Flexibilidad, pasión y resiliencia, claves en el nuevo paradigma del éxito

Cada época de la historia tiene su propia concepción del éxito, y la incertidumbre que marca el momento actual ha contribuido a transformar las expectativas, necesidades y actitudes que vinculamos al logro de nuestras metas. Muestra de ello es, por ejemplo, la Gran Renuncia, ese fenómeno social iniciado en Estados Unidos que ha provocado que una ola masiva de personas, descontentas con el papel que el trabajo juega en sus vidas, hayan decidido renunciar a sus empleos.

El informe 'The Great Realization: tendencias aceleradas, urgencia renovada' hace una radiografía del panorama laboral de 2022 y viene a confirmar esta tendencia en auge, mostrando que ahora los trabajadores no solo buscan salarios competitivos, sino bienestar, desarrollo personal, flexibilidad y conciliación.

Estamos ante un nuevo paradigma y, en este escenario, conceptos como pasión, motivación o cambio juegan un papel clave. De todo ello ha charlado Nacho Gay, director de Vanitatis, con Clara Pueyo, 'country manager' de Inmode Iberia, y con Ana Ibáñez, directora de MindStudio y experta en entrenamiento mental de alto rendimiento. Ha sido en el transcurso del encuentro '¿Cuáles son las claves del éxito?', una inspiradora conversación celebrada en el Spazio Vbomadrid (C/ Villanueva, 13, Madrid), en la que ambas empresarias han ofrecido pautas para intentar descifrar este concepto.

Para ello, el primer paso ha sido el de tratar de acotar qué es el éxito en la actualidad. No es tarea fácil pues, como ha señalado Ana Ibáñez, habría “tantas definiciones como personas. Desde el nivel mental, yo diría que tiene que ver con esa sensación de estar viviendo la vida que queremos vivir”, y Clara Pueyo ha añadido dos claves más: flexibilidad y pasión. Se trataría, ha señalado, “de ser flexible, no apegarse a las metas y disfrutar con convicción y pasión del camino hacia los objetivos. Hay que asumir el cambio como una variable constante que no debe desequilibrarnos, sino sumar”.

También se trata de perder el miedo a los 'mandatos’ sociales que hemos heredado. En este sentido, el director de Vanitatis ha planteado la cuestión acerca de cómo los roles de género pueden llegar a lastrar el camino hacia el éxito, preguntándose si hay una percepción del éxito diferente entre las mujeres y los hombres. “La capacidad de liderar no tiene que ver con el género, sino con habilidades que pueden ser innatas o que se pueden trabajar”, ha asegurado la 'country manager' de Inmode.

"El éxito tiene que ver con esa sensación de estar viviendo la vida que queremos vivir" (Ana Ibáñez, MindStudio)

Un punto esencial en el que a menudo nos perdemos es esa confusión entre las metas personales y las metas profesionales. Tradicionalmente, se ha vinculado el éxito con nuestra vida laboral, ha apuntado Ana Ibáñez: “Pensábamos que tener éxito iba vinculado a sacar lo mejor de nosotros mismos en la profesión, sin tener en cuenta la vida personal”. Pero, como ha añadido, “es clave poder vincular ambos mundos y aceptar que ambas facetas, la profesional y la personal, van a retroalimentarse. Debemos perderle el miedo y dejar que cada rol enriquezca al otro”.

Aun coincidiendo en el fondo, Ana Ibáñez ha introducido un matiz diferencial: “En la mujer, el éxito es más inclusivo. La mujer no puede perder de vista el entorno, por lo que, por mucho que tenga éxito, no lo va a sentir como tal si en sus otras esferas hay áreas que no están bien. En masculino, el éxito es más individualista”. Esta visión iría ligada a la herencia cultural, ha apuntado Clara Pueyo. “Nosotras somos más capaces de integrar deficiencias e inseguridades, y de comunicarlo”.

Así, el individualismo a la antigua usanza es otro de los valores a la baja en este nuevo paradigma del éxito. Se trata, han señalado ambas expertas, de “aportar valor, y la base está en la filosofía de partida de la empresa”. El ambiente de trabajo, bueno o malo, permea y repercute en el equipo positiva o negativamente. “Tiene que haber algo más allá del individualismo, y ese algo nos hace mejores”.

Ese ‘algo’ también tiene un componente de entrega, por lo que uno hace. En la vieja lucha entre la razón y el corazón, entre el cerebro y la pasión, ¿qué es lo que apuntala el camino hacia el éxito? En el caso de Clara Pueyo, “liderar tiene que ver con la parte racional, pero cuando metes pasión introduces un motor acelerador del proceso hacia la consecución de las metas”. Es el signo de los nuevos tiempos, ha corroborado Ana Ibáñez: “La pasión es magia, es dejar que ocurran cosas que no están escritas, es flexibilidad. Ese acelerador cerebral viene de áreas del hemisferio derecho que nos hacen sentirnos cómodos y seguros, con lo que sacamos lo mejor de nosotros”. De alguna manera, es darse permiso para hacer las cosas de otra forma, y “esto viene del equilibrio entre la razón y la pasión”.

Este equilibrio no es sencillo, y menos aún cuando nos ponemos trampas. Tal y como ha recordado Nacho Gay, un estudio sobre liderazgo femenino realizado por KPMG ('Advancing the future of women in business: A KPMG Women’s Leadership Summit Report 2020') revelaba que el 75% de las ejecutivas había experimentado en su carrera el síndrome de la impostora. A partir de este dato, ha planteado la importancia de reconocer el talento propio. Es decir, la importancia de la autoestima. “Como mujeres tenemos más presión social -ha señalado Clara Pueyo-. Tenemos la sobrecarga de pensar que debemos ser perfectas en todos los ámbitos; es necesario trabajar la autoestima, porque todas sabemos qué cosas hacemos bien y qué carencias tenemos”.

"Cuando liderando metes pasión, introduces un motor acelerador del proceso hacia la consecución de las metas" (Clara Pueyo, Inmode)

El síndrome de la impostora, ha apuntado Ana Ibáñez, es “un mal que hemos sufrido todas. La clave está en que nuestra generación ha interiorizado que ser una buena profesional y aprovechar las capacidades está íntimamente ligado al esfuerzo. A medida que vamos teniendo años de experiencia y evolucionamos, recogemos el fruto de cosas que ya no nos cuestan esfuerzo porque vienen del talento innato y de esa experiencia. Y no somos capaces de apreciar el valor real de aquello que nos sale de manera natural, sin esfuerzo”.

Otra trampa del camino es la de la ambición, un concepto demasiado cargado de matices peyorativos, han coincidido las dos expertas. “Creo que la ambición es siempre buena, no me cabe en la cabeza poner en marcha cualquier proyecto sin ligarlo a ambición”, ha dicho sin dudar Clara Pueyo. Eso sí, ha añadido que “esa ambición debe ir acompañada de valores”. Por su parte, Ana Ibáñez ha recordado que la ambición es “eso que nos empuja a salir de casa y a hacer cosas. Hemos de ser ambiciosas y hablar de ello; el matiz es que debemos preguntarnos el para qué de nuestra ambición, tenerlo claro y no dejar que se vuelva contra nosotras. De lo contrario, nos puede llevar a una insatisfacción eterna”.

Porque el éxito también va de satisfacciones y desdichas, de caídas y remontadas. Y ahí un valor importante es el de la resiliencia, el de esa capacidad para mantenerse firme aun cuando la vida nos vaya dando bandazos. Junto a la resiliencia, cobra peso esa flexibilidad a la que a lo largo de la charla han vuelto una y otra vez las dos expertas. “Ante un proyecto que no funciona, debemos ser capaces de hacer cambios, de jugar con el nuevo contexto que tenemos delante”, ha insistido Clara Pueyo.

Esa capacidad de adaptación es también una herramienta contra el estrés y la ansiedad, dos de los enemigos del éxito. En este sentido, Pueyo nos ha hablado de “la importancia del autocuidado, de ese botiquín emocional en el que tenemos aquellas cosas que nos hacen sentir bien: dar un paseo, ir al gimnasio, mimarnos. Se trata de tener recursos y herramientas que nos ayuden a recuperar el equilibrio”.

Pero no hay que olvidar que el estrés cumple también con una misión, ha recordado Ana Ibáñez: “El estrés es un motor que nos impulsa, y puede ser muy positivo. Cuando nos mueve a hacer algo que, de otra manera, no haríamos, y ese algo nos va a aportar un beneficio, estamos ante un estrés positivo. Otra cuestión es que no debemos dejar que se mantenga en el tiempo, para que no se transforme en ansiedad”.