¿Has vuelto de la playa con el pelo verde/amarillo? Así puedes recuperarlo
Es el drama del final de las vacaciones: un pelo de tonos casi extraterrestres que no reconoces como tuyo
Y sin embargo, eres la principal responsable de su estado. ¿Te hiciste un tratamiento intensivo antes de ir a la playa? ¿Has protegido el cabello con un sombrero –la solución más eficaz– o con alguno de las decenas de cosméticos que han sido formulados para ello? ¿A que no? Esta reflexión se produce todos los años a finales de agosto, como un bucle: el año que viene hago todo lo que tenga que hacer para no arruinar el color del pelo. A ver si el próximo hay suerte.
Los enemigos públicos: sol, sal y cloro
Bueno. De nada sirve mirar al pasado con arrepentimiento. El mal está hecho y es probable que tu pelo luzca un peculiar tono verdoso unas veces, amarillentos otras, extraño y artificial siempre. Y aunque es verdad que las coloraciones rubias son las que más sufren, las agresiones propias del verano afectan a todos los colores de pelo, sean naturales o no.
La exposición al sol va desgastando el pigmento; el cloro reacciona con él y vira los colores, y la sal y la arena se deposita en la fibra y en el cuero cabelludo en forma de minúsculas partículas difíciles de eliminar y que asfixian literalmente el cuero cabelludo.
Del Ketchup al Fairy pasando por el bicarbonato
No es la lista de la compra. He preguntado a amigas que cada año, y ante el estado de su pelo, vuelven a repetirse aquello de “nunca más”, cómo tratan de recuperarlo. Y contestan sin complejos sobre las posibles soluciones, que pasan invariablemente por esos remedios caseros tan revalorizados en los últimos tiempos. Estas son algunas de las propuestas: aclarar el pelo con agua y bicarbonato; recurrir al socorridísimo agua de vinagre; hacer una mascarilla con dos aspirinas, agua destilada y el zumo de medio limón o aplicar ketchup, sí, ketchup, y dejarlo actuar, mientras el peluquero Luis Miguel Vecina recomienda a sus fieles, en voz bajita, emulsionar el cabello con un chorrito de Fairy (y resulta que funciona).
Champú purificante super star
No entramos en que los métodos utilizados funcionen o no, pero nadie puede quedarse solo en eso. La clave para empezar las labores de reanimación está en el champú. Pero no en cualquiera: ahora tu pelo necesita como agua de mayo un champú purificante o de arrastre, esas fórmulas maravillosas que eliminan todos los residuos del cuero cabelludo y la fibra. Es la única manera de que el cuero cabelludo vuelva a respirar y la fibra, libre de partículas, sea capaz de reordenar sus escamas y cerrarlas para que la luz vuelva a reflejarse en ella y... ¡brille!
Una visita a tu peluquero
Con esto, el pelo tiene suficiente para iniciar su camino hacia la recuperación. Pero es solo el principio. Lo más sensato es ir a la peluquería, aguantar la bronca del peluquero por el estado de tu pelo y pedir ayuda para que obre el milagro con alguno de los tratamientos específicos que ellos aplican durante un par de meses. En casa, utiliza mascarillas regeneradoras, aceites que devuelvan el brillo, fórmulas para proteger el color, en fin, toda la artillería necesaria para recuperar tu tono dorado, o cobrizo o castaño. Vamos, para volver a la normalidad, algo que se agradece cuando has vivido en primera persona su enorme capacidad para mutar.
Champú Purificante Bioearth (17,95 euros).Champú Clarificante, de Moroccanoil (22,05 euros).Champú Purificante Aqua Pure , de Wella (13,98 euros).Sheer Silver Champú , de Maria Nila (24 euros).
Illuminoil . De Jo Hansford (47,50 euros).- Acondicionador con pigmento #Colorblaster, de Indola (19,96 euros).
Acondicionador Sheer Blonde , de John Frieda (7,30 euros).- Acondicionador Soin Repigmentant, de Leonor Greyl (43,90 euros).
- Mascarilla nutritiva con Aceite de Jojoba Elvive, de L'Orèal Paris (4,99 euros).
- Máscara de triple Poder So Silver, de Matrix (22 euros).
Y sin embargo, eres la principal responsable de su estado. ¿Te hiciste un tratamiento intensivo antes de ir a la playa? ¿Has protegido el cabello con un sombrero –la solución más eficaz– o con alguno de las decenas de cosméticos que han sido formulados para ello? ¿A que no? Esta reflexión se produce todos los años a finales de agosto, como un bucle: el año que viene hago todo lo que tenga que hacer para no arruinar el color del pelo. A ver si el próximo hay suerte.
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