Ha llegado el blush drapping: el contouring natural y con pocos pasos
Creíamos que el contouring había desaparecido, pero solo se ha adaptado a las nuevas demandas. El blush drapping ofrece un acabado más natural con menos pasos y ya lo estamos viendo en redes sociales
El rubor se ha convertido en el aliado de los maquillajes diarios. Aporta algo de color a las mejillas, ayuda a generar la sensación de piel ligeramente bronceada y, ahora, también es una herramienta para esculpir el rostro a través del blush drapping. El contouring con el que Kim Kardashian y Mario Dedivanovic se hicieron conocidos mundialmente, e incluso lanzaron una exitosa marca de cosmética, lleva años de capa caída.
La técnica se basaba en las correcciones del rostro a base de dos tonos con los que sombrear unas zonas e iluminar otras, marcando los ángulos del rostro y haciendo del maquillaje un lienzo propio de Caravaggio. Este procedimiento ha sido utilizado por maquilladores desde los inicios del siglo pasado; sin embargo, Kim Kardashian fue quien popularizó el mapa facial de dónde aplicar cada corrección para esculpir al máximo el rostro, acercando la técnica a todos los públicos. Claroscuro para dummies.
A pesar de que el contouring se extendió a lo largo de varios años, sus acabados, en muchas ocasiones tremendamente artificiales, le hicieron ir perdiendo éxito. El strobing se convirtió en una de sus primeras alternativas a la tendencia. Esta nueva técnica evitaba el uso de tonos oscuros y pretendía moldear el rostro solo a base de iluminadores y potenciando los puntos de luz. Otros movimientos continuaron con la estela de iluminar en vez de oscurecer, pero compartían con el contouring la necesidad de señalar zonas y seguir una rutina concreta… Hasta que llegó el blush drapping.
Mientras otras técnicas buscan reducir algunos rasgos o arrojar más luz en zonas concretas, el blush drapping funciona de una forma mucho más sutil y busca dar, con unos precisos y muy difuminados toques de rubor, un cierto volumen en el área de pómulos, mejillas y nariz, lo que sería el tercio medio del rostro. Si recuerdas la tendencia de las mejillas de esquiadora que recreaba el sonrojamiento natural de esa misma área de la cara como consecuencia del frío, el blush drapping va en esa misma línea. La diferencia principal es que amplía la opción de colores de rubor que usar y utiliza muy poco producto, para acabar con un resultado mucho más natural.
El ‘sfumato’, que diría un artista del Renacimiento, es el éxito de esta técnica. Las tonalidades más rosadas o anaranjadas, habituales en las pieles claras en las estaciones más frías, cuando se traducen en la elección de un colorete pueden resultar muy pigmentadas y crear un maquillaje muy artificial. Si se toma muy poco rubor con una brocha gruesa, podemos aplicar la intensidad de color que deseamos en nuestras mejillas, de una forma gradual y sin riesgos. Lo ideal es comenzar en el centro de las mejillas, lo que comúnmente denominamos ‘manzanas’ e ir trabajando hacia la sien, siguiendo la línea del pómulo. Con el excedente que quede en la brocha, trabaja el tabique de la nariz para crear esa sensación de rostro cálido y tocado por el sol.
El blush drapping puede ser el único paso con el que aportes color a tu rostro. Si, por ejemplo, aplicas a diario una base de maquillaje para perfeccionar, una BB Cream para hidratar e igualar el tono o una prebase iluminadora, el rubor puede ser el inmediato paso posterior y con el que finalizar el maquillaje. Consigues marcar los pómulos con mucha naturalidad y no necesitas estar pasando más de una brocha o tener que utilizar una paleta con varios colores. Incluso, en tiempos de mascarilla, puedes probar el blush drapping con un rubor en crema o tinte. Resisten más y se trabajan con los dedos.
Hace unos meses, la propia Emily Ratajkowski nos dejaba ver que ella lo único que utiliza para aportar color a su rostro es un simple labial. Con la misma barra de labios con la que maquilla ligeramente su boca, da unos toquecitos en nariz y mejillas, que posteriormente difumina con los dedos hasta que el color se pierde en su rostro. Labial en la nariz, trucos de Emily.
El resultado del blush drapping resulta muy armonioso porque no se puede distinguir dónde comienza el color y la forma en la que surge no es para nada artificial, es como si simplemente tu piel estuviera viva. Mientras algunos rasgos pueden parecer más prominentes, el rostro en conjunto se ve sublimado. Siguiendo los pasos pero cambiando el color o el acabado del rubor, puedes conseguir resultados muy distintos. Un rubor rosa y brillante puede crear un look más propio de la glass o doplhin skin, mientras que los tonos dorados o café transportarán tu rostro al verano... Ha nacido una nueva estrella en tu maquillaje.
El rubor se ha convertido en el aliado de los maquillajes diarios. Aporta algo de color a las mejillas, ayuda a generar la sensación de piel ligeramente bronceada y, ahora, también es una herramienta para esculpir el rostro a través del blush drapping. El contouring con el que Kim Kardashian y Mario Dedivanovic se hicieron conocidos mundialmente, e incluso lanzaron una exitosa marca de cosmética, lleva años de capa caída.