Próximo destino: Calma Ubud, el exótico y relajante hotel de una española en Bali
Si cierras los ojos y te pones a soñar, así sin muros ni fronteras, lo más seguro es que tarde o temprano se te aparezca esta isla de Indonesia, donde aún reina una paz casi ancestral
El verano suena a Bali, a islas paradisiacas de ensueño, a arrecifes de coral, a cuidadísimo jardín y a playas infinitas en las que deambular, cual Proust, en busca del tiempo perdido. Sí, si te pones a soñar, seguramente te saldrá Bali. Las vacaciones, por fortuna, nos devuelven a nuestros particulares edenes, acaso esta joya indonesia, en el archipiélago de la Sonda, donde casi todo es mar y que puede recorrerse de punta a punta, más ahora que se ha dormido el volcán sagrado, que se alza imponente sobre los campos de arroz, el Gunung Agung. Pero Bali es también palmeras cocoteras, rituales, templos y Ubud, su corazón cultural. Aquí es donde hemos encontrado el Calma Ubud, el hotel balinés que soñó (e hizo realidad) una española.
Pero antes de cruzar su umbral, aviso a navegantes. No hay que perderse el lago Bratan, el segundo más grande de la isla, habitado por la diosa a la que está consagrado el templo Ulun Danu, allá sobre un islote rodeado de conos volcánicos; el templo que no tiene vértigo y se asoma desde un promontorio al inmenso mar, el Tanah Lot, francamente alucinante; el Templo Madre de Besakih (22 en uno), las terrazas de Tegalalang, arrozales casi proverbiales; las plantaciones de café, que también las hay; la zona de Kintamani, la aldea tradicional Penglipuran, que tanto protege sus costumbres (y su felicidad), y la naturaleza, que es de impresión en la llamada isla de los dioses (y de los hombres). Entramos ya en el Calma Ubud.
Puro Bali
Para empezar, este hotel con el que soñarás a partir de ahora mismo está perdido entre los arrozales balineses, cerca pero lejos del bullicio de la ciudad de Ubud, en la que el turismo se pone exótico, sostenible y muy auténtico. Siguiendo por su decoración que está cortada por el patrón balinés y por la evidencia de que, como dice bien su nombre, en sus adentros (y afueras) reina la calma y la paz. Como si el mindfulness de marras se hubiera inventado aquí. Una isla divina, claro que sí.
Una española en Indonesia
El Calma Ubud es balinés a rabiar, decíamos, pero su propietaria, atención, es española. Una española en Bali: Soraya Nicolás, que llegó a este destino por culpa del yoga y quiso que “la arquitectura tropical y el estilo contemporáneo se fundiesen aquí para dar lugar a un hotel de ensueño”. Exactamente el lugar ese que andabas buscando para desconectar de la oficina, el móvil, otras pantallas y demás, y para conectarte con la naturaleza. Puede sonar a tópico, pero es la (maravillosa) realidad. De fábula (y llena de animales, eso también, tortugas marinas incluidas).
¿Un hotel?
No podía ser un hotel al uso, aquí no. Se trata de un complejo de villas en un paraje natural espectacular, sin exagerar; nada más que diez habitaciones, todas ellas con terraza y algunas con baño al aire libre, y dos villas privadas envueltas en el verde que precede al gran azul. Los materiales son autóctonos (de Indonesia) y el mobiliario, tradicional. O sea, mucha madera de teca y ratán natural, que luego se mezcla con alfombras orientales, objetos de artesanía balinesa, piezas de anticuario y obras de artistas locales por aquí y por allá. Una piscina con forma orgánica, es decir, respetando la orografía del terreno, en medio del jardín, entre palmeras y con vistas a la jungla y los arrozales, redondea el conjunto. A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que la tierra prometida era esto.
Otros placeres
La selección de frutas frescas tropicales recién cortadas y zumos naturales recién hechos para el desayuno te pondrán aún más la miel en los labios. Amarás tus vacaciones. Y luego llegará la comida, la hora de probar los platos locales (el nasi goreng, el beef rendang, el tuna sambal matah o el pollo al curry), el té de la tarde acompañado de los dulces artesanos, la magnífica puesta de sol, el masaje balinés (de 15 minutos, incluido en el precio si te quedas más de dos noches) y la cena, también un canto (riquísimo) a la tradición.
Y el yoga, que no falte
Aquí la meditación llega sola, sin que uno se dé cuenta. Pero además se puede practicar yoga -¿puede haber un lugar mejor?- y hasta darse un relajante baño en una bañera natural llena de flores. Bali tiene estas cosas. Eso no quita para que luego te pongas las pilas y te escapes a Ubud a un concierto de música en vivo y en directo, visites sus templos, te pierdas por sus animadas calles y contribuyas a engordar la alegría imperante. La multiculturalidad está servida.
Dónde: Calma Ubud. Jalan Tirta Tawar. Ubud, Bali (Indonesia).
Precio: desde 70 euros habitación doble con desayuno.
El verano suena a Bali, a islas paradisiacas de ensueño, a arrecifes de coral, a cuidadísimo jardín y a playas infinitas en las que deambular, cual Proust, en busca del tiempo perdido. Sí, si te pones a soñar, seguramente te saldrá Bali. Las vacaciones, por fortuna, nos devuelven a nuestros particulares edenes, acaso esta joya indonesia, en el archipiélago de la Sonda, donde casi todo es mar y que puede recorrerse de punta a punta, más ahora que se ha dormido el volcán sagrado, que se alza imponente sobre los campos de arroz, el Gunung Agung. Pero Bali es también palmeras cocoteras, rituales, templos y Ubud, su corazón cultural. Aquí es donde hemos encontrado el Calma Ubud, el hotel balinés que soñó (e hizo realidad) una española.