Razones para hacer dieta con un profesional: perderás peso sin riesgo y definitivamente
La ayuda nunca sobra y aún más cuando se trata de algo tan relacionado con nuestro cuerpo
Un nutricionista es la mejor herramienta para saber qué, cuánto y cómo debes comer, el único camino para perder unos kilos y aprender a alimentarte bien. Después de las vacaciones de Semana Santa se activa un mantra que se repite años tras año: “Tengo que quitarme estos kilos”. Llegan los días de playa y no te gusta lo que tienes delante: la cintura un poco más desaparecida y el abdomen un poco más presente, así que empezamos a ser receptivas a las dietas milagro y a sus eternas promesas de eliminar los kilos que hemos atesorado en solo cuatro días, sin pasar hambre y sin recuperar el peso perdido. Pero es falso.
Lo sabemos porque, quien más quien menos, todas hemos caído alguna vez en el influjo de sus cantos de sirena y lo único que hemos recolectado a cambio ha sido frustración: los kilos desaparecen, cierto, pero solo para reaparecer al poco tiempo (a veces, incluso con algún invitado); hemos comido poco y mal porque estas dietas giran en torno a unos pocos alimentos y, en ocasiones, nos han provocado problemas de salud. Ya sabes que esta historia no funciona, así que deja de empeñarte: ¿quieres perder peso con sentido común? Pide ayuda a un nutricionista que, como dice el equipo de Kilos Out, “te enseñará a tener una nueva relación con la comida que te ayudará a controlar tu peso y a mantenerlo estable. Un nutricionista no solo sabe de nutrición; sabe también cómo cuidar, acompañar, escuchar y ayudar sin juzgar en ningún momento a su cliente”. Hemos pedido a Kilos Out que nos digan por qué deberíamos adelgazar con un nutricionista. Esto es lo que nos han contado.
Todas las razones por las que pedir ayuda
En primer lugar, el nutricionista va a establecer un sistema que se adapte a tu estilo de vida, a tu edad, a tus circunstancias personales e incluso a tus gustos, porque “una dieta que funciona a tu compañera de trabajo no te tiene por qué funcionar a ti, de la misma forma que una dieta que te va de cine a los 30 años puede que no sea la más adecuada a los 50”.
Otra razón fundamental es que el nutricionista tiene la formación necesaria para resolver todas tus dudas: ¿por qué tengo que beber agua?, ¿qué tiene de malo el efecto rebote?, ¿por qué llevo dos semanas sin bajar ni un gramo?, ¿qué ejercicio me conviene hacer y por qué?, ¿por qué cuando tengo un problema intento resolverlo asaltando el frigorífico? Son todas esas preguntas que nos hacemos también cuando nos ponemos a dieta por nuestra cuenta pero a las que no tenemos posibilidad de dar respuesta.
Además conocen decenas de trucos para que puedas planificar tus comidas, las compras, para que aprendas a leer las etiquetas de los alimentos –que tantas sorpresas esconden–, a organizarte para no pasar hambre y a superar los picos de ansiedad, la tentación de comerte un bollo repleto de grasas y azúcares. Pueden incluso asesorarte sobre técnicas de cocina para crear platos más divertidos y que no te cansen.
Adelgazar en grupo es un buena idea: “Si quieres llegar rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, hazlo en grupo”. Los nutricionistas suelen ser partidarios de buscar aliados, amigas, familiares o colegas que también quieran deshacerse de unos kilos. “Cuando nos vemos rodeados de ejemplos muy parecidos a los nuestros, llevaremos mejor los momentos más duros de la dieta y sacaremos la mejor versión de nosotros mismos. Nunca hay que hacer una dieta de esas que te pasan por wasap porque a tu amiga le ha funcionado y te veas todos los lunes empezando de nuevo, la misma dieta u otra igual de disparatada”. Comparte tu objetivo: verás cómo todo resulta más fácil.
Y, por último, y aunque sea un ordinariez hablar de dinero: si pagamos por perder peso, nos lo tomaremos más en serio. Estaremos más pendientes de cumplir las pautas señaladas por el experto para rentabilizar la tarifa, eso seguro.
Un nutricionista es la mejor herramienta para saber qué, cuánto y cómo debes comer, el único camino para perder unos kilos y aprender a alimentarte bien. Después de las vacaciones de Semana Santa se activa un mantra que se repite años tras año: “Tengo que quitarme estos kilos”. Llegan los días de playa y no te gusta lo que tienes delante: la cintura un poco más desaparecida y el abdomen un poco más presente, así que empezamos a ser receptivas a las dietas milagro y a sus eternas promesas de eliminar los kilos que hemos atesorado en solo cuatro días, sin pasar hambre y sin recuperar el peso perdido. Pero es falso.
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