Las bebidas azucaradas y otros enemigos que no te ayudan a perder peso
Olvídate de dietas radicales y céntrate en el sentido común. La mayor parte de las veces, basta con aligerar las calorías de tus platos o bebidas para perder esos tres kilos de más sin apenas esfuerzo
Las dietas milagro, tan propias de esta estación, no funcionan. Esos kilos que desaparecen en unos días reaparecen con ímpetu en cuanto se deja la dieta, lo que se traduce en una frustración personal, por un lado, y en un riesgo para la salud, por otro. La buena noticia es que no las necesitamos. Para quitarte esos kilos que se resisten basta con modificar algunos aspectos de tus hábitos alimenticios. Sencillo, ¿no?
1. Adiós a las bebidas azucaradas
Cuando hace calor bebemos más, y, por alguna razón, siempre tenemos en cuenta lo que comemos, pero casi nunca lo que bebemos. Creemos que los líquidos no cuentan, así que aumentamos el consumo de bebidas azucaradas, la trampa por excelencia en nuestros hábitos alimenticios. Las bebidas azucaradas contienen azúcar, que engorda una barbaridad pero sin aportar a cambio ningún beneficio a nuestro organismo. La alternativa: lo ideal sería tomar agua, pero si te resulta aburrido, prueba a darle un poco de vidilla añadiéndole frutas naturales –limón, frutos del bosque–, hierbas frescas –hierbabuena, menta– o incluso alguna verdura como pepino o apio. Una receta imbatible y superrefrescante es añadir rodajas de pepino, limón y hojas de menta a una jarra con mucho hielo y consérvarla en el frigorífico.
2. El horno es tu mejor aliado
Prácticamente todo lo que fríes se puede cocinar en el horno. Saldrás ganando por dos razones: una, porque los alimentos absorben una gran cantidad de grasa cuando se fríen; y dos, porque pierden parte de sus nutrientes durante este proceso. El mejor ejemplo son las patatas fritas. En lugar de freírlas, córtalas en rodajas finísimas, mételas en el horno aderezadas con romero y ajo en polvo y tendrás unas chips crujientes, deliciosas y bajas en calorías.
3. Menos salsas, más especias
Las salsas siempre son más calóricas y si, además, aliñamos una ensalada con una salsa comercial, añadiremos también ciertos ingredientes –grasas trans, azúcares, etc– que la harán aún más rica en calorías. Prueba a aderezar tus platos con especias o hierbas naturales: le darán mucho sabor y te permitirán reducir no solo las salsas, sino también la cantidad de sal.
4. Empieza por el desayuno
Los cereales deben estar presentes en un desayuno equilibrado, y tenemos tanta fe en ellos que pensamos que siempre son buenos. Pues no. Los de firmas comerciales están ultraprocesados y contienen muchísimas calorías en forma de azúcares añadidos, sodio y a veces grasas de mala calidad. Haz una pequeña modificación y sustitúyelos por avena, germen de trigo, salvado o quinoa de producción ecológica acompañados con trocitos de fruta. Son más saciantes y te ahorrarás un montón de calorías.
5. Otra forma de endulzar
Tomas varios cafés o tés al día y añades una cucharadita de azúcar o miel cada vez. Cucharadita a cucharadita, al final has tomado varios gramos de azúcar, que engorda muchísimo y que podrías ahorrarte sin sufrir. Prueba a añadir al café un poco de canela, vainilla o cardamomo, muy pobres en calorías y ricos en un sabor diferente y exótico que te encantará.
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Las dietas milagro, tan propias de esta estación, no funcionan. Esos kilos que desaparecen en unos días reaparecen con ímpetu en cuanto se deja la dieta, lo que se traduce en una frustración personal, por un lado, y en un riesgo para la salud, por otro. La buena noticia es que no las necesitamos. Para quitarte esos kilos que se resisten basta con modificar algunos aspectos de tus hábitos alimenticios. Sencillo, ¿no?