a cargo del DJ... Un lujo. Y aún hay más: la carta mediterránea, de fusión e internacional de su restaurante a pie de playa (la de Migjorn, en Ca Mari) y el yoga cada mañana en el bendito jardín.

4. Un palacio con club de mar

En Marbella tenía que ser. Un palacio de estas características, donde hasta en el gimnasio hay estatuas como si estuviéramos en la egregia Toscana, con un club de playa custodiado por altas palmeras proclamando su mediterraneidad a un kilómetro del hotel pero con servicio de transporte y el reclamo de los arroces y mariscos del chef. Por no hablar del Bogavante & Caviar House, que se cuece en el propio beach club y que abre también todas las noches para cenar a la orillita del mar. Imagínate qué.

placeholder El Villa Padierna traslada su lujo al mar.
El Villa Padierna traslada su lujo al mar.

El Villa Padierna, rodeado de tres campos de golf, con pistas de tenis y pádel, un gimnasio con lo último de lo último en tecnología y dos piscinas entre jardines, te espera en la urbanización Villa Padierna Golf & Beach Resort, en la carretera de Cádiz, km 166.

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Es llegar estas fechas y uno empieza ya deseando amar Ibiza y alrededores sobre todas las cosas. A imaginar un verano eterno y dormir en una cama balinesa para soñar despierto que es a nuestra orilla y a nuestros pies donde empieza a hacerse infinito el mar. Y todo porque se ha abierto la temporada de beach clubs. Habíamos dicho un 'sí, quiero' casi nupcial a las terrazas y ahora hacemos lo propio con estos clubs marítimos donde morir viviendo de placer. Nos tumbamos a la bartola también en Mallorca, Marbella y Formentera. Esos paraísos que están a la vuelta de nuestras esquinas. Como a Menorca, intentaremos llegar antes de que lo hagan en masa los turistas, que al final somos todos.

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