El cabello se presenta como un firme candidato en cuanto a quebraderos de cabeza estéticos más populares. Tanto es así, que los BHD (bad hair days) se han convertido casi en una medida de estado de ánimo, ya que, cuando la melena no está pasando por un buen momento, es muy probable que repercuta en tu actitud.
Los factores que determinan el atractivo del cabello son muchos, como su volumen, suavidad, brillo, densidad… Sin embargo, la experiencia demuestra que, a medida que cumples años, las particularidades y las necesidades, tanto de las cutículas como del cuero cabelludo, van evolucionando. Así, mientras que en la juventud te obsesiona la manejabilidad (recuerda tu infancia y los dramas durante el desenredo) y, sobre todo, la longitud (todas queríamos el pelo de Rapunzel) y la caída excesiva , en la madurez cobra protagonismo el envejecimiento capilar. A pesar de ser un concepto tradicionalmente vinculado a la piel, por fin somos conscientes de que, con el tiempo el organismo cambia y sus efectos sobre la melena también son reconocibles a simple vista. De hecho, el cabello envejece hasta 6 veces más rápido que la piel.
Ante esta tesitura, podemos afirmar que las atenciones capilares se han visto modificadas y la sabiduría que nos han transmitido nuestras madres y abuelas se ha ampliado con nuevos productos específicos, como los eficaces nutracéuticos.