Roberto Siguero, maquillador: “Inés Sastre cambió mi carrera al decirme: 'No trates de lucirte, haz que yo esté guapa'"
Este artista del maquillaje saca lo mejor de las mujeres y lo hemos podido ver en un libro en el que demuestra que la naturalidad es el mejor truco de belleza
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Detrás de los rostros más icónicos del cine, la televisión y la cultura en España, está él. Roberto Siguero, maquillador oficial de Lancôme, ha trabajado durante tres décadas con algunas de las mujeres más reconocidas (y reconocibles) del país. Pero en su nuevo libro, 'Ellas al desnudo', no busca ocultar ni embellecer, sino desvelar.
A través del maquillaje y de una mirada profundamente personal, rinde homenaje a 27 mujeres que han marcado su vida, sean o no famosas. Charlamos con él sobre belleza, autenticidad, redes sociales, y sobre esa frase que lo marcó para siempre.
P: ¿Cómo elegiste a las mujeres que aparecen en el libro y qué tienen en común?
R: Tenían que ser cercanas. Mujeres con las que comparto mi día a día, a las que maquillo de forma habitual. No buscaba una modelo espectacular para lucirme como maquillador, sino un retrato íntimo y real. Quise reflejar diferentes edades, desde los 15 hasta los 69 años. Algunas son famosas, otras no. Están mi hermana, mis sobrinas... Todas importantes para mí.
P: Has tratado a nombres muy conocidos del mundo de la cultura, algunas están fotografiadas en estas páginas. ¿Qué has aprendido de cada una?
Inés Sastre cambió mi carrera al decirme: 'No trates de lucirte, haz que yo esté guapa'". Belén Rueda, la confianza. E una mujer que confía plenamente en ti, y eso me parece muy importante. Esa confianza debe ser totalmente bidireccional, ¿sabes? Pero también te digo: la confianza también la he aprendido de Marta (Hazas). Y que quede claro, al final, la confianza va muy ligada a esa relación continua. De Juana Acosta, lo impecable que es con todo. Cómo cuida hasta el último detalle, cómo tiene esa capacidad para crear el look perfecto… ella misma. Y Ana Milán es la sabiduría del mundo de la cosmética. Es una enciclopedia viviente.
P: ¿Cómo nació la idea del libro?
R: Surgió de una necesidad interna, tras 30 años maquillando. Me vi en un momento de madurez profesional que me hizo mirar el maquillaje desde otro ángulo. Coincidió con mis 25 años como maquillador oficial de la marca Lancôme y en una conversación con Marta Hazas, que me contó que Planeta quería que escribiera un libro. Presenté un proyecto con las mujeres elegidas, dos capítulos y el enfoque del contenido. Y les gustó. Pero quiero dejar claro que es un ensayo, libros de trucos de belleza, hay muchos.
P: ¿Recuerdas algún momento especialmente emotivo durante las sesiones de maquillaje o las entrevistas para este libro?
R: Cuando estábamos la primera foto con Elena Sánchez, por ejemplo, era un efecto cara lavada y cuando se vio en la primera foto sin pendientes. Nos miró. No dijo nada, pero nos miró con una cara que Juanjo Molina y yo nos quedamos como diciendo. Madre mía, esto no sale. Y le dijimos, tranquila, que tenemos que ver la luz y tenemos que encontrar la postura, encontrar la pose y luego ya salió todo bien. Lo de ponerte delante de una cámara es muy duro, sobre todo lo he visto ahora que han posado mujeres anónimas, lo que han sufrido. Y también que a Elena y a Ana Milán se les ocurrió la idea de no utilizar Photoshop, todas han reaccionado maravillosamente, lo pusimos sobre la mesa, y no ha habido ningún problema.
P: ¿Te sentiste cómodo alejándote del pincel para coger el bolígrafo?
R: Lo escribí primero a mano, en boli. Aún conservo ese cuaderno y me emociona tenerlo. Luego lo pasaba a ordenador. No fue fácil, hubo noches en las que no salía nada. Pero al final encontré una rutina y una estructura. Fue duro pero muy satisfactorio. Pensé muchas veces: "¿Quién me manda meterme en este berenjenal si yo soy maquillador, no escritor?" Pero ha valido la pena.
P: Si pudieras darle un consejo a tú yo que empezaba hace 25 años, ¿cuál sería?
R: Que no pierda la ilusión. Que nunca crea que lo sabe todo, porque el maquillaje está en constante evolución. Y que se mantenga con los pies en la tierra, algo que también es parte del origen de este libro.
P: En sus páginas defiendes que el maquillaje no tapa, sino que revela. ¿A qué te refieres?
R: El maquillaje no tiene como objetivo ocultar, sino ayudar a sentirse mejor. Si te tapas la ojera una mañana que te ves mala cara, no estás escondiendo nada: estás ganando seguridad para salir a la calle. El maquillaje revela tu mejor versión, la que está lista para enfrentarse al mundo.
P: ¿Por qué crees que hoy el maquillaje es tan importante, incluso con filtros y redes sociales?
R: Porque convivimos con dos realidades. Las redes magnifican todo, pero también seguimos con nuestras rutinas. Y yo quería precisamente mostrar esa otra parte, más real y menos frívola. Estamos bombardeados por tutoriales, referencias, tendencias... pero hay muchas mujeres que solo se ponen un poco de brillo o colorete, y eso también es maquillaje.
P: Has trabajado con mujeres muy distintas. ¿Qué te ha enseñado esa diversidad sobre la belleza?
R: Que cada mujer es un mundo. La belleza está en la individualidad. Cada una tiene su personalidad, su estructura ósea, su estilo... Por eso la escucha es clave. Hay que respetar el gusto de cada mujer, y entender que no hay una sola forma de estar guapa. Y que la naturalidad no es lo mismo en el norte que en el sur.
P: No crees que en tu profesión sois un poco psicólogos...
R: Porque estableces una conexión muy especial. Es una mezcla de respeto, empatía y silencio compartido. Muchas veces maquillas en momentos de máxima tensión, como una alfombra roja, y tienes que estar allí con serenidad. En otras, entras en sus casas a las 7 de la mañana. Y tienes que leer bien: hay quien necesita hablar, y quien necesita silencio. Eso se aprende con el tiempo.
P: Si tuvieras que dar un único consejo de maquillaje a todas las mujeres, ¿cuál sería?
R: Que se diviertan. Que no lo vivan como una obligación. Que se apliquen el maquillaje como quieran: con brocha, con esponja, con los dedos. Lo importante es disfrutarlo y que esos minutos frente al espejo sirvan para sentirse mejor. Porque eso, al final, se nota.
Detrás de los rostros más icónicos del cine, la televisión y la cultura en España, está él. Roberto Siguero, maquillador oficial de Lancôme, ha trabajado durante tres décadas con algunas de las mujeres más reconocidas (y reconocibles) del país. Pero en su nuevo libro, 'Ellas al desnudo', no busca ocultar ni embellecer, sino desvelar.