La cinta de correr es como una nave espacial
Nunca he entendido la magia de hacer running. El centro Veeva Form ha conseguido que piense diferente. ¿Cómo lo han logrado? No te lo pierdas.
Nunca he entendido la magia del running. De hecho, mi lema siempre ha sido que correr es de cobardes y ni siquiera perder el autobús hace que acelere mis pasos. Todo cambia, sin embargo, en el gimnasio, donde la cinta de correr se convierte en mi obligada compañera. Me acerco a Veeva Form, donde tienen una máquina llamada Veeva Vit que promete que 30 minutos en su interior equivalen a dos horas de gimnasio tradicional. Se trata de una cámara que contiene una cinta de correr en un espacio vacío cerrado herméticamente por una falda de neopreno.
Antes de meterme en la máquina, cuya estética espacial es cautivadora, me indican sus contraindicaciones. Si tienes varices, problemas de hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón o epilepsia, has de consultar con tu médico antes de utilizarla.
Tras tomarme las medidas y responder al cuestionario, me pongo la falda de neopreno que encaja con mi silueta (hay diversas tallas, hasta la XXS). Si creías que Kim Kardashian es guay por entrenar con corsé, tú lo vas a ser aún más: ceñida gracias al diseño de neopreno, este se engancha en la parte superior de la máquina contigo ya dentro y creas un espacio vacío. A medida que va subiendo la presión, sientes como si alguien se hubiera colgado de tu cintura mientras escalas una montaña. Yo me limité a andar rápido y quemé 400 calorías en media hora, algo impensable al andar sobre la cinta de correr al uso. La sesión se divide en tres fases. Durante los primeros cinco minutos, se realiza un ajuste de vacío en pocos mbares. A continuación, durante 20 minutos, se estabiliza el nivel de vacío. En los últimos cinco minutos, se reduce al nivel inicial.
Puesto que mi objetivo era poder contar una experiencia completa, mis últimos cinco minutos fueron a 30 mbares, el máximo que admite la máquina, para poder así expresar qué se siente cuando tienes tanta presión y haces ejercicio. Fue una sensación similar a andar bajo el agua. Precisamente el agua fue lo que más me costó de la sesión: has de beber al menos medio litro, ya que pierdes mucho líquido y necesitas abastecer el cuerpo con estímulos esenciales. Yo, que aborrezco el agua desde pequeña, me obligué a seguir las indicaciones. ¡Hay que ser obediente cuando te metes en una nave espacial fitness! Se puede practicar tres o cuatro veces por semana, y el intervalo entre dos sesiones no debería ser superior a dos días. Dependiendo del grosor del tejido graso y del nivel de avance de la celulitis, se recomienda realizar entre 10 y 20 sesiones de entrenamiento.
Recomendaría combinar las sesiones de Veeva Fit con ejercicios de tonificación que involucren el tren superior, como, por ejemplo, TRX. La magia de esta máquina es que la creación de vacío activa la circulación de la sangre de forma natural. Cadera, nalgas y muslos son las zonas en las que las mujeres acumulamos más tejido adiposo, pero son áreas en las que la circulación es más lenta. Con Veeva Fit se consigue una pérdida de peso óptima y una reducción de la celulitis. Aumenta el metabolismo, afina la silueta y reduce la grasa corporal. También aumenta la densidad ósea, el HDL (colesterol 'bueno') y reduce el riesgo de osteoporosis y de enfermedades del corazón.
¿Repetiría de nuevo? Sin duda. Cuando sales de la máquina, parece que flotas y sabes que has hecho un ejercicio muy completo en tan solo media hora. Al día siguiente, hice mi rutina habitual con especial hincapié en el tren superior.
Nunca he entendido la magia del running. De hecho, mi lema siempre ha sido que correr es de cobardes y ni siquiera perder el autobús hace que acelere mis pasos. Todo cambia, sin embargo, en el gimnasio, donde la cinta de correr se convierte en mi obligada compañera. Me acerco a Veeva Form, donde tienen una máquina llamada Veeva Vit que promete que 30 minutos en su interior equivalen a dos horas de gimnasio tradicional. Se trata de una cámara que contiene una cinta de correr en un espacio vacío cerrado herméticamente por una falda de neopreno.
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