La caída en desgracia del zumo de pomelo
Fue el favorito de dietas y desayunos en los 80. Y parecía que era capaz de conseguir cualquier cosa. Pero la ciencia le ha vuelto la espalda. Te contamos por qué este cítrico ya no es lo que era
Un romance gastronómico parece estar llegando a su fin: el pomelo, una fruta cincelada en el ADN dietético de los estadounidenses, está dejando de ser parte del 'american way of life'. Considerado durante décadas el alimento saludable por excelencia y la mejor coartada antioxidante para contrarrestar los estragos de la comida basura, en los últimos años su consumo ha descendido entre un 70 y un 80%. ¿Por qué ha caído en desgracia?
Las razones son, fundamentalmente, médicas. De por sí, el amargo pomelo es una superfruta, una bomba vitamínica con un sinfín de propiedades interesantes para la prevención de enfermedades. El problema viene cuando se toma en combinación con algunos fármacos, pues se ha demostrado que interactúa con ellos y evita que se degraden en el hígado; esto hace quecuando tomamos zumo de pomelo con un medicamento, recibamos una dosis médica mayor de lo habitual. “Se trata de un efecto claro e intenso –explica Abel Mariné, catedrático de Nutrición y Bromatología en la Universidad de Barcelona-. Tantoque en Estados Unidos ha llegado a proponerse seriamente poner límites a la venta de esta bebida, pues no todas las personas conocen esta interacción y pueden llegar a poner en riesgo su vida”.
Porque no son uno ni dos medicamentos los implicados. Según el doctor David Bailey, profesor de Farmacología Clínica en la Universidad de Western Ontario (Canadá) y descubridor de esta oscura relación, “hay más de 85 fármacos que pueden interactuar con el pomelo. De ellos, 43 pueden llegar a provocar graves efectos adversos, como muerte súbita, insuficiencia renal...”. Es cierto que en la letra pequeña de los prospectos suele venir esa advertencia, pero… ¿quién se lee los prospectos?
El asunto es que, a lo largo de los últimos años, el profesor Bailey se ha entregado a la investigación y divulgación de lo que considera un problema de salud pública. Poco a poco, esta información ha ido llegando a los consumidores, y buena parte de ellos son personas mayores con patologías crónicas que requieren medicación habitual. ¿El resultado? Que han ido abandonando el zumo de pomelo y poniendo en su lugar otros zumos igualmente ricos en antioxidantes, como el de açai.
Más allá del problema médico -que no debería inquietar a los amantes del pomelo que no se medican-, tenemos otros que afectan directamente al bolsillo: desde principios de esta década, una plaga conocida como ‘citrus greening’ o ‘dragón amarillo’ está asolando las plantaciones de pomelo. No solo los árboles se mueren, sino que los que sobreviven son menos productivos, ya que las frutas caen demasiado pronto y no cumplen con los estándares de tamaño habituales en Estados Unidos. Y esto ha llevado a que en Florida -estado en el que se concentran las tres cuartas partes de los cultivos- la producción haya caído más del 60% y a que el precio del pomelo -tradicionalmente un cítrico barato- se ponga por las nubes. Desalentados tanto los consumidores con menor poder adquisitivo como los que tienen enfermedades crónicas y buscan cuidar su salud, el horizonte del pomelo es más que amargo.
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Un romance gastronómico parece estar llegando a su fin: el pomelo, una fruta cincelada en el ADN dietético de los estadounidenses, está dejando de ser parte del 'american way of life'. Considerado durante décadas el alimento saludable por excelencia y la mejor coartada antioxidante para contrarrestar los estragos de la comida basura, en los últimos años su consumo ha descendido entre un 70 y un 80%. ¿Por qué ha caído en desgracia?
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