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Asexual, hiposexual, hipersexual... Dime tu frecuencia y te diré quién eres
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Sexo: ¿cuánto es lo normal?

Asexual, hiposexual, hipersexual... Dime tu frecuencia y te diré quién eres

Del cero al infinito. O, lo que es lo mismo, desde quienes jamás piensan en el sexo a quienes no se lo quitan de la cabeza. ¿A cuál de los grupos perteneces?

Foto: En cuestión de sexo no hay una dosis igual para todos. Lo que para unos es mucho, para otros es una miseria
En cuestión de sexo no hay una dosis igual para todos. Lo que para unos es mucho, para otros es una miseria

Cuenta la leyenda que, en su día, Jennifer López obligó a su entonces novio Ben Affleck a firmar un contrato prenupcial en el que se estipulaba que la pareja debería hacer el amor al menos cuatro veces por semana. Finalmente no se casaron, pero la cláusula le dio tanto juego a la cantante que algún tiempo después la incluiría en el nuevo contrato que firmó antes de su boda con Marc Anthony.

La anécdota viene a cuento porque, en esto del sexo, cada persona tiene su dosis. La de López es de cuatro escarceos semanales, la del vocalista de Deerhunter, Bradford Cox, no llega al percentil (ha declarado ser asexual) y, en cambio, la de Charlie Sheen se sale del Excel. Y, aunque desde el punto de vista fisiológico tanto el exceso como el defecto entran dentro de la normalidad, lo cierto es que la mayor o menor frecuencia de las relaciones sexuales puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza para una pareja. Porque, aseguran los sexólogos, lo importante no es si una persona siente deseo a todas horas o si el sexo le da una pereza infinita, sino si esto le supone algún problema en su vida. Si eres un orangután en celo permanente y encuentras una orangutana que sea como tú, perfecto; si lo tuyo es la abstinencia y das con sor Pura, perfecto también.

En una tabla que midiera del cero al diez el deseo sexual, podríamos encontrar los siguientes caracteres. ¿Cuál de ellos eres tú?

Asexuales

Estarían en el cero de la escala, y son aquellos que no sienten ningún tipo de impulso sexual. No se trata de que repriman su deseo, como hacen los célibes, sino que ni sienten ni padecen. Es decir, consideran que lo suyo no es una elección sino una orientación sexual, y desde páginas como Asexuality.org o desde la Comunidad de Visibilidad y Educación Sexual (AVEN) aseguran que el 3% de la población es asexual. Es frecuente que se emparejen románticamente con personas similares a ellos.

Hiposexuados

Tienen sus preferencias (pueden ser heteros, homo o bi), pero apenas prestan atención al sexo y tienen sus impulsos bajo mínimos. Por ello, rara vez se masturban o hacen el amor. En algunas ocasiones, esta falta de 'inputs' se debe a algún trastorno orgánico, pero habitualmente forma parte de un proceso de abandono en el que, progresivamente, va desapareciendo el interés por el sexo.

Célibes

Sienten tanto deseo como el que más, pero han decidido -por razones religiosas, sociales, culturales o porque les da la gana- no practicar el sexo. Es una elección. La tentación está ahí, pero la resisten como jabatos.

Hipersexuales

Es la versión contraria al hiposexuado. En lo alto de la tabla, son aquellas personas que siempre tienen ganas de marcha, que ‘necesitan' al menos un revolcón diario y que se autosatisfacen frecuentemente. Este perfil es habitual en los maltratadores, que acostumbran a obligar a sus parejas a satisfacer esta pulsión.

Sexoadictos

El centro de su vida es el sexo, hasta el punto de que altera y convulsiona todos sus pilares: familiar, laboral, social… Desde la psiquiatría se entiende como una adicción -a menudo asociada a la cocaína-, y como tal debe tratarse. Contrariamente a lo que muchas personas creen, rara vez el sexoadicto lo es debido a una sobreproducción de testosterona.

Si no te encuentras en ninguno de los grupos anteriores -ni tanto ni tan poco-, formarás parte de esa inmensa mayoría que hace lo que puede, sabe y le dejan. Por si te da alguna pista, te diremos que, según una encuesta de Durex, la media nacional está entre uno y dos coitos semanales. ¿Mucho? ¿Poco? En esto, cada cual habla según le va el juego.

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Cuenta la leyenda que, en su día, Jennifer López obligó a su entonces novio Ben Affleck a firmar un contrato prenupcial en el que se estipulaba que la pareja debería hacer el amor al menos cuatro veces por semana. Finalmente no se casaron, pero la cláusula le dio tanto juego a la cantante que algún tiempo después la incluiría en el nuevo contrato que firmó antes de su boda con Marc Anthony.

Jennifer López Noadex