Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, la calefacción vuelve a convertirse en uno de los principales gastos de los hogares. Sin embargo, la psicología del consumo y la eficiencia energética coinciden en una idea clave: gran parte del dinero que se invierte en calentar la vivienda se desperdicia por falta de hábitos adecuados o de pequeñas mejoras en el hogar.
Uno de los primeros pasos para reducir la factura esrevisar el aislamiento. Las ventanas y puertas mal selladas son responsables de la pérdida de hasta un 30% del calor. Colocar burletes, cortinas gruesas o incluso alfombras en el suelo ayuda a mantener una temperatura estable y evita que el calor se escape por rendijas invisibles.
No abrir las ventanas de las habitaciones donde el sol incida de manera directa. (Pexels)
La programación inteligente de la calefacción es otro factor determinante. Ajustar el termostato a unos 20-21 ºC durante el día y reducirlo por la noche permite un ahorro significativo sin perder confort. Además, los dispositivos inteligentes que permiten programar el encendido y apagado en función de la hora o la presencia en la vivienda se han convertido en grandes aliados del ahorro energético.
Mantener el buen estado de los radiadores es clave para no gastar mucho en calefacción. (Pexels/ Andrea Piacquadio)
La luz solar es un recurso gratuito y eficaz que a menudo pasa desapercibido. Subir las persianas durante las horas de sol y bajarlas en cuanto anochece ayuda a aprovechar el calor natural durante el día y a retenerlo en las horas más frías. Este sencillo gesto puede marcar la diferencia en los meses de invierno.
Otro consejo clave es optimizar el uso de las estancias. Si la casa es grande, lo más práctico es concentrar la calefacción en las habitaciones más utilizadas y cerrar las puertas de aquellas que apenas se usan. De esta forma, el calor se mantiene en los espacios principales y se evita un gasto innecesario.
Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, la calefacción vuelve a convertirse en uno de los principales gastos de los hogares. Sin embargo, la psicología del consumo y la eficiencia energética coinciden en una idea clave: gran parte del dinero que se invierte en calentar la vivienda se desperdicia por falta de hábitos adecuados o de pequeñas mejoras en el hogar.