¿Se te encrespa el cabello con los abrigos y las bufandas? Aquí algunos remedios, la Directora de Belleza dixit

Hay un momento del año —justo cuando sacamos los abrigos y bufandas del altillo— en el que todas las mujeres de la redacción (y sospecho que medio país) empezamos a compartir la misma queja: el encrespamiento capilar. Ese enemigo invisible que aparece con el primer golpe de frío, con la lana, con la electricidad estática… y que no entiende de tipos de pelo ni de voluntad.

Porque en la redacción somos varias y cada una libra su propia batalla. Está la que se peina cada cinco minutos, con el cepillo de Disney en el cajón del escritorio y el espejo de aumento junto al portátil (la envidiamos en silencio). Luego está la que no se peina en días y luce un moño que ya es parte de su identidad corporativa. Y después estoy yo: la que se peina de vez en cuando, sobre todo ahora, en invierno, cuando el cuello del abrigo y la bufanda conspiran contra mi nuca y me dejan ese nudo infame que ni el mejor sérum consigue domar sin un poco de paciencia.

El drama de la bufanda (y cómo sobrevivirlo con dignidad)

Si te reconoces en alguna de nosotras —o en todas según el día—, entenderás que el frizz invernal no es solo una cuestión estética. Es casi emocional. Sales de casa con el pelo brillante, perfectamente alisado, y diez minutos más tarde, en el metro o en el coche, el roce del abrigo convierte tu melena en una tormenta eléctrica.

Por eso, este año he decidido declararle la guerra al encrespamiento con un arsenal de productos que realmente funcionan. No milagros (los milagros los dejamos para los fines de semana), pero sí aliados reales, de esos que hacen que tu melena se mantenga más pulida, más suave y menos susceptible al roce del cashmere.

1. Cuando el frizz ya apareció: la solución de emergencia

Y si ya es tarde, si el encrespamiento ha hecho acto de presencia y tu melena parece una antena receptora de electricidad, el Sérum Antifrizz de Farma Dorsch puede salvarte el día. Es una crema ligera, sin siliconas pesadas, con un 2% de ácido hialurónico (sí, también el cabello necesita hidratación profunda).

Sella la cutícula y crea una especie de escudo frente a la humedad y la fricción de la ropa. Me gusta porque se puede usar tanto en seco como en húmedo, y porque deja el pelo suelto, brillante y con un acabado “recién peinado” sin necesidad de volver a lavarlo.

2. La línea que suaviza sin restar volumen

En mi radar de fórmulas eficaces está también Fluidissime de Kérastase, una línea que se ha ganado fama por un motivo: logra ese equilibrio difícil entre suavizar la fibra capilar sin dejarla sin vida.

El spray y la mascarilla trabajan juntos para envolver cada hebra en una especie de segunda piel. Lo que consigues es un cabello más flexible, que se mueve con naturalidad y resiste mejor al roce del abrigo o la bufanda. En otras palabras: el efecto “electricidad estática” se reduce y el peinado aguanta más tiempo.

3. El sérum que salva el peinado (y tu paciencia)

Uno de mis imprescindibles es el Sérum de Soie Sublimateur de Leonor Greyl. Si hay un producto que encarna el concepto de “cabello bajo control”, es este. Lo aplico a veces antes del secador, otras cuando ya voy de salida, y siempre cumple: deja el pelo brillante, sin apelmazar, y mantiene a raya los pelillos rebeldes que aparecen cuando el ambiente está cargado o cuando el abrigo decide arruinar tu flequillo.

Tiene esa textura ligera que permite reaplicar sin miedo, y además protege frente al calor. Es, literalmente, un comodín capilar para usar antes, durante o después del peinado.

4. La magia ocurre de noche (literalmente)

Hay una teoría que dice que el mejor momento para cuidar el cabello es mientras duermes, y yo la suscribo totalmente.

El Overnight Beauty Reset 8H Active Serum de Pantene se aplica antes de acostarte, no mancha la almohada y actúa mientras tú sueñas con tener buena cara al despertar. Aporta hidratación intensa y ayuda a reparar el daño acumulado por calor o fricción, dos factores que en invierno se multiplican.

Lo mejor: te levantas con el cabello más brillante, manejable y con menos frizz, como si hubieras pasado por la peluquería sin moverte de la cama.

5. El tratamiento para las melenas más rebeldes

Si tu melena se niega a obedecer incluso con los mejores sérums, prueba con una cura de choque: Karité Nutri Overnight Haircare de René Furterer. Es una mascarilla nocturna nutritiva que fortalece e hidrata mientras duermes, dejando el pelo elástico y con ese brillo saludable que solo consiguen los productos de formulación vegetal bien hecha.

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A mí me gusta aplicarlo dos noches por semana cuando noto las puntas ásperas o el cabello más seco de lo habitual. Por la mañana, basta con peinar y listo.

6. Con siete plantas

La primera crema hidratante para el cabello fue creada por Patrick Alès en 1968. Un tratamiento para llevar a cualquier parte y aplicar de medios a puntas en cualquier momento del día, Phyto 7 concentra los poderes hidratantes, protectores y reparadores de 7 plantas (malva blanca, sauce, bardana, soja, salvia, caléndula, romero).

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Enriquecida con jojoba, alcanza un porcentaje récord de naturalidad llegando al 99%. La nueva fórmula de Phyto 7 nutre sin apelmazar, disciplina y facilita el peinado. Formulada sin siliconas, sin fenoxietanol, sin PEG. Puede aplicarse sobre el cabello mojado o seco.

6. Y para las obsesionadas con los pelitos rebeldes

Hay un accesorio que se ha vuelto viral y que realmente merece su fama: el Flyaway Attachment del secador Dyson Supersonic. Si los pelitos de la coronilla o los mechones que se alzan por arte de magia te desesperan, este cabezal los alisa con aire —sin tirones, sin sprays, sin drama— dejando un acabado de peluquería. Es un truco de insider que convierte cualquier secado doméstico en un brushing profesional.

Así que sí, el encrespamiento llega puntual cada temporada, como el frío y las rebajas, pero con los productos adecuados y un poco de constancia, se puede mantener a raya. No se trata de tener el pelo perfecto cada minuto (ni siquiera en la redacción lo conseguimos), sino de reconciliarse con la melena invernal y darle lo que pide: hidratación, mimo y algún que otro toque de sérum a lo largo del día.

Y si alguna vez te ves en el espejo y descubres ese nudo en la nuca, respira hondo. Recuerda que todas —las que se peinan cada cinco minutos, las que no se peinan jamás y las que lo hacemos “cuando toca”— estamos en la misma batalla capilar. La diferencia está en hacerlo con estilo… y con un buen abrigo.