¿Comes fuera de casa? Tres trucos infalibles para evitar que la báscula se resienta

¿Es comer fuera y respetar la dieta un oxímoron? Para nada. Estar a dieta supone para muchas una situación de estrés, y privarse de comer con amigos o con la familia empuja a algunas mujeres a abandonar el régimen, convirtiéndose la báscula en el temible barómetro que convierte a los restaurantes en los grandes enemigos. Sin embargo, conocemos los trucos para comer fuera sin descuidar la dieta. ¡Que aproveche!

Siempre que sea posible, es adecuado revisar el menú del restaurante al que iremos de antemano para descubrir cuáles son las opciones 'healthy' que incluyen en su carta. Pilar Riobó Serván, jefa asociada del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Jiménez Díaz-Capio, en su libro '¿Por qué no puedo adelgazar?' asegura que “estar a dieta no quiere decir que no se pueda comer fuera de casa: ¿acaso no hay ensaladas, verduras, carnes a la parrilla, fruta... donde se va a comer?”.

Los restaurantes 'dietproof'

La presión de tener que estar valorando qué platos son 'pecado' puede hacer que comer fuera sea una situación estresante, pero si echamos un vistazo al menú en la página web del restaurante al que iremos, podremos ir a comer con la tranquilidad de saber que elegiremos lo mejor para nuestra silueta, Pero ¿qué tipo de restaurantes son los mejores aliados para mantener la línea? “Una buena opción es un asador, ya que existe la posibilidad de comer una pieza de alto contenido proteico y combinarlo con algunas verduras. El pescado es otra opción óptima, al igual que acudir a un restaurante vegetariano, ya que la mayoría de los platos se basan en verduras y legumbres. Incluso un japonés, puesto que la base de la comida japonesa son pescados crudos y granos. Es una opción baja en grasa y deliciosa”, explica el entrenador personal Peter Martín.

Sascha Fitness también cree que la comida japonesa es una buena opción para comer fuera, pero con ciertos matices. Asegura que lo mejor es pedir rolls de arroz integral, ya que el blanco dispara los niveles de insulina. Recomienda pedir cinco o seis piezas acompañadas de una ensalada. También hemos de huir de las opciones que incluyen salsas y de las piezas rebozadas en tempura. La sopa de miso, las ensaladas de algas y el sashimi son opciones a prueba de dietas.

“Una vez decidas dónde ir, come una pieza de fruta o un snack saludable. El azúcar natural que contiene la fruta nos ayudará a que la curva de glucosa permanezca en unos niveles normales, dándonos tiempo para pensar mejor y no elegir desesperadamente lo que vamos a comer”, asegura Peter Martín.

El menú, a examen

Preguntamos al entrenador cómo se examina un menú para que nuestra elección no boicotee nuestra dieta. “Elige alimentos simples (con menos ingredientes). Es decir, una pieza de pollo al horno con una guarnición de verduras es muy simple, a diferencia de un pollo frito cubierto en salsa de 7 quesos (si queremos pedir este tipo de aderezos, pidámoslo por separado en un tazón y no encima del alimento, pues ahorraremos calorías sin modificar tanto el sabor). Debemos elegir bien el acompañamiento del plato, por lo que evitaremos las patatas fritas en detrimento de las patatas asadas, no incluiremos pan si en el plato ya tenemos harinas o carbohidratos y podremos pedir una porción extra de verduras o ensalada. Para beber, si se nos antoja algún refresco, siempre podemos compartirlo o añadir hielo para beber menos cantidad. Incluso podemos pedir una copa de vino o una cerveza, aunque siempre es preferible tomar agua”, apunta Martín.

Aunque muchas veces los menús no incluyen platos al vapor, podemos preguntar al camarero si es posible que cocinen el pollo o el pescado de esta forma, evitando así que añadan grandes cantidades de aceite o mantequilla. Muchas veces pedimos un plato creyendo que este tiene pocas calorías y sin darnos cuenta, estamos ingiriendo más de las que pensábamos por la forma en la que han sido cocinados. Este caso es especialmente habitual cuando pedimos ensaladas. Es conveniente pedir la salsa por separado y evitar las que cuenten con bacon o con pollo empanado, así como aderezos compuestos de queso.

¿Y si la gula ha podido contigo?

Todo es idílico y sencillo cuando nos prometemos a nosotros mismas portarnos bien y de repente, nuestro demonio glotón aparece y echa por tierra nuestros planes 'fit'. Si hemos comido más de la cuenta al comer fuera, ¿hay alguna forma de solucionarlo? ¿Funciona el clásico de comer menos calorías en la siguiente comida? “Tu siguiente comida tiene que ser saludable. No vale con saltarnos la comida, lo que hay que hacer es tan sencillo como comer algo ligero y sano, como verduras al vapor, pollo a la plancha, ensalada, etcétera. Somos humanos, no estamos haciendo nada malo, y si el 90% de alimentos que ingerimos son sanos, no pasa nada por saltarnos la dieta de vez en cuando. Retoma el régimen en tu siguiente comida y, dependiendo del 'pecado' reduce (no elimines) la ingesta de hidratos de carbono durante uno o dos días. Por ejemplo, puedes sustituir la porción de hidratos por vegetales y verduras ricos en fibra, que te ayudaran a mantener los niveles de insulina estables y a eliminar el exceso de alimentos 'tóxicos' de tu organismo”, asegura Peter Martín.

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Le preguntamos si podemos solventar nuestros pecados glotones en el gimnasio. “Puedes hacer cardio los días posteriores al exceso, aumentar el tiempo de ejercicio cardiovascular o realizar este tipo de ejercicios en ayunas al día siguiente”, explica. Ahora que ya sabemos qué pedir y cómo solucionar los errores cometidos, solo nos queda esperar que alguien nos invite a comer fuera. ¿Algún voluntario?

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