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Gucci Garden: por qué tienes que ir ya a este templo del lujo extravagante en Florencia
  1. Estilo

Gucci Garden: por qué tienes que ir ya a este templo del lujo extravagante en Florencia

Es pura fantasía se mire por donde se mire. Da igual que vayas a husmear en los baúles de la casa, a recrearte en los delirios de Michele (y otros que le precedieron) o a comer con Massimo Bottura

Foto: La Osteria Gucci de Massimo Bottura, un lujo gastronómico. (Foto: Gucci)
La Osteria Gucci de Massimo Bottura, un lujo gastronómico. (Foto: Gucci)

Ese encantador de serpientes (o uróboros) que es Alessandro Michele, que vuelve a meternos una y otra vez en su particular cuento de hadas, con o sin Alicia, con o sin dragones -a la presentación de su colección Otoño/Invierno 2018 anteayer en Milán nos remitimos- ha recreado un jardín, muy Lewis Carroll, en la siempre inaudita Florencia. Como si Leonardo se hubiese hecho millennial y contemplara el Arno con ojos de Instagram. O como si el propio director creativo le pusiera unos Gucci al David de Miguel Ángel. Guccificando el universo y viceversa.

Te invitamos a entrar en este Gucci Garden que tiene mucho de jardín del Edén y de la recreación de la naturaleza de ese poeta viejo pero siempre nuevo que fue/es Lucrecio. Un 'De Rerum Natura' diseccionado por Alessandro M. ¡Bienvenidos al templo de lujo! Aquí no hay que descalzarse, sino al revés: ponerse las botas, sandalias o botines, en todos los sentidos. Te damos cinco razones para cruzar este maravilloso umbral.​

placeholder Así tendrías que cruzar este umbral. Con estos zapatos, calcetines y demás de la colección Crucero 2018 by Alessandro Michele. (Foto: Instagram)
Así tendrías que cruzar este umbral. Con estos zapatos, calcetines y demás de la colección Crucero 2018 by Alessandro Michele. (Foto: Instagram)

1. Un palacio para un cuento

Por supuesto, un jardín diseñado por Alessandro Michele solo podía estar en un palacio, y este no es otro que el histórico Palazzo della Mercanzia, el mismito que acoge desde 2011 el Museo Gucci. A un paso solo de la Piazza della Signoria, donde el Palazzo Vecchio. Y es que lujo y extravagancia aparte, flores, mariposas y ouroboros, esos animales mitológicos que se muerden circularmente la cola, y otros elementos de este fabuloso edén, este templo para sibaritas se encuentra en Florencia. O sea, síndrome de Stendhal a la vista. Te dolerán los ojos de mirar. Belleza, nos ponemos poéticos y filosóficos, embriaga.

placeholder El jardín palaciego de Gucci en Florencia. (Foto: Gucci)
El jardín palaciego de Gucci en Florencia. (Foto: Gucci)

2. Entre Borges y Cortázar

Lo que hay aquí es un mundo propio, por supuesto confeccionado para cronopios, pero al que se matarían por entrar las famas. Con mucho también de biblioteca infinita y libro de arena. Queremos decir que aquí hay una tienda (¿o habría que decir gabinete?) de objetos singulares y exclusivos (bombers de seda con la leyenda Gucci Garden, bolsos y zapatos en materiales distintos, piezas de Gucci Décor, revistas raras y una colección de libros de la Antica Libreria Cascianelli de Roma) y una zona de exposición más que obligada, la Gucci Garden Galleria, en manos de la crítica Maria Luisa Frisa, en la que la casa florentina se autohomenajea. ¿Cómo? Desempolvando sus archivos y sacando a la superficie su fondo de armario, con elementos de antiguas campañas de publicidad, imágenes de artesanos y objetos retro. Y...

placeholder La boutique de Gucci Garden. (Foto: Gucci)
La boutique de Gucci Garden. (Foto: Gucci)

3. … ¡una Osteria!

Que no es la Francescana, esa que goza de todos los honores en el Olimpo gastronómico, con los pies en la tierra de Módena, donde el vinagre, pero igualmente comandada por el irreverente y revolucionario Massimo Bottura, ¿el Alessandro Michele de la gastronomía? Tres estrellas Michelin sobre este cielo o una conjunción de los astros que se sirve en platos de cocina italiana de siempre (pastas, risottos, etcétera) más las reinvenciones propias de una gloria de los fogones. La experiencia promete ser multisensorial. Lo de Paco Roncero pero en Florencia. Y ni qué decir tiene que la vajilla es particular, como todo en este patio.

4. Guccificación total

Pero volvamos a la Galleria, a esta exposición que te llevará piso arriba piso abajo. Porque aquí está 'Guccification', una sala donde podrás ver la Doble G en todas las formas habidas y por haber, y las distintas asunciones del nombre de la firma alentadas por Michele desde Instagram: Guccy, Guccify, Guccification. Aquí también 'Paraphernalia', con todos los códigos emblemáticos y simbólicos que constituyen la identidad de la marca -hay un recuerdo a otros directores como Frida Giannini o el propio Tom Ford-; 'Cosmorama', donde se hace un repaso a los clientes históricos, por supuesto de la jet set; 'De Rerum Natura', que recuerda y mucho a los museos de historia natural y que abunda en la enorme curiosidad del director creativo por los animales y los jardines, personajes de su narrativa, y 'Ephemera', que invita a un viaje de los sentidos, por si no hubiera sido poco ya. Y lo hace con objetos, vídeos y recuerdos de antaño. Sí, Gucci existe desde 1921.

placeholder El espacio 'De Rerum Natura'. (Foto: Gucci)
El espacio 'De Rerum Natura'. (Foto: Gucci)

5. Arriba el telón

A tanto derroche de creatividad no le podía faltar un telón que alzar y en cierto modo lo hay. Está en el pequeño auditorio cinematográfico, todo de terciopelo rojo -le habría gustado a Dalí-, donde podrás ver películas, por supuesto experimentales. Para abrir boca, 'Zeus Machine/Phoenix', un corto del colectivo Zapruder. El atrezo está, cómo no, siempre ahí, anticipando y dando cuerpo al espectáculo. A las alegrías estéticas de la casa se suman las de artistas como Coco Capitán, la sevillana que conquistó a Gucci; Trevor Andrew, un exolímpico snowboarder canadiense, alias GucciGhost, o Jayde Fish, que se inspiraba en las colecciones de Michele y ha terminado aliándose con él. Y ello junto a un retrato ecuestre gigante de Domenico Induno (siglo XIX). Lo que se dice el peso de la historia.

placeholder Esta Cinema da Camera habría vuelto loco (más) a Dalí. (Foto: Gucci)
Esta Cinema da Camera habría vuelto loco (más) a Dalí. (Foto: Gucci)

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Ese encantador de serpientes (o uróboros) que es Alessandro Michele, que vuelve a meternos una y otra vez en su particular cuento de hadas, con o sin Alicia, con o sin dragones -a la presentación de su colección Otoño/Invierno 2018 anteayer en Milán nos remitimos- ha recreado un jardín, muy Lewis Carroll, en la siempre inaudita Florencia. Como si Leonardo se hubiese hecho millennial y contemplara el Arno con ojos de Instagram. O como si el propio director creativo le pusiera unos Gucci al David de Miguel Ángel. Guccificando el universo y viceversa.

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