Del Albaicín a Ronda: cuatro destinos para celebrar tu San Valentín este fin de semana
Junto al Tajo de la ciudad malagueña (esta vez no es el río), a la sombra de la Giralda, en la Ibiza más tranquila o en uno de los miradores que apuntan a la Alhambra. Te enamorarás
Vamos a ponernos románticos e ir en busca de lugares para honrar al santo, que esta vez no es san Fermín ni san Isidro, sino el rosado san Valentín, como un buen vino. En Ronda, asomados a los abismos de su tajo, o en Granada haciendo lo propio desde el mirador de San Nicolás. En Sevilla, aunque aún no huela del todo a azahar. O en la blanca Ibiza, que resulta veraniega hasta en invierno. En estos destinos, con aires del sur, podréis dar alas a vuestro amor. Volar y... todo lo demás.
1. Ronda, amor profundo
Ronda es es bello pueblo malagueño que enamoró a Rilke, el poeta, por cuyo coso suspiran los toreros y a cuyo tajo excavado por el río Guadalevín hay que asomarse para saber lo que es el vértigo (a 100 metros), un magnífico puente, unos jardines casi colgantes, lo mismo que las casas -Cuenca en la memoria- y la belleza. La villa, atravesada de callejuelas y cuajadita de monumentos, palacio del Rey Moro e iglesia del Espíritu Santo incluidos, no podía ser más pintoresca, ni el rincón abisal más romántico. Si os entran ganas de mar, el Mediterráneo está a un paso. Si las ganas son de montaña, a su alrededor (y el vuestro) están las sierras de Grazalema y las Nieves. Y no lo olvidéis, porque tiene miga, esta es tierra de bandoleros (El Tempranillo y compañía).
Para comer: Casa María (Plaza Ruedo Alameda 27).
Para dormir: Parador de Ronda, junto al Puente Nuevo, oh cielos, y con vistas al Tajo.
2. Sevilla sigue teniendo un color especial
No es primavera y no es tiempo del azahar, pero Sevilla es un destino la mar de amoroso aunque sea fuera de temporada. La Giralda, Triana, la Torre del Oro y el Guadalquivir están ahí y os harán felices y olé. Pero si queréis darle un toque más íntimo a lo vuestro, podéis apuntaros a vivir una experiencia en los baños (Ancient Baths) de Aire, que es todo un ritual en un edificio con alma en pleno barrio de Santa Cruz (calle Aire 15). Nada menos que una casa palacio mudéjar. Una vez dentro, silencio, luz de velas, melodías relajantes... El jardín de Epicuro tenía que ser algo así. Tal vez habría que preguntarles a aquellos locos romanos: aquí hay tepidarium (agua templada), caldarium (caliente) y frigidarium (fría), además de baño de vapor, baño de sal y flotarium. Esta vez flotaréis y será real. Después vienen lo masajes de mil tipos, el cava, los bombones, las brochetas de fruta fresca y los zumos naturales. El lujo es así.
Para comer: Jaylu (López de Gomara 19, en Triana).
Para dormir: Hotel Alfonso XIII, un clásico, junto a los Reales Alcázares y la catedral.
3. Ibiza, cuando la isla se pone tranqui
Alboroto veraniego aparte, la isla balear sabe cómo ser tranquilamente mediterránea, más ahora con la excusa del invierno y su paz. Así que juntos muy juntos os podéis escapar por ejemplo a Santa Eulària des Riu y aprovechar para vivir la Ibiza más tradicional. Aquí también hay rutas de senderismo; no todo iba a ser bailar. Por ejemplo, un recorrido de unos tres kilómetros sin dificultad alguna que puede resultar muy romántico: pasa por enclaves naturales, culturales y el propio pueblo y parte de su río -sí hay un río en la isla-. No hay que perderse Santa Gertrudis, Es Figueral o el Puig d'Atzaró, con sus 218 desafiantes metros de altitud. Ademas, estaréis en la tierra donde se produce el 80% de la agricultura ibicenca. Es el momento de entregaros, amén de otros placeres, a la sobrasada, la ensalada pagesa, el bullit de peix o el famoso flaó.
Para comer: Sa Finca (Urbanización Buenavista 92).
Para dormir: Aguas de Ibiza, un cinco estrellas con spa de lujo.
4. Granada, con vistas a la Alhambra
Granada tiene toda la poesía (de Federico García Lorca) para un día como el de los enamorados. El Paseo de los Tristes, desde la Plaza Nueva a orillas del Darro; el Albaycín, calle arriba calle abajo, los cármenes con sus cipreses, el eco de Manuel de Falla y el de los Morente, y la Alhambra soñada, sobre todo cuando se ve desde el mirador de San Nicolás con Sierra Nevada (muy nevada) de fondo. Aunque tiene hechura de único, y con música callejera de fondo, hay otros como el de San Cristóbal o el de la Lona. Por momentos os sentiréis en Marruecos cuando enfiléis las Caldererías, la Nueva y la Vieja, y todo se llene de teterías y tiendas-bazar. El Albaicín no puede haceros olvidar el racial Sacromonte y sus cuevas. Ni que decir tiene que la Alhambra y sus bosques son no ya imprescindibles sino necesarios. Te enamorarás de ella (y ahora hablamos de la ciudad).
Para comer: Carmen Mirador de Axia (Carril de San Agustín 2).
Para dormir: El Ladrón del Agua, palacete del siglo XVI con nombre de poema de Juan Ramón Jiménez en el Albaicín.
¿Tienes un dispositivo móvil iOS o Android? Descarga la APP de Vanitatis en tu teléfono o tablet y no te pierdas nuestros consejos de moda, belleza y estilo de vida. Para iOS, pincha aquí, y para Android, aquí.
Vamos a ponernos románticos e ir en busca de lugares para honrar al santo, que esta vez no es san Fermín ni san Isidro, sino el rosado san Valentín, como un buen vino. En Ronda, asomados a los abismos de su tajo, o en Granada haciendo lo propio desde el mirador de San Nicolás. En Sevilla, aunque aún no huela del todo a azahar. O en la blanca Ibiza, que resulta veraniega hasta en invierno. En estos destinos, con aires del sur, podréis dar alas a vuestro amor. Volar y... todo lo demás.