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Por qué eres peor persona por las mañanas
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Por qué eres peor persona por las mañanas

Hambre y mal humor. La dicotomía indisoluble que indica que nos hemos levantado con el pie izquierdo. Existe una explicación científica para amanecer con este carácter y está aquí

Foto: ¿Por qué si no desayunamos estamos de mal humor? Todo tiene una explicación científica. (Foto: Wildfox)
¿Por qué si no desayunamos estamos de mal humor? Todo tiene una explicación científica. (Foto: Wildfox)

Llevas años echándole la culpa a la falta de sueño, los ronquidos de tu pareja y la ausencia de cafeína corriendo por tus venas, pero el secreto de tanta mala leche matutina podría estar escondido en las tostadas, las galletas y los cruasanes a la plancha. Mientras los científicos siguen debatiendo si el desayuno es la comida más importante del día o no, expertos de la Universidad de Lübeck en Alemania sugieren que nuestra primera ingesta diaria, más que proveernos de energía para aguantar estoicos el camino hacia el trabajo, lo que hace es influir en nuestro carácter... para mal. Tras bollitos, tostadas, magdalenas y demás se esconde unas cifras de carbohidratos elevados que nos convierten en seres menos tolerantes y, potencialmente, más agresivos.

La prueba de fuego

Para demostrar su teoría, este intrépido grupo de científicos no intentó meterse en el metro de Madrid en hora punta, preguntar a los viajeros qué habían desayunado y dividir sus respuestas por el número de insultos, pisotones, codazos y malas caras recibidos, sino que prefirieron conservar su integridad física y seleccionar a 87 individuos bien desayunados.

Tras la ingesta de comida se les daba a una persona dinero y a otra no. El que tenía el dinero decidía cuánto compartía con su compañero. Si el otro aceptaba la oferta, ambos obtenían el efectivo. Si la rechazaban, se iban a casa con las manos vacías. A primera vista parece sencillo, dices que sí y recibes dinero. Poco o mucho da igual, siempre será más del que tenías antes de llegar a la Universidad de Lübeck. Pero cuando el carbohidrato nos posee, la mala uva nos ciega.

¿Quién quiere ser millonario?

Los que desayunan tostadas con mermelada y zumo, por lo visto, no. El estudio alemán comprobó que el 76% de los que habían ingerido un desayuno bajo en carbohidratos (jamón, queso y leche) tenían más probabilidades de aceptar ofertas bajas, en comparación con el 47% del grupo que había consumido más carbohidratos. Para estar seguros los investigadores repitieron el experimento a lo largo de varios días y en todos los casos las personas que comían menos carbohidratos por la mañana eran más indulgentes, aceptando alrededor del 40% de ofertas bajas en comparación con el 31% después de una comida alta en carbohidratos.

¿La conclusión de los autores? Que lo que comemos influye en nuestras decisiones sociales porque juguetea con nuestros niveles de dopamina: a menos carbohidratos y más proteínas, más dopamina, la hormona de la indulgencia y la gratificación. ¿Nuestra conclusión? Si vas a pedir un aumento a tu jefe, invítale a desayunar huevos con beicon.

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Llevas años echándole la culpa a la falta de sueño, los ronquidos de tu pareja y la ausencia de cafeína corriendo por tus venas, pero el secreto de tanta mala leche matutina podría estar escondido en las tostadas, las galletas y los cruasanes a la plancha. Mientras los científicos siguen debatiendo si el desayuno es la comida más importante del día o no, expertos de la Universidad de Lübeck en Alemania sugieren que nuestra primera ingesta diaria, más que proveernos de energía para aguantar estoicos el camino hacia el trabajo, lo que hace es influir en nuestro carácter... para mal. Tras bollitos, tostadas, magdalenas y demás se esconde unas cifras de carbohidratos elevados que nos convierten en seres menos tolerantes y, potencialmente, más agresivos.

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