Meghan Markle a través de los años: cómo ha evolucionado su maquillaje y qué ha logrado con él
En la última década no solo la vida de Meghan Markle ha sido una montaña rusa, su look beauty en general y su maquillaje en particular han surtido efectivos cambios
Atrincherada en su mansión de Montecito (California) y con dos bebés correteando, Meghan Markle ha alcanzado los 40 años con la opinión pública divida entre defensores y detractores, pero manteniendo un estilo impecable, acompañado de un look beauty que ha cincelado año tras año. Sin entrar en posibles retoques estéticos, la piel de la ex actriz ha sobrevivido al frío invierno inglés y las normas de maquillaje dictadas por el protocolo real, sin olvidar dos embarazos en apenas dos años, circunstancias que hacen necesaria una estricta rutina de cuidado de la piel. Del paso de los años, ni la realeza ni el 'star system' se salvan y Meghan ha comenzado a mostrar los primeros signos de la edad en su cutis. Manteniendo la coherencia con el mensaje de naturalidad que siempre ha querido transmitir, dejos de ocultar manchas o líneas en su rosto, los luce con elegancia y sin que la piel haya perdido la luminosidad que siempre le ha caracterizado.
En todo este periplo de idas y venidas entre Familia Real Británica, Inglaterra, Canadá, Esatados Unidos, una vida alejada de los focos, entrevistas en televisión y cambios de residencia, el maquillaje ha pasado de ser un accesorio más en la imagen de la duquesa a convertirse en una herramienta más de comunicación. Sofisticó su look cuando su agenda estaba dictada por la reina Isabel II y en cuanto hubo tierra de por medio recuperó su maquillaje más potente. Casualidad o forma de expresión, ni la forma de resaltar sus ojos, ni la de colorear sus mejillas es la misma, adaptando cada cosmético a las necesidades de su piel en todo momento.
Cambio de piel
En las primeras escenas de Meghan Markle como Rachel Zane en la serie ‘Suits’, la joven contaba con apenas 30 años y en su rostro se reflejaban todas las tendencias de belleza del momento, de las cejas finas y muy anguladas a los smokey eyes como norma. Pero otro indudable detalle era el estado de su piel. Nos hemos acostumbrado a ver a Meghan con una piel muy clara en la que sus pecas destacan especialmente, sin embargo, hace 10 años, cuando la serie de ficción aterrizaba en la televisión, Meghan lucía constantemente un envidiable tono bronceado, muy cálido y dorado en el que sus pecas apenas eran visibles, unificadas con tono del rostro.
La jugosidad de su piel, firme y radiante de forma natural, se acompañaba por uno tono homogéneo cualidades que, con el paso de los años han ido abandonando su piel. Al someter a un intenso zoom a la piel de la duquesa, resulta bastante evidente que esta no tiene la misma hidratación que antaño. Agresiones diarias como el sol, el cambio brusco de temperaturas o el viento han podido afectar al deterioro de la piel, sin olvidar tampoco la incidencia del estrés al que ha estado expuesta desde el comienzo de su relación con el príncipe Harry. Durante los años de Meghan en palacio, su piel se fue volviendo más opaca hasta perder su glow natural. Entró en el juego entonces el uso de distintos tipos de higlighter para aportar esa luminosidad.
Tras la huida del matrimonio de Inglaterra en 20119, la sorpresa vino de la mano del ‘Meghanazo’, los dos actos en los que la duquesa de Sussex reapareció con un look azul de Victoria Beckham azul y un vestido de noche rojo, al que no le faltaba la tendenciosa capa. Su piel había recuperado su brillo de antaño y estaba pletórica. El secreto detrás de este regreso triunfante a su piel hidratada y repulpada podría explicarse con su regreso a Canadá y a sus antiguas prácticas estéticas.
Además del cambio en la iluminación de su piel, también resulta curioso, al poner la lupa sobre su rostro, observar cómo aquellas pecas que le llevaron a escribir un relato de pequeña y de las que se enorgullecía, han ido acentuándose con los años. Con la incidencia del sol, la pigmentación de las pecas se intensifica y son más visibles. El paso de los años también está relacionado con la hiperpigmentación y, en el caso de Meghan, además de sus pecas más visibles, también han aparecido nuevas manchas que la ex actriz no cubre sino que muestra con orgullo, y que potencian esa sensación de piel de tono irregular.
A pesar de que su piel ha perdido el lustro de la época pre-royal, tanto Meghan como su equipo de maquillaje siempre han encontrado en el iluminador en polvo su aliado para mantener la luz en la piel. Los cosméticos en polvo no son la mejor opción para las pieles secas ya que pueden resecarlas más y terminar acumulándose en los pliegues, pero desde que conocemos a Meghan, el único highlighter que tiene cabida en su vida es en polvo. Y punto.
Adiós bronceador, hola rubor
Sin embargo y a pesar del cambio de la piel de Meghan, si ha habido un cosmético que ha contribuido de forma directa a la modificación de su imagen, contribuyendo a su sofisticación, ha sido el rubor de mejillas. Del Orgasm de Nars al Amazonian Clay de Tarte, cuando Meg era blogger, confesó que los rubores en tonos rosas y melocotones eran infalibles en su rutina de maquillaje diaria. Este tono nunca abandona sus mejillas y ha contribuido a crear esa estética natural con la que siempre identificamos a la duquesa de Sussex.
Al otro lado del ring, encontramos los polvos bronceadores, ‘amienemigos’ de Meghan en su lucha por crear un signature look aprobado por la corona. En sus años hollywoodienses, Meghan Markle abusaba de los polvos de sol, primero utilizándolos como aliados para subir el tono y crear un rostro más bronceado y años más tarde para definir los pómulos, siguiendo las normas del contouring. El uso del bronzer paró en seco el día en el que se dejó ver en los juegos Invictus del brazo de Harry y se consolidó el día de su pedida, cuando los polvos dejaron el brillo irisado.
Desde entonces, Meghan solo los ha utilizado en contadas ocasiones, siempre en mate y con una carga de producto tan ligera que su uso es testimonial. El rubor rosa ha ganado la batalla, incluso en la nueva etapa fuera de palacio en la que el resto de su maquillaje es mucho más dramático. La lección de la Familia Real Británica de mantener el rubor siempre sutil y rosa ha calado en ella.
Recientemente hemos asistido a otro truco adquirido por la duquesa, aplicar el mismo tono labial y de mejillas en la nariz, concretamente en el dentro del tabique. Este tip de maquillaje que Emily Ratajkowski popularizó hace unos años consigue que el rostro parezca ruborizado de forma natural, como si el sol hubiera incidido sobre él.
La batalla por los smokey eyes
Otra de las normas de palacio es mantener un maquillaje lo más natural posible, sin renunciar a lo que funcione a cada persona. Kate Middleton jamás renuncia a sus ojos enmarcados en lápiz negro y esa es la prueba. Pero los smokey eyes con sombras negras que Meghan acostumbrara a lucir en alfombras rojas no tenían cabida en la realeza. Del mismo modo que se desarrolló el moño Meghan, su maquillador de confianza, Daniel Martin también creó un maquillaje de ojos que le permitiera conservar un grado de oscuridad asumible.
Así fue como su mirada pasó del iluminador irisado en el lagrimal y el delineado en la línea de agua y a ras de pestañas o los ahumados, a un maquillaje con sombras marrones o champán sutilmente iluminadas en el que la línea de las pestañas se oscurecía con un lápiz muy difuminado y en el que la máscara de pestañas era el remate de cualquier look. Las pestañas XXL se convirtieron en sus años como royal en su mayor reclamo, llegando incluso a lucir extensiones de pestañas.
A su salida de palacio, Meghan abandonó las medias tintas y volvió a enmarcar su mirada. Primero llegó del delineado, fino y preciso pero muy oscuro. Según pasaron los meses, en la entrevista con Oprah pudimos contemplar sin ninguna duda que la duquesa había dejado las normas de protocolo y se había quedado con el maquillaje de estrella hollywoodiense.
Unas cejas, tres estilismos
Si hay algo que ha cambiado más notablemente en el rostro de Meghan Markle, modificando por completo su estructura facial, esas son sus cejas. Influida por la tendencia 2000; las cejas finísimas y muy arqueadas, con un marcado vértice, se apoderaron de su rostro en su más tierna juventud. Pero Meghan supo recular y, cuando su blog y su carrera como actriz comenzaron a destacar, decidió cambiar el diseño de sus cejas y trabajar en que se repoblaran. Año tras año, Meghan logró que sus cejas fueran más gruesas y tuvieran la forma recta que los expertos en cejas adoran.
¿Sería este el único cambio de sus cejas? No, según se acercaba su momento royal, Meghan volvió a modificar la forma de estas para que siguieran su curso natural, algo más curvado y sin ese acabado de ceja gruesa y tupida. En vez de estimular el crecimiento del pelo, dejó que crecieran a su ritmo, cubriendo con lápiz de cejas en polvo las posibles calvas. Así logró un tono muy natural, acorde con el resto de su estética.
Aunque todos estos sutiles, pero intencionados, cambios pueden llevar a creer que Meghan ha renunciado a su imagen anterior, la realidad es que ha sabido incluir las lecciones aprendidas en sus años como actriz y en la Familia Real Británica para crear una imagen única, pulida y consecuente. Tiene 40 años y no oculta los cambios de su piel, los incluye en su look, sumando también aquellos greatest hits que siempre le han acompañado como los ojos muy marcados y el rubor rosa. Lecciones de belleza de una royal en retirada.
Atrincherada en su mansión de Montecito (California) y con dos bebés correteando, Meghan Markle ha alcanzado los 40 años con la opinión pública divida entre defensores y detractores, pero manteniendo un estilo impecable, acompañado de un look beauty que ha cincelado año tras año. Sin entrar en posibles retoques estéticos, la piel de la ex actriz ha sobrevivido al frío invierno inglés y las normas de maquillaje dictadas por el protocolo real, sin olvidar dos embarazos en apenas dos años, circunstancias que hacen necesaria una estricta rutina de cuidado de la piel. Del paso de los años, ni la realeza ni el 'star system' se salvan y Meghan ha comenzado a mostrar los primeros signos de la edad en su cutis. Manteniendo la coherencia con el mensaje de naturalidad que siempre ha querido transmitir, dejos de ocultar manchas o líneas en su rosto, los luce con elegancia y sin que la piel haya perdido la luminosidad que siempre le ha caracterizado.