Biden y Trump, rivales políticos y amigos de los tratamientos estéticos
Siguen políticas opuestas y tienen criterios estéticos en las antípodas. Sin embargo, Joe Biden y Donald Trump sí coinciden en el uso de la medicina para frenar el paso de los años
Igual que para analizar la campaña política se recurre a politólogos, para hacer un exhaustivo repaso estético del rostro se necesita contar con el criterio médico de varios profesionales. Y cuando los dos rostros a comparar son los de Joe Biden y Donald Trump, la precisión es una cuestión de Estado.
Los médicos estéticos consultados por Vanitatis coinciden en que tanto Trump como Biden han hecho uso de los tratamientos estéticos para mejorar su aspecto. Entre las preocupaciones que mayor atención requieren para el presidente de los Estados Unidos están los estragos que en su rostro genera su excesiva gestualidad y su crónico enrojecimiento de la piel, mientras que Biden lucha para rejuvenecer su mirada de 77 años. Uno con más acierto que otro, hacen de la medicina un apoyo electoral más, pero ¿qué se ha hecho cada uno?
Leo Cerrud, uno de nuestros médicos estéticos de referencia, lo resume en una frase: “Rivales en lo político pero con una cosa clara en común: bótox y rellenos faciales”. Ambos son usuarios habituales de medicina estética, especialmente del bótox en frente, patas de gallo y entrecejo y de rellenos en mejillas y pómulos, “pero con la diferencia de que Biden es más de bótox y Trump es más de rellenos aunque los dos llevan las dos cosas”, nos adelanta el experto.
Biden, el enemigo de las patas de gallo
La primera clave en la imagen de Joe Biden nos la da la doctora Gloria Santomauro Gosparini: “Indudablemente está muy bien asesorado con sus retoques estéticos, consiguiendo una imagen armoniosa y adecuada”. El centro de todas las preocupaciones del candidato a la presidencia de los Estados Unidos es todo el tercio superior de su rostro, concretamente, su mirada. “Se ha hecho una cirugía para quitarse las bolsas del párpado inferior que le refresca la mirada y tiene un lifting que le rejuvenece”, explica la doctora que, sin embargo, no ve el habitual abuso del bótox en la frente, donde Biden habría optado por dejarse las arrugas para mantener una imagen acorde con su edad.
Lo que no significa que Joe Biden no haya recurrido al bótox, como coinciden Carmen Navarro (directora de los centros CN) y la doctora Carmen Martín, especialista en medicina estética y directora de la clínica Carmen Martín, que apunta que “ha podido realizarse en el tercio superior del rostro (en concreto, frente y patas de gallo), para mejorar y atenuar las arrugas de expresión, un tratamiento de toxina botulínica”.
El bótox habría contribuido, según el criterio médico, su habitual efecto de rostro descansado. “Para tratar la zona orbicular de los ojos, sobre todo en el párpado inferior, puede haberse realizado un tratamiento de plasma fraccionado, un protocolo que nos permite conseguir eliminar el exceso de piel sobrante de los párpados sin necesidad de cirugía”, explica Carmen Marín, como posible alternativa a la blefaroplastia que señalaba la doctora Santomauro.
La doctora sí nos advierte de las manchas en el rostro del político que, debido a su fototipo entre 1 y 2, podría haber recurrido a tratamientos láser de CO2 y un mantenimiento de la piel con vitaminas y ácido hialurónico, para evitar la proliferación de las manchas. Lo que queda claro, bajo el criterio de la doctora Santomauro, es que Biden se ha ocupado del cuidado de su piel. Carmen Navarro va un paso más allá y apunta al uso de rellenos de ácido hialurónico en mejillas y óvalo facial para redensificar el rostro, además de una posible elevación de las cejas.
Donald Trump y sus problemas de piel
El tan comentado constante bronceado de la piel de Donald Trump tienen una clara explicación para Carmen Navarro, que apunta a la gesticulación del presidente de los Estados Unidos: “Siempre va muy bronceado para disimular los capilares rotos y logra hacerlo. Es muy expresivo y esa energía rompe capilares”, aclara. La doctora Santomauro suma a los problemas de Donald Trump una piel seborreica que no está debidamente tratada y que produce un exceso de brillo en el rostro que, de nuevo, se intenta paliar con maquillaje. Incluso recomienda una limpieza de cutis, sesiones de láser para rejuvenecimiento de la piel y algún peeling. Carmen Martín apunta que Trump podría haberse realizado un tratamiento no invasivo, sin tiempo de recuperación, como combina ondas de energía lumínica y ondas láser: “Con este protocolo, habría conseguido mejorar la pigmentación y enrojecimiento característico de su piel, atenuando a la vez el tamaño de sus poros”.
Después de analizar la calidad de su piel, los expertos se centran en los retoques estéticos del presidente, donde todos coinciden en el uso de rellenos y bótox. Carmen Navarro apunta a un relleno de pómulos para elevar las facciones y “dar sensación y aspecto más joven”. Carmen Marín también señala el uso de la toxina en otras partes del rostro, concretamente en frente, entrecejo y patas de gallo: “El resultado es una piel más uniforme y de aspecto más saludable, con una mirada más relajada y menos agresiva”.
Por último, según la doctora Santomauro, Donald Trump también habría pasado por quirófano, en concreto para realizarse un lifting con el que conseguir un rostro más terso y libre de pliegues. Tanto Santomauro como Leo Cerrud aplauden el asesoramiento estético de Biden. “Parece mucho más natural y mejor asesorado que Trump, que en ocasiones nos recuerda a Berlusconi y eso sí que es una tragedia estética”, concluye el ocurrente Cerrud, que denomina a Trump y Biden como ‘abuelos refresh’: “Gente de más de 60 años que consiguen, con mayor o menor éxito, tener un aspecto ‘fresco’ y rejuvenecido a punta de toxina botulínica y rellenos faciales estratégicos”.
Igual que para analizar la campaña política se recurre a politólogos, para hacer un exhaustivo repaso estético del rostro se necesita contar con el criterio médico de varios profesionales. Y cuando los dos rostros a comparar son los de Joe Biden y Donald Trump, la precisión es una cuestión de Estado.