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Sancti Petri y la playa de la Barrosa, otra excusa más para viajar a Cádiz
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Sancti Petri y la playa de la Barrosa, otra excusa más para viajar a Cádiz

Prepárate porque te espera una playa de las interminables, la tira de chiringuitos, hoteles con muchos lujos, el pescaíto frito y el pescado fresco, campos de golf, grandes olas y una isla

Foto: Así de tentadora es la kilométrica playa de la Barrosa. (Foto: Patronato Provincial de Turismo de Cádiz)
Así de tentadora es la kilométrica playa de la Barrosa. (Foto: Patronato Provincial de Turismo de Cádiz)

A Cádiz el verano se le sube a la cabeza y con razón. No solo por la estampa perfecta de la capital dibujada a la orillita del mar, sus ecos de habanera, su alma de chiringuito, sino por su eternidad de playa infinita, sus impagables puestas de sol y todos los secretos que se guardan Tarifa, Vejer y compañía. Y no se vayan todavía, que aún hay más. Porque la que viene a continuación es Chiclana de la Frontera, que es decir Sancti Petri, isla a conquistar con castillo, y la playa de la Barrosa que de pronto se nos vuelven irresistibles. Nos vamos al nivel del mar, nos nombramos capitanes y nos condecoramos con la insignia marinera. Por Alberti.

1. No solo Tarifa. O Barbate, Zahara y Conil. Más allá y antes de tomar la capital, está Chiclana de la Frontera, ciudad trimilenaria, como Cádiz, Sevilla o Málaga, fundada como ellas por los fenicios; y en Chiclana, el Sancti Petri viejo y el nuevo. O mejor, el Novo, que es la gloria turística de estos lares, la mayor y mejor plaza hotelera de todita la Costa de la Luz. Un paraíso vacacional, enseguida sabremos por qué.

placeholder El Meliá Sancti Petri, a la orillita del mar y con estos lujos.
El Meliá Sancti Petri, a la orillita del mar y con estos lujos.

2. Atlanticidad. No tardará en invadirte el espíritu atlántico, el de los viajes transoceánicos, las historias de marineros, los anchos horizontes y las playas interminables. Cádiz es así, siempre mirando a La Habana y queriendo ser internacional mientras te sirve una de tortillitas de camarones y te propone hacer la ruta del vino (olorosos, finos y moscateles).

placeholder La playa de la Barrosa, otro paraíso en Cádiz. (Foto: David Ibáñez Montañez/Patronato Provincial de Turismo de Cádiz)
La playa de la Barrosa, otro paraíso en Cádiz. (Foto: David Ibáñez Montañez/Patronato Provincial de Turismo de Cádiz)

3. ¡La Barrosa! Hay otras, pero ella, La Barrosa, es la playa con mayúsculas. No hay más que verla. Es la playa, a secas. La que se lleva todos los honores cuando llega la hora de repartir las banderas azules, las Q de calidad y demás. El arenal por antonomasia. Y como su luz y su sombra son alargadas, casi ocho kilómetros, desde el acantilado que la separa de la de Sancti Petri, que tiene enfrente la isla y está dentro de un parque natural (el de las marismas), hasta la Loma del Puerco, hay sitio para paseo marítimo, chiringuitos (el Mojama Beach, el Atenas Playa...), hoteles....; sitio para perderse, para encontrarse, para respetar los caprichos del mar y de la arena (persisten las dunas) o para surfear.

placeholder Mojama Beach, todo el espíritu de La Barrosa.
Mojama Beach, todo el espíritu de La Barrosa.

4. El viejo y el nuevo Sancti Petri. Fue en 1973, según cuentan las crónicas, cuando se disolvió el Consorcio Almadrabero que hizo que el poblado de Sancti Petri se quedara vacío y pasara a ser una ciudad fantasma. Tuvieron que transcurrir 17 años para que se refundara, en plan fenicio, como Novo Sancti Petri; año 1990. Turismo por atún. Hasta tiene un campo de golf diseñado por el mismísimo Severiano Ballesteros e inaugurado por don Juan de Borbón. No hay que confundir el uno con el otro.

placeholder Novo Sancti Petri es el reino de los hoteles: aquí el Vincci Costa Golf.
Novo Sancti Petri es el reino de los hoteles: aquí el Vincci Costa Golf.

5. En tierra. Hay que ir a ver la iglesia chiclanera de San Juan Bautista, obra cumbre del neoclasicismo gaditano (s. XVIII), la ermita de Santa Ana, uno de los siete puntos mágicos de la localidad, de la misma época -la de mayor esplendor-, o la de la Vera Cruz, del siglo XV. No pasar por alto la Torre del Reloj, la Bermeja o la del Puerco, en la playa de la Barrosa; las casas palacio, que no son ni una ni dos, y la Plaza Mayor, donde se alza la Casa Briones. Y cruzar los puentes sobre el río Iro que unen las dos partes de la ciudad: la Banda y el Lugar. E ir más allá, hasta la isla y en kayak.

placeholder Puesta de sol en Sancti Petri con isla y castillo. (Foto: Patronato Provincial de Turismo de Cádiz)
Puesta de sol en Sancti Petri con isla y castillo. (Foto: Patronato Provincial de Turismo de Cádiz)

6. Comer y dormir. Ya lo hemos dicho. Todo se cuece en el Novo Sancti Petri. Y allí, a 400 metros de La Barrosa, se encuentra el hotel Vincci Costa Golf (desde 124 euros), un cuatro estrellas en el que practicarás deporte sí o sí: hípica, golf, senderismo, surf o aventura. No le falta el chiringuito para entregarse al pescaíto frito o pescado del día. Es este también el territorio del Meliá Sancti Petri, todo un palacio andaluz de estilo nazarí (desde 303 euros), gran lujo, que aloja al restaurante Alevante del siempre sorprendente Ángel León (un marinero en tierra y en mar), el dueño también del Aponiente (El Puerto de Santa María), donde probar el plancton con arroz, el royal erizo o las papas con choco, regados con los vinos de la Tierra de Cádiz. Y esto no ha hecho más que empezar.

placeholder La suite presidencial del Meliá Sancti Petri.
La suite presidencial del Meliá Sancti Petri.

7. Será por lujos... Aquí hay todos los que uno quiera y más. En la Sky Wellness Terrace del hotel Royal Hideaway Sancti Petri te podrás regalar alguno de sus tratamientos milenarios en cabinas de belleza al aire libre: masajes faciales y corporales Tui Na en la azotea coronados con un té chino. Y en la Sunset Cocktails & More, otra de sus terrazas, tomar un cóctel o lo que sea con vistas al mar, al atardecer y entre jardines tropicales. Ya solo queda suspirar. ¡Ay!

placeholder Las cabinas de belleza al aire libre del Royal Hideaway. (Foto: Miguel Paez)
Las cabinas de belleza al aire libre del Royal Hideaway. (Foto: Miguel Paez)

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A Cádiz el verano se le sube a la cabeza y con razón. No solo por la estampa perfecta de la capital dibujada a la orillita del mar, sus ecos de habanera, su alma de chiringuito, sino por su eternidad de playa infinita, sus impagables puestas de sol y todos los secretos que se guardan Tarifa, Vejer y compañía. Y no se vayan todavía, que aún hay más. Porque la que viene a continuación es Chiclana de la Frontera, que es decir Sancti Petri, isla a conquistar con castillo, y la playa de la Barrosa que de pronto se nos vuelven irresistibles. Nos vamos al nivel del mar, nos nombramos capitanes y nos condecoramos con la insignia marinera. Por Alberti.

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