Londres: Ferraris, Harry Potter y otras excusas para viajar a la capital británica

Londres. Es decirlo y ya nos entran ganas de ir. De ponernos a la sombra del Big Ben, aunque vaya a estar en silencio durante cuatro años por reformas, y ver la vida a través del London Eye mientras surcamos a pie el Támesis (por su orilla). En la capital británica nunca sabemos por dónde empezar, si sentarnos en Hyde Park a contar las horas o en el jardín de un garito monísimo como The Ivy Chelsea Garden y pedir café, porque no todo va a ser té; si sucumbir a los encantos de la Tate Modern, ampliadísima y requetemodernísima -Andy Warhol que estás en los cielos-, que muestra ahora el arte en la era del 'black power'; si entrar en el British Museum para rendir cuentas con la historia o si patear el Broadway Market, en el corazón de Hackney, al este, el sábado. Pero esta vez resulta que vamos con los planes hechos, aunque luego se cuelen en el programa algunas de nuestras muchas veleidades, como subirnos por enésima vez a un autobús de dos pisos. Hasta la reina nos invita a ver sus regalos. Buckingham nos espera y Harry Potter, con toda su magia, también. Nos vamos.

La magia la pone Harry Potter

Aunque Londres la tiene por doquier, el alumno más aventajado de Hogwarts pone de su parte para que estemos, nunca mejor dicho, encantados. Se trata ahora de una exposición en la insigne Biblioteca Británica con la que ahondar en el universo potteriano, más allá de Edimburgo y el café The Elephant House, manuscritos de J.K. Rowling incluidos. Una manera muy propia de celebrar el cumpleaños de la primera entrega de la saga, 'Harry Potter y la piedra filosofal', que vino al mundo editorial en el ya lejano y haciéndose mítico 1997. Desde el 20 de octubre hasta el 28 de febrero de 2018. ¿El título? 'A history of magic at the British Library'. Para saber más, mucho más, de adivinación, pociones y criaturas encantadoras, la biblioteca saca sus mejores armas. O sea, libros raros, manuscritos, objetos mágicos.

Un máster en coches de lujo

Del universo de Harry Potter al de Ferrari, que también tiene su propia exposición, 'Ferrari: Under the Skin', en el Museo de Diseño de Londres, en la antigua sede de la Commonwealth, en Kensington, elegancia pura, que pondrá a los fanáticos de los coches de lujo los dientes muy largos. Aún hay tiempo de planear porque se inaugura el 15 de noviembre y dura hasta el 15 de abril. Y es que Ferrari cumple 70 años: el primer coche de la marca quemó rueda allá por 1947. Es el momento de ver los primeros diseños, de atender las curiosidades sobre la vida del propio Enzo Ferrari y, por supuesto, de flipar (teníamos que usar este verbo) con los modelos más famosos de la 'escudería'. No faltará el glamour.

La reina enseña sus regalos

Su Majestad Isabel II abre las puertas de palacio, el de Buckingham, para mostrar el mundo con qué presentes (oficiales, of course) ha sido agasajada durante estos últimos 65 años. Lo hace hasta el 1 de octubre (¡vuela!) en el marco de la exposición 'Royal Gifts', que hará felices a los amantes de toda esta pompa y este boato.

Ni te imaginas lo que te encontrarás: desde un trono yoruba llegado de Nigeria hasta un tótem canadiense pasando por un árbol de la vida mexicano. De todo hay en esta viña.

El reclamo de la ballena azul

Que espera ser visitada en el reabierto Hintze Hall del Museo de Historia Natural, la puerta de entrada a 4,5 millones de años de historia natural. Aquí el espectáculo es caminar bajo el animal más grande de la tierra, pasear entre meteoritos, mamíferos, peces, aves, minerales, insectos y plantas, y escuchar todas las historias que un museo como este tiene que contar. Yendo al grano, hablamos de un esqueleto de ballena azul de 25 metros suspendido en el aire, de un mastodonte americano, de una roca que es tan vieja como el sistema solar, de esqueletos varios de dinosaurios, con el diplodocus a la cabeza, y cosas así. Aquí no valen las metáforas: un mastodonte es un mastodonte, tal cual. Pregunta por Charles Darwin y ya verás.

Un viejo tren (de correos)

No nos vamos con el niño Potter a Hogwarts, por ahora, pero sí nos subimos al antiguo tren de correos, el Mail Rail, que circula por la que fue la línea subterránea de Royal Mail (clausurada en 2003), por túneles y entre galerías, olvidados y abandonados hasta hoy. Una experiencia de 20 minutos y todo un viaje en el tiempo. Le habría gustado a Harry Potter. Otra cosa ya es visitar el nuevo Museo Postal y toda su colección: desde cartas muy personales hasta lo último en tecnología. Cinco siglos de historia dan para mucho.

¿Visitar la ciudad como un londinense?

No problem. Tal y como nos informan desde la oficina de turismo londinense, habrá guías especiales a tu disposicion. A saber: los vloggers Pete and Jens de 'What's Good London', la autora e historiadora de moda Amber Buchart, la locutora y vocalista Jumoké Fashola o el dramaturgo Lin-Manuel Miranda, creador de 'Hamilton', el musical que estará en cartel en el Victoria Palace desde diciembre. Ah, que no lo hemos dicho: hay un concurso en el que podrás ganar un viaje para dos con cuatro noches de hotel más la visita de la mano de estos cicerones de excepción. Toda la informacion aquí. Y luego está el festival Museums at Night o dicho de otra forma: la oportunidad de descubrir los tesoros que guarda la ciudad como los búhos, en horario nocturno. Del 26 al 28 de octubre.

Para dormir

Nos alojamos en el recién abierto The Lalit London, en manos indias, que ocupa un edificio catalogado que fue construido para albergar el colegio ST. Olave. Se nota en los habitaciones que tienen techos de más de nueve metros de altura, en los bares que están en la sala de profesores y el despacho del director, y en las paredes paneladas en madera del Great Hall. Tiene su gracia quedarse a dormir aquí. No falta en su restaurante Baluchi el tandoor, horno tradicional, la terraza para fumar shisha, la hora del té británica pero india, ni los masajes ayurvédicos y tratamientos como el shirodhara (un chorro continuo de aceite medicinal se vierte sobre la frente) en su spa. Junto a la Torre de Londres, al sur del Támesis. Precio: desde 280 euros.

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