Peregrina a Caravaca y Santo Toribio de Liébana en su año jubilar y gánate el cielo
Ponemos rumbo al norte hasta alcanzar la sombra de los Picos de Europa y también al sur, a las tierras murcianas donde estuvieron los templarios. Lo suyo es ir a pie, pero nos vamos volando
Aprovechamos que es su año santo para viajar a Santo Toribio de Liébana, allí donde se fraguan los Picos de Europa y todo se vuelve románico y verde, y a Caravaca de la Cruz, en las tierras altas de Murcia, donde unos caballos del vino van al trote y hasta el galope. De paso y ya que estamos, hemos decidido perdernos tanto por el desfiladero de La Hermida, rondando Potes, como por el barranco de Hondares (en la vecina y norteña Moratalla), uno de los paisajes murcianos más bellos, con permiso del valle de Ricote (o morisco) y de Calblanque, este ya junto al mar. Y como ahora somos peregrinos nos toca ir a pie por el camino lebaniego o el otro que también lleva a la cruz. Esta vez de Madrid (o donde sea) al cielo. Y no es un eslogan publicitario.
1. Las otras tierras santas. Santo Toribio y Caravaca tienen, junto a Santiago, Roma y Jerusalén, el privilegio de celebrar el año santo y brindar a los cristianos la posibilidad de ganar el jubileo, que no solo es, a la latina, llenarse de alegría, sino también obtener el perdón de los pecados. Y eso bien vale un viaje.
2. Al pie de Picos de Europa. Hasta siete valles hay en Liébana, no tenemos que recordar que verdísimos, con Potes como capital, uno de esos pueblos a los que uno siempre tiene ganas de ir. Histórico, monumental, recoleto, animado, con bares y restaurantes, y artesanía. Y lo mejor de lo mejor, a la sombra y el sol de los Picos de Europa, en todo su centro. No tardes en coger el teleférico de Fuente Dé, porque desde estas alturas, con el Naranjo de Bulnes (2.519 m) ante ti, podrás tocar, otra vez él, el cielo. Hay tres nombres que se van a repetir siempre que merodees por aquí: Don Pelayo, el Beato de Liébana y el santo Toribio. Esto parece Asturias pero es Cantabria. Exactamente uno de los enclaves más relevantes de la España medieval.
3. ... Y en el altiplano. Que es una parte del paisaje caravaqueño, porque lo demás es huerta regada por un río de nombre mitológico, Argos, y otro más, el Quípar, y toda una orla montañosa septentrional, cuajada de sierras de más de mil metros. Esto es Murcia, sí, esa tierra muerta de sed, pero hemos encontrado, oh milagro, manantiales de agua como los Ojos de Archivel o, sin ir más lejos, Las Fuentes del Marqués.
No se puede ir a Caravaca y no visitar estas fuentes, al ladito de la ciudad, por el camino de Mayrena en coche o por el del huerto andando. Hay en sus 17,4 hectáreas un microclima y por tanto una flora y fauna peculiares, dos manantiales (llamados Sartenes), un paraje conocido como las Cuevas del Marqués, un albergue juvenil con solera y un centro de interpretación de la naturaleza, alojado en el Torreón de los Templarios. En primavera, precioso.
4. Un santo y dos ángeles. En Liébana llegó a haber más de una veintena de monasterios entre los siglos VIII y X. Y todo porque ante el avance de los musulmanes, los ilustres e intelectuales, que por aquel entonces eran sobre todo religiosos, se refugiaron al norte y más al norte, al abrigo de las montañas, en la inaccesibilidad de estos parajes. Esto nos lleva directamente adonde queríamos ir, al monasterio de Santo Toribio de Liébana, la joya de esta corona, junto a la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña y la románica de Santa María la Real de Piasca. Por nada del mundo te los pierdas.
Pero Caravaca sí estaba al sur, en territorio de dominación musulmana, con lo cual la suya es una historia de cristianos prisioneros en un castillo con aparición de dos ángeles y un lignum crucis que lograron que hasta el rey moro y toda la corte se bautizaran. Por si fuera poco, el alcázar tiene el aliciente histórico de haber alojado a los míticos caballeros templarios, antes de pasar a ser albergue de la orden de Santiago. Su cruz campea, advierten, por toda la ciudad. Hasta hacerse grande en su santuario, con lujosa portada de mármol rojo de Cehegín.
5. ¿Lignum crucis? Ahí empezó todo. En este trozo de la cruz de Cristo, el más grande de los que se conservan, que se trajo el obispo Toribio de Astorga desde Jerusalén y que ahora se conserva como oro en paño en el monasterio y se conoce como 'lignum crucis' (leño de la cruz, en latín). Por él, se le otorgó el privilegio del año jubilar ya en 1512 y por él han tenido lugar y tienen, tesoros culturales y naturales aparte, las peregrinaciones. Pero no son el lignum y santo Toribio, a los que se les atribuían (y aún se atribuyen) milagros, los únicos protagonistas de esta apasionada historia, también lo es Beato de Liébana, el autor de los 'Comentarios del Apocalipsis', libro conocido como 'beato', ilustrado con maravillas, y que fue, atención, el primer best seller de la Edad Media. Cómo no ir a Liébana.
Si hablamos de Caravaca, la estrella es la Vera Cruz y lo es desde el siglo XIII. Ella y las tres astillas del mismo lignum crucis. Esto hizo también de esta villa murciana un centro de peregrinación, sobre todo entre los siglos XVI y XVIII. Y lo sigue siendo, a la vista está. No faltan las leyendas ni los milagros ni las propiedades fabulosas adjudicadas a esta cruz oriental procedente de Jerusalén, incluidas las esotéricas. Hacen que todo sea aún más fantástico.
6. 2017, un año especial. Hay que esperar a que el 16 de abril, festividad del santo, caiga en domingo y entonces se proclama el Año Jubilar Lebaniego. Pasó en 2006 y ha vuelto a pasar este 2017. Y van ya 73. En el caso de Santiago de Compostela, ocurre con el 25 de julio (antiguamente todos los caminos que llevaban a Santiago pasaban por Santo Toribio). Quiere decirse que se ha abierto (simbólicamente; siempre lo está) la Puerta del Perdón del cenobio a los peregrinos y con ella un amplio calendario de actividades, como recuerdan desde Turismo de Cantabria, "encaminadas a poner en valor la importancia histórica, social, política y religiosa de la región".
En el caso de Caravaca, la cosa es más reciente. El privilegio viene de nuestros tiempos, de 1998, y de la Santa Sede. Su primera vez fue en 2003 y desde ahí cada siete años, con el fin de "poner de relieve la importancia de la Cruz y su devoción".
7. Más que turistas. Lo peregrinos que hagan el camino guiados por una motivación religiosa y con el fin de obtener la llamada gracia jubilar o indugencia plenaria (el perdón de los pecados) han de saber que tienen que rezar el Padrenuestro, el Credo y una oración por el Papa, confesarse y comulgar el mismo día o en una fecha próxima y asistir a la misa del peregrino (todos los días a las 12 h). El monasterio de Liébana, que fue benedictino, está hoy en manos de los franciscanos, que son los custodios de todas las reliquias del mundo cristiano. Más fervor popular: su iglesia fue contruida en 1256 con el apoyo económico de los fieles. Lo que hay en Caravaca, en cambio, es un santuario, el de la Santísima Vera Cruz. ¿Las condiciones para ganar el jubileo aquí? Prácticamente las mismas.
8. ¿Hotel? Esta vez toca albergue. Lo hay en Potes y lo hay junto a Santo Toribio para albergar a grupos de peregrinos. Cantabria lleva a gala ser la única región del mundo cristiano recorrida por dos caminos de peregrinación, que son patrimonio de la humanidad: el Camino del Norte, una parte del Camino de Santiago, que viene de Irún y va de Ontón hasta Unquera, pasando por Castro Urdiales, Laredo, Santoña, Santander, Santillana del Mar, Comillas y San Vicente de la Barquera, y el Camino Lebaniego, en mayúsculas, que se separa del del Norte en Muñorrodero para llegar a Santo Toribio, pasando por Potes y Camaleño.
Si vas a peregrinar como mandan los cánones, pertréchate de DNI, tarjeta de la Seguridad Social y credencial de peregrino (la Lebaniega). Por lo demás, hay hasta cuatro rutas que llevan a este monasterio, marcadas como PR (pequeño recorrido), en blanco y amarillo. La que llega a Caravaca, sin embargo, es la Vía Verde que sale de Murcia y sigue el antiguo trazado ferroviario. 78 kilómetros de camino natural que pasa por Molina de Segura, Alguazas, Campos del Río, Albudeite, Mula, Bullas y Cehegín. De ella se sirve el Camino de la Cruz (GR-252; gran recorrido, en blanco y rojo), con dos variantes: una que parte de Orihuela (Alicante) y otra de Cartagena para ir a dar a Murcia. Venimos diciendo a pie, pero ¿qué tal en bici o a caballo? Tiene su propia red de albergues.
9. No te pierdas tampoco... en Liébana, la Cueva Santa, en la ladera norte del monte de La Viorna; la ermita de San Miguel, que te brindará una soberbia panorámica del valle del Deva y Potes; lo que queda de la de Santa Catalina, sobre la loma que da abrigo a Santo Toribio, y la de San Juan de la Casería, en el pueblo de Mieses, al ladito de la carretera. En Caravaca, la sierra Mojantes, todo un vergel, o la del Gavilán, con gran riqueza de endemismos, y el casco urbano todo. Este domingo, 21 de mayo, se celebra el Mercado del Peregrino en la Corredera de 10 a 14:30 h. Habrá juegos tradicionales, artesanía, moda, decoración y mucha gastronomía. Si buscas un sitio para comer en Liébana, pincha aquí; en Caravaca, aquí.
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Aprovechamos que es su año santo para viajar a Santo Toribio de Liébana, allí donde se fraguan los Picos de Europa y todo se vuelve románico y verde, y a Caravaca de la Cruz, en las tierras altas de Murcia, donde unos caballos del vino van al trote y hasta el galope. De paso y ya que estamos, hemos decidido perdernos tanto por el desfiladero de La Hermida, rondando Potes, como por el barranco de Hondares (en la vecina y norteña Moratalla), uno de los paisajes murcianos más bellos, con permiso del valle de Ricote (o morisco) y de Calblanque, este ya junto al mar. Y como ahora somos peregrinos nos toca ir a pie por el camino lebaniego o el otro que también lleva a la cruz. Esta vez de Madrid (o donde sea) al cielo. Y no es un eslogan publicitario.