No necesitan un contorno de ojos, tus ojeras necesitan vacaciones

A quién no le ha pasado que, al regreso de un puente largo o una semanita de vacaciones, al llegar al trabajo, todo el mundo le haya dicho “¡qué buena cara tienes!” o “¿te has hecho algo?”.

Ocurría que en la redacción de Vanitatis, según los miembros del equipo se iban reincorporando escalonadamente, este tipo de comentarios se repetían con cada redactor. No todos estaban más morenos, ya que cada uno había pasado el final del verano en un enclave distinto y, por supuesto, hay pieles de todas las edades y tipologías, así que no era consecuencia de un filtro de bronceado… Tras el último puente, de escasos 4 días, volvía a ocurrir lo mismo y la zona en la que más reparábamos todos era en el área de la mirada.

Enseguida identificamos que se apreciaba una disminución de las bolsas y las ojeras no se veían tan oscuras… El área del contorno de los ojos estaba mucho más luminosa. Descartado cualquier tipo de retoque estético vacacional y más allá de un ligero bronceado de efecto sublimador, la posible explicación que encontramos fue que, a lo mejor, la falta de estrés, el aumento de las horas de sueño o una mayor dedicación en el cuidado de la piel -básicamente hacerse un buen skincare diario porque se tiene tiempo- podrían estar detrás de ese efecto ‘sin bolsas ni ojeras tras el verano’.

Para salir de dudas y confirmar o no la hipótesis, acudimos a la doctora Juana Coronado, del equipo médico Clínica Mira+Cueto, cuya primera apreciación fue identificar si se trataba de bolsas u ojeras, puesto que las actividades vacacionales sí tienen efectos secundarios en nuestra piel, pero son más beneficiosos o notables en unas que en otras.

“En la aparición de las ojeras intervienen varios factores y entre ellos están la falta de descanso por alteraciones del sueño, estrés, comer mal, etc”, explica la doctora. La composición de las bolsas es otra. “Suelen ser mixtas con un componente graso y otro de agua”, precisa.

La tormenta perfecta, en el buen sentido, que tiene lugar durante las vacaciones, incluye un aumento de horas de sueño, una reducción del estrés laboral y un cambio en la dieta, como detalla la doctora Coronado: “Normalmente, cuando estamos de vacaciones controlamos mucho más todos estos factores, dormimos más y mejor, podemos controlar nuestra alimentación eliminando de nuestra dieta alimentos muy salados que puedan retener agua y aumentar nuestras bolsas, tenemos mucha variedad de frutas, verdura, hortalizas; es decir, podemos comer muy sano y no fomentar o empeorar las ojeras, y además gestionamos mejor el estrés”.

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Estos factores ‘vacacionales’ se traducen, por tanto, en una considerable mejora de la apariencia de algún tipo de ojeras; sin embargo, no se trata de un efecto duradero… Necesitaríamos más vacaciones, o más duraderas, o vivir en un permanente estado de ocio y relajación. “La mejoría es temporal y dependerá del tipo de ojera, de las causas que la provoquen y de los cuidados que tengamos el que podamos mantener más o menos tiempo esa mejoría”, apunta la doctora.

"Unas buenas vacaciones van a mejorar los signos de cansancio. Se marcan más en periodos de tiempo no vacacionales por exceso de trabajo, el estrés de la ciudad, vamos muy rápido con falta de tiempo para dedicarlo al ocio, deporte, bienestar, menos tiempo para cuidar hábitos de alimentación e incluso para seguir una rutina cosmética completa", puntualiza. Es decir, aunque las vacaciones mejoren la apariencia de las ojeras, el impacto del antes y el después es mayor porque antes de irnos de vacaciones es probable que estemos en nuestro peor momento de estrés y cansancio.

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Otra aclaración es que no todas las ojeras viven ese momento de embellecimiento por vacaciones, especialmente si su aparición e intensidad no está relacionada directamente con la falta de descanso o de hidratación: “El componente de mejora de ojeras está relacionado directamente con la mejora de todos estos factores, pero si es una ojera con hundimiento por fallo estructural debido a la reabsorción ósea y desplazamiento y reabsorción de grasa, así como flacidez cutánea asociados al proceso del envejecimiento, lógicamente esa ojera seguirá después de las vacaciones solo que mejorada”.

Hay que diferenciar, por tanto, entre ojeras agudas y crónicas, puesto que cada una evolucionará de una forma en periodo laboral y vacacional.

• Ojeras agudas. “Son las que más mejoran. Están relacionadas con alimentación, descanso, estrés”. Mejoran durante las vacaciones porque dormimos más, comemos mejor y estamos alejados del estrés de la vida laboral o nos alejamos de la ciudad y su polución.
• Ojeras crónicas. Son la respuesta a una afectación estructural anatómica o son genéticas, y si además tienen bolsa, mejoran mucho menos.

“En general, después de las vacaciones el aspecto de la cara es más relajado, pero los signos de cansancio relacionados con los cambios anatómicos asociados al proceso del envejecimiento van a requerir algo más que descanso, buena alimentación y relajación. Tendremos que ponernos en manos de profesionales médicos que nos diagnostiquen e indiquen el tratamiento médico estético que necesitamos o el tratamiento quirúrgico en caso de que haya bolsa grasa”, recomienda la doctora Juana Coronado.

Pero que las ojeras agudas mejoren durante las vacaciones no supone que todos los signos del cansancio o la edad se atenúen. Una de las apreciaciones de la doctora es que, precisamente, algunas prácticas del vacacionista contribuyen a un empeoramiento, como arrugas de expresión no tratadas con neuromoduladores (la forma correcta de hablar de la toxina botulínica o bótox).

“En ocasiones, tras el verano pueden incluso marcarse más, ya que estamos más expuestos al sol, tenemos más fotoenvejecimiento y gesticulamos más porque nos molesta el sol”, precisa la doctora, que recuerda la importancia de extender la protección solar a las barreras físicas como gafas de sol y sombrero, reducción de horas de exposición y el uso de fotoprotección solar tópica y oral.

La guinda al efecto vacaciones

La imposibilidad de vivir de vacaciones nos lleva a plantear alternativas para controlar en la medida de lo posible la intensidad de ojeras y bolsas. Entre las recomendaciones de la doctora encontramos la ingesta de líquidos para evitar la retención hídrica, técnicas de relajación, meditación, respiración, yoga, etc, seguir una rutina cosmética adaptada a las características de la piel de la ojera, intentar tener una buena calidad del sueño y evitar tanto el tabaquismo como el consumo de alcohol.

Alimentación, cosmética y tratamientos estéticos construyen la mejor defensa ante ojeras y bolsas. “Con una buena rutina cosmética domiciliaria enfocada a la mejoría y aclaramiento de la piel con sérum que lleve ácido tranexámico o vitamina K para tratar el componente vascular, despigmentantes para tratar el exceso de pigmento melanina en la piel, hidratantes, estimuladores de colágeno y regeneradores y algún componente con efecto descongestivo como cafeína, ruscus y árnica”, recomienda la doctora.

Dependiendo de la tipología de la ojera o de la bolsa, existen tratamientos médico estéticos específicos con los que amplificar la acción de verano:

• Ojeras con alteración de la pigmentación: micropunción, carboxiterapia periocular, peelings químicos y láser fraccionado no ablativo tipo Q-Switched para una ojera con alteración de la pigmentación.
• Ojeras con hundimiento: tratamientos con ácido hialurónico.
• Ojeras con edema: drenajes linfáticos asociados a terapia postural, suplementación y dieta baja en sal.
• Bolsas con grasa: tratamientos quirúrgicos en ojeras.

Así que, sí, las ojeras y bolsas mejoran con las vacaciones, a no ser que seas un fanático del sol. El problema es que son un espejismo temporal, y un poco como ocurre con las pilas cargadas al regreso del verano, con el paso de los días, el efecto 'ojera vacacional' se esfuma. "La mejoría es temporal y dependerá del tipo de ojera, de las causas que la provoquen y de los cuidados que tengamos el que podamos mantener más o menos tiempo ese efecto", concluye la doctora.