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Cinco formas de convertir la recogida de setas en el mejor deporte de la temporada
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Cinco formas de convertir la recogida de setas en el mejor deporte de la temporada

Recoger setas es algo más que una afición. Ahora también es un deporte. ¿Conoces sus beneficios? Coge tu cesta, échate al monte y quema más calorías de las que crees

Foto: Deporte de temporada. Sí, salir al monte a buscar setas también trae consigo la quema de calorías. (Gtres)
Deporte de temporada. Sí, salir al monte a buscar setas también trae consigo la quema de calorías. (Gtres)

Todo el mundo habla de los alimentos de temporada. Nosotros hemos querido ir un poco más allá e inventarnos un nuevo concepto: deportes de temporada. En ese término aglutinaríamos los ejercicios que se pueden hacer en una estación concreta del año. El otoño nos brinda un marco ideal para perder peso de forma entretenida y, además, conseguir un ahorro en el supermercado: buscar setas. Esta actividad ancestral es también un entreno increíblemente eficaz. Dependiendo de la superficie (si el terreno es llano o montañoso) se quemarán más o menos calorías, pero la media se sitúa entre las 750 y las 1.200 kcal por unas tres horas, que es lo que suele durar una sesión micológica. Esto es más de lo que se consume en una agotadora clase de crossfit, según un estudio estadounidense publicado en el 'Journal of Sport and Human Performance'. Además, después de este tipo de clases, por norma general, uno no acostumbra a salir con una deliciosa comida silvestre bajo el brazo. De todas formas, antes de coger la cesta y tirar al monte, deberías tener en cuenta algunos trucos.

El calentamiento

No hace falta ponerse a hacer estiramientos: un buen paseo por la montaña es el mejor calentamiento antes de ponerse a hacer sentadillas en pos del hongo. Pero más allá de los beneficios físicos que otorga, también existen algunos más intangibles: el paseo ayuda a relajarse e, incluso, a mejorar algunas capacidades cognitivas. Fijarse en las tonalidades ocres y doradas que cubren el bosque en otoño y tener contacto con la naturaleza es de por sí relajante. Los olores y las texturas colaboran en este ejercicio de 'mindfulness' espontáneo. Recordar el camino y estar atento para saber el lugar óptimo para encontrar las preciadas setas ayuda a desempolvar funciones cognitivas que, por lo general, tenemos adormiladas.

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El equipo

Para depositar las setas, lo mejor es llevar una cesta. No se trata de un complemento 'vintage', sino de una forma de conservar el medioambiente. A través de la cesta, las esporas que suelten las setas caerán de nuevo en el monte y así garantizaremos poder seguir recogiéndolas la temporada próxima. Por otra parte, si las depositamos en una bolsa de plástico es mucho más fácil que se estropeen.

El calzado ha de ser cómodo y ha de evitar las torceduras, por lo que lo más recomendable es que sea abotinado. También se ha de llevar ropa de abrigo e impermeable, porque el tiempo puede cambiar repentinamente. Por último, y aunque en el punto anterior hemos hablado de lo interesante que resulta para nuestra materia gris aprender a orientarse por la montaña, deberíamos activar el GPS del móvil para saber dónde dejamos el coche. En Cataluña, tierra de setas por excelencia, los bomberos han alertado que en los últimos años se han incrementado el número de rescates a recolectores de setas. Y no hay nada más vergonzoso que acabar una excursión movilizando a los servicios de emergencia.

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Los ejercicios

Buscar setas es una completa tabla de ejercicios; por ello, se han de realizar correctamente para evitar lesiones. El primer movimiento es el de buscar la seta. Para ello, se han de doblar ligeramente las rodillas y agacharse un poco, manteniendo la espalda estirada. Para acabar de identificarlas, se impone una sentadilla, cuya dificultad variará dependiendo del terreno. En otras ocasiones, también se requerirá de una zancada para sortear obstáculos. Las subidas, con el peso de la cesta y las bajadas, trotando, acabarán de culminar esta divertida, pero intensa, sesión de ejercicios.

Las técnicas

Sin duda todo el ejercicio que se realice estará bien, pero el objetivo es volver con un cesto repleto, por lo que hemos de tener en cuenta algunos consejos para lograrlo. Siempre es preferible iniciar la búsqueda en áreas que estén orientadas al Norte, ya que suelen ser las más húmedas y ese entorno favorece la proliferación de los hongos. La otra clave es saber identificarlas. Para aprender a identificar las especies, muchos recolectores de hongos llevan una lupa para examinar los especímenes. Si el cazador de setas es primerizo, lo mejor es ir con un experto. En general, las temidas variantes venenosas son mínimas, pero no inexistentes. Y, por otra parte, existen algunas que tienen un escaso interés culinario. Si persisten la dudas tras la recolecta, lo mejor es visitar a un frutero para que nos ayude a clasificar nuestro botín.

Y una vez encontrada la seta, ¿se arranca o se corta? En general, se recomienda que se corte con una pequeña navaja, porque así no se daña el micelio y puede volver a crecer. Sin embargo, algunas especies específicas, suelen salir casi completas cuando se arrancan, por lo que se recomienda esta técnica para ellas.

La sociabilización

Más allá de beneficios como hacer ejercicio y conseguir comida sin pasar por el supermercado, ir a buscar setas es un plan diferente, una forma de levantar el trasero del sofá, de conocer gente y pasar un rato agradable. Por eso, es mucho más estimulante si se plantea en grupo. Tras la sesión de busca y captura de hongos, se puede proceder a cocinarlas de diferentes modos para compartir una sanísima y suculenta comida.

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Todo el mundo habla de los alimentos de temporada. Nosotros hemos querido ir un poco más allá e inventarnos un nuevo concepto: deportes de temporada. En ese término aglutinaríamos los ejercicios que se pueden hacer en una estación concreta del año. El otoño nos brinda un marco ideal para perder peso de forma entretenida y, además, conseguir un ahorro en el supermercado: buscar setas. Esta actividad ancestral es también un entreno increíblemente eficaz. Dependiendo de la superficie (si el terreno es llano o montañoso) se quemarán más o menos calorías, pero la media se sitúa entre las 750 y las 1.200 kcal por unas tres horas, que es lo que suele durar una sesión micológica. Esto es más de lo que se consume en una agotadora clase de crossfit, según un estudio estadounidense publicado en el 'Journal of Sport and Human Performance'. Además, después de este tipo de clases, por norma general, uno no acostumbra a salir con una deliciosa comida silvestre bajo el brazo. De todas formas, antes de coger la cesta y tirar al monte, deberías tener en cuenta algunos trucos.

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