¿Ha cambiado Kim Kardashian las campañas de moda?
Si crees que exageramos, fíjate en las campañas de Yeezy y compáralas con la última de Balenciaga
Cuando Kim Kardashian fue fotografiada con once looks diferentes de Yeezy en el mismo día, las alarmas fashionistas saltaron. Kanye West y Kim tramaban algo. No se equivocaban. El boom de outfits respondía a una estrategia de marketing realmente innovadora consistente en crear la siguiente campaña de Yeezy haciendo de las fotografías con madera de paparazzi su emblema. Por si fuera poco, la segunda parte de la campaña contó con diversas celebridades conocidas gracias a las redes convertidas en clones de Kim Kardashian. Las doppelgängers, entre las que se encontraba Paris Hilton, no solo vestían como Kim, sino que emulaban su actitud ante la prensa gráfica, pues Kim no se oculta ante los medios, sino que se crece.
Balenciaga dice 'Yeezy'
La campaña primavera/verano 2018 de Balenciaga parece la continuación de la serie Yeezy. Las modelos posan rodeadas por sus guardaespaldas y son perseguidas por los omnipresentes paparazzi mientras posan como las famosas que son pilladas 'in fraganti' por la prensa, por lo que cubren sus rostros con sus manos o bolsos y posan con caras de incomodidad. Los guardaespaldas, por si fuera poco, son guardaespaldas reales contratados por la firma francesa para acompañar a las modelos de la campaña en sus sesiones de shopping, sirviendo así de espejo de una realidad que cada vez lo es menos. El giro final es que las imágenes las firma Best Image, una reconocida agencia fotográfica parisina. Tengamos en mente que la campaña de Yeezy acredita a Splash News como autor de las imágenes.
La diferencia entre las fotografías tomadas por los paparazzi de antaño o las tomadas en la actualidad a personajes que realmente no quieren salir en los medios y entre las que hoy se hacen a modelos y reinas de las redes sociales radica en que las primeras sí posan cubriéndose la cara y mostrando incomodidad, tal y como refleja Balenciaga en su campaña, pero las mujeres que comprenden la segunda categoría no se ocultan, sino que luchan por salir en las imágenes. Viven del glamour de sus looks y de sus rostros perfectos, esos que posiblemente sean el resultado de horas de maquillaje aunque simplemente hayan salido de casa para ir a la tienda de al lado. El que los fotógrafos las inmortalicen hace que las marcas que les regalan ropa rentabilicen una generosidad que en realidad busca un evidente beneficio económico.
La mentira del 'street style'
En la actualidad, los looks de las celebrities en su día a día son los que nutren las webs de moda e incluso la versión impresa de dichos medios, pues las que hoy son iconos de estilo rara vez salen de casa sin que sus estilistas hayan calculado y dado el ‘ok’ a sus looks.
Hoy en día, conocer el día a día -planificado y bañado por filtros, no nos engañemos- de las celebrities es tan sencillo como abrir Instagram, pero en los años 50 los paparazzi eran la llave que abría las puertas de la cotidianidad de los famosos con sus fotografías de calle. Las marcas son conscientes de que las celebridades van a ser fotografiadas con los looks que les envían, algo que no ocurría tan a menudo con las supermodelos de antaño, por lo que los paparazzi se han convertido, sin saberlo o sin ser este su cometido, en el escaparate de la moda actual y en el vínculo entre las marcas y las famosas.
Cuando Steven Meisel emuló la estética paparazzi con la que bañó un editorial de 'Vogue' en la campaña primavera/verano 2012 de Dolce & Gabbana, una tendencia que el fotógrafo Tim Walker ya había desarrollado, la estética paparazzi comenzó a despertar. Años después, Moschino repetía la formula en la campaña primavera/verano 2017, contando con dos de las modelos que más cuidan sus looks en su día a día: Bella y Gigi Hadid. Tanto es así que Mimi Cutrell, estilista de Gigi y en ocasiones de Bella, cuenta ya con el hashtag #styledbymigi, que incluye en las imágenes que los paparazzi toman por la calle de Gigi. De hecho, esas imágenes diarias dan forma al book de Cutrell, que cada día ve su trabajo inmortalizado y publicado en medios de moda sin haber participado en una editorial ni en una producción para lograrlo.
Aunque somos conscientes de que las campañas cuentan con prestigiosos estilistas para dar forma a los espectaculares looks que sus imágenes ilustran, el que ahora parezcan ser obra de los paparazzi aporta cierta credibilidad, esa que los anuncios tradicionales ha desgastado. Lo mismo ocurre con los looks de las celebridades: por mucho que sospechemos o incluso sepamos que hay un estilista tras tanta perfección, el que lleven un café en la mano o el que acaben de salir del supermercado nos hace pensar que estamos asistiendo a un desfile en el que el estilo personal de cada uno es el protagonista. Los fans de la moda, al fin y al cabo, amamos el halo aspiracional de esta industria, por lo que tendemos a interiorizar estas sutiles mentirijillas en aras de seguir alimentando este sueño.
Cuando Kim Kardashian fue fotografiada con once looks diferentes de Yeezy en el mismo día, las alarmas fashionistas saltaron. Kanye West y Kim tramaban algo. No se equivocaban. El boom de outfits respondía a una estrategia de marketing realmente innovadora consistente en crear la siguiente campaña de Yeezy haciendo de las fotografías con madera de paparazzi su emblema. Por si fuera poco, la segunda parte de la campaña contó con diversas celebridades conocidas gracias a las redes convertidas en clones de Kim Kardashian. Las doppelgängers, entre las que se encontraba Paris Hilton, no solo vestían como Kim, sino que emulaban su actitud ante la prensa gráfica, pues Kim no se oculta ante los medios, sino que se crece.