Coloración 'tweed', el día que el tejido más chic se coló en tu melena
Entrelazar colores hasta dar con un tono natural, este otoño damos la bienvenida en nuestras vidas al ‘tweed hair’ o la coloración más chic de la estación
Cuando Gabrielle Chanel inventó el tejido tweed inspirándose en la tapicería de sus sillas de comedor, jamás imaginaría que la caladura de lana podría trasladarse a una técnica de coloración con la que lograr que el cabello se llenara de luz y matices sin perder un ápice de naturalidad.
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El 'tweed hair' se ha convertido en uno de esos términos que resume todo lo que le pedimos al peluquero cuando llegamos llenas de dudas al sillón de la peluquería. Esta variante del balayage fusiona dos tonalidades de mechas a la vez que respeta los matices naturales del cabello. El resultado es una auténtico tejido cromático que entrelaza hebra a hebra finísimos mechones.
Mientras las mechas tradicionales parten varios centímetros alejados de la raíz, el tweed hair se aplica desde la raíz misma del cabello. ¿Significa esto que el resultado sea poco natural? No, frente a todo pronóstico estas mechas respetan los matices naturales del cabello, adaptándose al subtono del pelo, por lo que la mecha adquiere un tono que parece haber surgido por obra del sol, como si se tratara de unas baby lights.
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Mientras en otras coloraciones se busca que la raíz se vea más oscura y que parezca que el cabello se va aclarando hacia las puntas, el tweed hair busca que el cabello de la raíz sí se vea más oscuro, pero en un castaño más claro, para que el degradado no quede brusco. Siempre se juega con tonos tierra que se van atenuando a lo largo de la melena.
Pero la originalidad de la coloración de este bordado capilar no afecta a la apariencia de las raíces que tantos quebraderos de cabeza nos traen, consiste en la forma de entremezclar dos tonos de mechas diferentes, uno más claro y otro más oscuro.
Para conseguir esa explosión de luz, las mechas más claras deben ser no solo muy claras sino también muy finas. Cuanto más pequeñas sean, más natural será el resultado. Estos mínimos mechones dorados se entretejen con los mechones más oscuros, jugando siempre con tonos castaños y luminosos.
Estos pequeños mechones más claros son precisamente más finos para emular el tejido tweed que atraviesa el cabello. Sobre las mechas castañas, los mechones claros actúan como iluminadores que subrayan su presencia. El resultado final es el de un cabello castaño muy luminoso que se entrelaza con ligeras tonalidades más claras.
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La melena no queda por tanto con un tono uniforme, más bien parece un arcoíris de tonos tierra, de ahí que se asemeje a un tejido tweed que juega con claroscuros. La melena tiene mucho más movimiento a nivel óptico. Es la perfecta forma de aportar luminosidad al pelo, pero no tener que sacrificarse mensualmente para mantener las mechas en perfecto estado.
Entra dentro de los denominados rubios fáciles de mantener. Podemos dejar que la raíz crezca sin que se note muy oscura y caer en un degradado muy radical.
Cuando Gabrielle Chanel inventó el tejido tweed inspirándose en la tapicería de sus sillas de comedor, jamás imaginaría que la caladura de lana podría trasladarse a una técnica de coloración con la que lograr que el cabello se llenara de luz y matices sin perder un ápice de naturalidad.