Ni finas ni gruesas: las cejas de la primavera tienen flores

Semanas después de que la insuperable mente de Pat McGrath sacudiera las redes sociales con su maquillaje plástico, creado con una mascarilla peel off para el desfile de Maison Margiela, la siguiente nota divertida que le debemos agradecer a la semana de la moda son las cejas de flores.

En esta ocasión, la London Fashion Week, que suele pasar desapercibida en el calendario de la moda, ha logrado que volvamos a hablar del maquillaje sobre la pasarela.

La irlandesa Simone Rocha, fiel a los estampados bucólicos y las estéticas femeninas que van de lo infantil a lo victoriano, ha hecho la incursión beauty más apetecible de la temporada.

Eso sí, no se trata de un maquillaje apto para todo el mundo. Si te atreviste con las aplicaciones de perlas, las sombras azul añil o los labios negros, estás de enhorabuena porque las cejas de flores serán el siguiente maquillaje ‘it’.

Thomas de Kluyver, el maquillador que ha hecho que el strass y las gemas se conviertan en los sustitutos de barras de labios, eyeliners e iluminadores, está detrás de esta creación que sigue la estela de los looks dramáticos de McGrath.

El primer, y evidente, gesto es hacer desaparecer las cejas, lo que se ha convertido en una de las prácticas preferidas de los backstages. Para lograrlo, se cubre la ceja con una cera, de tal modo que el pelo queda fijado y con una cobertura uniforme que permite que se maquillen.

Tras cubrir las cejas con la base de maquillaje, toca rediseñar la ceja y convertirla en una rama con flores. Teniendo en cuenta que Thomas de Kluyver estaba también detrás del maquillaje de Simone Rocha para la Alta Costura, en el que los párpados, los pómulos y los labios se maquillaban con aplicaciones tipo joya, quedan evidenciadas las dotes artísticas del maquillador.

En esta ocasión, el maquillaje es mucho más minimalista y no hay ni rastro de joyas -una de las señas de identidad del maquillador-, más allá de los pendientes de las orejas. Para diseñar las cejas, tan solo se utilizan dos tonos, negro y burdeos, simplificando al máximo la rama que sustituirá las cejas. Lo complicado, eso sí, está en la maestría del trazo con el que se realiza cada rama, que parte del nacimiento de la ceja y se alza hacia las sienes.

Además de estar salpicada por diminutas cejas o espinas, depende de cómo se quiera ver, cada rama cuenta con tres gruesas rosas que coinciden con las tres partes de la ceja: nacimiento, arco y cola.

La geometría casi perfecta con la que se trazaban las cejas floreadas durante el desfile, teniendo en cuenta el ritmo, las prisas y la presión del backstage, no descartan que, en vez de un maquillador de pulso firme y años de escuela de dibujo, detrás de cada primaveral ceja de Rocha, lo que haya en realidad sea una calcomanía.

La genialidad del maquillaje continuaba con la elección del color de las rosas, pues cada modelo lucía un tono según el color de su balaclava o el tono de su vestimenta. Así, veíamos rosas rojas, otras más burdeos, algunas más oscuras e incluso azules.

Por más alocado que pueda parecer el hecho de adaptar unas cejas llenas de flores en un maquillaje diario, conviene recordar que la estética coquette es, junto con la mob wife, la más potente de esta temporada y que se apoya, precisamente, en las estéticas childlish, infantiles, pastelosas y repletas de lazos. Bien, pues ahora, a eso, súmale cejas con rosas.

Para conseguir el texturizado look capilar con el que el cabello quedaba fijado y con brillo glass, la diseñadora eligió a Eugene Souleiman como director artístico, un profesional de la pasarela con más de 25 años de experiencia en sus espaldas. En el juego entraban los productos de Keune Hairscometics, con los que el efecto mojado permitía moldear el cabello, creando ondas y tersura, rematando el look naíf de todos los modelos del desfile.