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Planta (buena) cara a la depre postvacacional
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nuestra piel también se estresa

Planta (buena) cara a la depre postvacacional

Finales de agosto y primeros de septiembre son épocas de estrés postvacacional. De primeras no es ninguna enfermedad grave, lo 'sufrimos' porque nos cuesta adaptarnos a

Foto: Antes y después de Barack Obama
Antes y después de Barack Obama

Finales de agosto y primeros de septiembre son épocas de estrés postvacacional. De primeras no es ninguna enfermedad grave, lo 'sufrimos' porque nos cuesta adaptarnos a la vuelta a la rutina, los horarios, los madrugones... En la mayoría de los casos necesitamos una semana o dos de adaptación. Y es importante que en vacaciones hayamos repuesto bien nuestras energías para volver con ganas.

¿De verdad el estrés afecta a la salud? Rotundamente sí. Los órganos vitales están ligados a los sistemas circulatorio y nervioso, que coordinan las respuestas al estrés. El cerebro lo detecta y segrega los signos que viajan a través de la sangre y del sistema nervioso en forma de hormonas. Estas señales se expanden los las glándulas adrenales causando la descarga de hormonas en dirección a los órganos vitales, que deben luchar para defenderse de las agresiones del estrés. En el hígado se incrementa el metabolismo energético, el corazón aumenta su ciclo cardiaco, los músculos sufren tirantez, tensión y tirones, y la piel desencadena inflamación y se ve dañada su barrera protectora.

Por lo general, a partir de los 30 años solemos llevar un ritmo de vida más estresante y nuestra piel ya no se recupera como antes. Es necesario hidratarla en profundidad y protegerla de los agentes medioambientales. El estrés nos provoca arrugas marcadas, bolsas y ojeras, deshidratación y flaccidez. El ejemplo más claro de cómo sufre nuestra piel es comparar la cara de un político cuando llega al poder y su rostro unos años después, como es el caso de Obama.

La piel cansada y estresada resiste peor las agresiones externas, se vuelve débil y se recupera peor de los daños. Este fenómeno de llama 'resiliencia cutánea'. Hay cosméticos específicos para estas situaciones. Debemos limpiar la piel con suavidad, así como usar cremas específicas para hidratar, relajar la inflamación y aumentar nuestro sistema de defensa. También puedes usar y hasta abusar de mascarillas regeneradoras que reparen los daños de estos meses de sol:

Oxygen Mousse de Natura Bissé una espuma limpiadora muy refrescante que tiene una fórmula oxigenante y tonificante. Evita la deshidratación y no reseca porque aporta vitaminas y minerales energizantes.

Cura de Vitamina C, Meso C de Filorga. Luminosidad inmediata y prolongada. Se usa antes de la crema de mañana y noche en un programa de choque de 21 días. La tez recupera la luz y la fatiga desaparece.

Skin Rescuer de Kiehl's trabaja para minimizar los signos visibles del estrés y promueven una barrera protectora suave y fuerte. Alivia los signos del cansancio, calma e hidrata.

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Royal Jelly de Germaine de Capuccini. Formulado con jalea real que fortalece la piel, la llena de energía y la deja lista para enfrentarse a todas las agresiones del exterior sin sufrir más daños y preservando la juventud.

SingulaDerm Xpert Reg-Masque regenera al instante la piel para volver a equilibrarla. Favorece la formación de elastina y colágeno y disminuye la profundidad de las arrugas, es altamente hidratante.

Y por el día, antes de salir a la calle, un extra de protección solar. Recuerda que es importantísimo y el mejor antiarrugas que existe. La Roche Posay ha creado una crema hidratante Anthelios KA con SPF 100 que protege durante 8 horas con una pantalla superior a 50. Cuidado, no es un protector solar para la playa, la piscina o el deporte al aire libre. Es una crema hidratante que nos protege durante todo el día del sol que nos da al pasear, conducir, tomar un aperitivo en una terraza o si trabajas junto a una ventana.

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Finales de agosto y primeros de septiembre son épocas de estrés postvacacional. De primeras no es ninguna enfermedad grave, lo 'sufrimos' porque nos cuesta adaptarnos a la vuelta a la rutina, los horarios, los madrugones... En la mayoría de los casos necesitamos una semana o dos de adaptación. Y es importante que en vacaciones hayamos repuesto bien nuestras energías para volver con ganas.

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