Miley Cyrus y el cardado Dolly Parton: el auge de la laca como cimiento del volumen

UEl cardado es a las actuaciones musicales lo que el micrófono de purpurina a Taylor Swift: “No son obligatorios, pero te elevan al estatus de diosa de la música".

Subirse al escenario a cantar ‘I Can Buy Myself Flowers’ ('Puedo comprarme flores yo misma') tras haber ganado el Grammy a mejor canción del año, precisamente por esa misma canción, convirtió a Miley Cyrus en la persona de la noche.

Pero, para semejante momento vital -resultaba ser el primer Grammy de la carrera de la artista-, el look al completo debía acompañar. Si el outfit con un vestidazo de John Galliano para Maison Margiela con el que desfilaba por la alfombra roja ya emanaba intenciones de éxito, el estilismo beauty, con maquillaje old money y cardado ochentero, sellaba el propósito.

Tras superar el pelo bicolor del marbled hair con el que sacudió las tendencias en coloración del año pasado, ahora Miley Cyrus ha vuelto a sus orígenes, a sus pilares. Su 'tía' Dolly Parton tiene mucho que ver.

La relación entre Cyrus y Parton roza lo familiar. Ha sido su tía en la ficción ('Hannah Montana'), es amiga de su familia y han cantado canciones juntas, incluso Miley versionó la mítica ‘Jolene’. La devoción por Parton es total, tanto es así que el cardado con el que acudía a los Grammy destilaba partonismo ochentero en cada fibra capilar.

La rebeldía capilar a la que nos tiene acostumbrados Miley ascendía varios escalones, literalmente, para construir una melena en la que, además de las evidentes extensiones para ganar longitud y volumen, era fundamental el uso de laca y el trabajo en la raíz.

El cabello se ahuecaba con ayuda de un cepillo redondo de tamaño medio, colocando la herramienta en la raíz y combinando el cepillo con el secador. La fuerza de ambos permitía al estilista Aleksey Bishop despegar el pelo del cuero cabelludo. La laca entraba entonces en acción; su misión era la de fijar (para que ni un mechón se cayera) y actuar de soporte del melenón de estratosféricas dimensiones.

Tan solo en un momento en el que la cantante sacudía su cabello sobre el escenario, vimos que algún mechón se liberaba de la presión de la laca. Bishop, colorista y habitual peluquero de estrellas musicales como Cyrus o Ellie Goulding, tiene mucho que ver en el castaño luminoso de Miley, un tono salpicado por finas mechas platino que se movía entre el candlelight y un brown blonde de mechas ceniza.

La coloración era fundamental para potenciar el impacto del peinado, tanto en la alfombra roja como sobre el escenario. La piel de Miley Cyrus se veía más bronceada y los destellos dorados de esta lograban que todo en el look de la cantante brillara, desde el vestido vintage de Bob Mackie hasta la última fibra capilar.

El maquillaje de Miley Cyrus

Pero, tras analizar la voluminosísima melena de Miley Cyrus, toca hablar del maquillaje. El noventero maquillaje entre mob wife y old money llevaba el sello de Pat McGrath, la maquilladora detrás del comentadísimo look del último desfile de Maison Margiela.

Prebase, fondo de maquillaje y corrector lograban la tez uniforme y perfeccionada de Cyrus; sin embargo, como en todo mob wife (maquillaje de mujer de mafioso), el peso del estilismo se lo llevaban los ojos y los labios. El sutil cut crease con el que McGrath marcaba la cuenca del ojo en un tono café, dándoles profundidad a los ojos, se creaba con la paleta Moonlit Seduction Palette; sin embargo, era su fino y sutil delineado el que lograba el ojo rasgado ultrafavorecedor.

Como ha revelado la propia maquilladora, para dar con la definición e intensidad deseados, no utilizó un solo producto, sino dos. Por un lado, el lápiz PermaGel Ultra Glide Eye Pencil en el color cobrizo ‘shade’ lograba dar forma en las líneas de pestañas superiores e inferiores, al tiempo que el Perma Precision Liquid Eyeliner en negro era el que perfilaba el ojo y creaba el rabillo final.

Para los labios, como marca la tendencia en maquillaje de los últimos años, se perfilaba la boca de Miley Cyrus con un lápiz nude y se rellenaba el labio con un labial ligeramente más claro. Nada excesivo, pero sí lleno de lujo noventero. Classy.