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Del match en Tinder al fracaso amoroso hay solo un paso: evítalo con estos consejos
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Del match en Tinder al fracaso amoroso hay solo un paso: evítalo con estos consejos

Mucha app y mucho Tinder, pero al final se impone lo de siempre: el jugoso dicho de que quien mucho corre pronto para. Lo rápido puede ser práctico, pero también desastroso

Foto: No te lleves sorpresas. Toma nota de estos trucos para conseguir que todo fluya en tu nueva relación. (Imagen: Pull and Bear)
No te lleves sorpresas. Toma nota de estos trucos para conseguir que todo fluya en tu nueva relación. (Imagen: Pull and Bear)

Vivimos en un tiempo en el que todo va muy rápido, sobre todo en cuestiones sentimentales. Hace unas décadas, para ligar tenías que salir, conocer gente, enterarte si la otra persona estaba interesada, tontear durante un tiempo, tener varias citas… Ahora basta con que haya un match en Tinder para saltarte ese preliminar que bien podía llevarte semanas o incluso meses. Conocer a alguien que busque lo mismo que tú en materia sentimental o sexual nunca había sido más fácil y rápido. Y, a veces, esa rapidez se traduce en acelerar todo el proceso. Y, aunque parezca práctico, en ocasiones puede resultar desastroso.

La historia de Fulanito y Menganita

Imaginemos un caso. Menganita conoce por Tinder o por un amigo común a Fulanito. Quedan, se caen bien y están convencidos (como todos los enamorados) que están viviendo una historia de amor única. Menganita, que hacía tiempo que buscaba una relación estable, ve a Fulanito como dechado de virtudes. Se adapta a sus horarios, a sus amigos, a sus hobbies y empieza a hacer planes de futuro. Estos pueden ir desde casarse hasta pedir una hipoteca juntos pasando por dar la vuelta al mundo. Pero mientras todo esto ocurría a un ritmo tan vertiginoso, el tiempo transcurría a la cadencia de siempre. Y si miramos el calendario descubriremos que apenas ha pasado un mes. Ha sido muy intenso, eso sí que lo tiene. Pero es un mes al fin y al cabo. Y hay algo que Fulanito y Menganita no pueden negar: no se conocen.

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La historia puede tener tres desenlaces. A) Fulanito y Menganita realmente estaban viviendo una historia de amor que ríete tú de 'Titanic' y acaban casados y comiendo perdices. B) Fulanito huye despavorido al ver que Menganita se ha montado una película que no tiene que ver nada con la historia de 'amigos con derecho a roce' que él barruntaba en su cabeza. C) Menganita descubre tarde y mal que Fulanito es un auténtico fistro cuando el descalabro es ya mayúsculo. Nos gustaría que la historia acabara con la opción A, pero reconozcamos que la mayoría de relatos de este tipo concluyen con el B y, en algunos casos, con el C, aderezados con unos cuantos llantos y mucha decepción. ¿Qué es lo que ha ocurrido aquí? Que Menganita, probablemente, es una adicta al amor rápido y si no le pone remedio, esto va a ser como la historia interminable, porque va a repetir el mismo comportamiento con Zutanito, que será el siguiente 'gran amor' que durará un telediario. ¿Cuáles son las razones que nos llevan a correr demasiado en el amor y cómo podemos ponerles freno?

Los problemas del apego

Menganita es con toda probabilidad una adicta al amor rápido. Cuando conoce a alguien, quiere que encaje perfectamente en el esquema que ella se ha montado. Busca a alguien con quien tener una historia de amor que le dé seguridad. Y es más importante el fin (la relación idílica) que el medio (encontrar a la persona adecuada y, si puede ser, no asustarla). ¿Te sientes identificada con Menganita? Probablemente, en otros aspectos de su vida, Menganita es también una persona impulsiva e impaciente. Aunque la característica principal de la susodicha es que suele tener problemas con el apego, esto es, según Ana Fernández, sexóloga y presidenta de la Asociación Asturiana para la Educación Sexual (Astursex) y directora del curso de sexología de la Universidad de Oviedo, “los vínculos afectivos que aprendemos de peques”. La especialista explica que ese “ir demasiado deprisa” está relacionado “con alguna forma de apego inseguro, que nos lleva a buscar de forma ansiosa la proximidad de la figura que puede cubrir nuestra necesidad de afecto”.

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Ranas que parecen príncipes

Las prisas nos pueden llevar a tomar por un idílico príncipe azul a una rana convicta y confesa. En esa primera etapa de enamoramiento, en la que se idealiza a la otra persona, se obvian los defectos o se mira a otro lado para no verlos. Por algo se dice que el amor es ciego. Esa idealización es habitual en la primera fase, pero en casos como el de Menganita llega a la exageración. Al principio de una relación todo son expectativas y después tenemos que adaptarnos al hecho de que la realidad no es como la imaginamos.

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El problema es que si hemos renunciado a nuestra vida para compatibilizarla con el presunto señor de azul nos cuesta más reconocer nuestro error, pues ya hemos invertido mucho y muy rápido en la relación. Y la otra persona también se puede sentir agobiada al sentir que todo lo tiene que hacer en pareja. Por ello, Fernández recomienda “no desatender nuestro espacio personal y esperar que la otra persona también nos busque”. La especialista advierte también que al pisar el acelerador es posible conseguir justamente el efecto opuesto al que buscamos: “Agobiar a la otra persona, que tal vez solo quería un encuentro lúdico sin más complicaciones”.

Cuándo ponerle remedio

En general, tenemos tendencia a repetir las mismas historias. No en vano somos el animal que tropieza dos veces (y a veces algunas más) con la misma piedra. “Todas las personas tenemos preestablecido un ‘guion de vida’, que se relaciona con la forma en la que aprendemos a querer y a ser queridos. Y ese guion lo repetimos en nuestras relaciones sentimentales”. Si ese argumento es sano, no hay por qué preocuparse. Pero cuando es un poco obsesivo y nos conduce una y otra vez a la infidelidad, hay que ponerle remedio. “Hay casos en los que se debería acudir a una consulta de sexología para resolverlo, porque si no, vamos a estar repitiendo comportamientos similares aunque cambiemos de pareja”.

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Vivimos en un tiempo en el que todo va muy rápido, sobre todo en cuestiones sentimentales. Hace unas décadas, para ligar tenías que salir, conocer gente, enterarte si la otra persona estaba interesada, tontear durante un tiempo, tener varias citas… Ahora basta con que haya un match en Tinder para saltarte ese preliminar que bien podía llevarte semanas o incluso meses. Conocer a alguien que busque lo mismo que tú en materia sentimental o sexual nunca había sido más fácil y rápido. Y, a veces, esa rapidez se traduce en acelerar todo el proceso. Y, aunque parezca práctico, en ocasiones puede resultar desastroso.

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