Aquellos días les hablaron de un concepto muy novedoso: el combinar animales y agricultura en una granja. Es a la vez innovador y antiguo. “En aquel curso me hablaron de la importancia de cuidar el suelo, la vida microbiológica que hay en él. Para hacerlo, es perfecto que los animales circulen por las parcelas y por los cultivos abonando naturalmente. La certificación ecológica es algo que viene de forma muy natural cuando se hacen las cosas así, ya que enriquecemos la tierra de otro modo, y las plantas crecen mejor con un suelo más sano, sin necesidad de añadirles químicos de síntesis, y además cuando el ecosistema está fuerte y equilibrado, las plagas son menos frecuentes”, explica Blanca.
“Hoy en día se ha puesto de moda ese término de agricultura regenerativa, que va más allá de lo ecológico. Por él se entiende todo lo que acabo de mencionar. Se cuida tanto el suelo que incluso se intenta evitar el laboreo para no romper la vida microbiana que hay en él. Nosotros lo hacemos para mejorar nuestras praderas, pero no siempre. Elaboramos el pienso de nuestro ganado, y es imposible que prospere un cultivo de cereal sin usar herbicidas químicos, algo que no podemos hacer por ser ecológicos”.