Los pasillos son, con frecuencia, los grandes olvidados en la decoración del hogar. Espacios de paso que rara vez reciben la atención que merecen, pero que, con algunos cambios sencillos, pueden transformarse en zonas con estilo, capaces de aportar amplitud, luminosidad y una sensación de lujo al conjunto de la vivienda. La clave está en tratarlos como una estancia más, aprovechando cada centímetro y combinando funcionalidad con estética.
El primer paso para conseguir un pasillo de aspecto sofisticado es cuidar la iluminación. Al ser zonas habitualmente estrechas y sin luz natural, es importante apostar por una iluminación cálida y bien distribuida. Los focos empotrados, las tiras LED o las lámparas de pared tipo aplique aportan una sensación de continuidad y realzan los volúmenes del espacio. Un truco muy eficaz consiste en instalar luces indirectas que bañen las paredes o el techo, creando una atmósfera acogedora y elegante.
Los pasillos son espacios que también se pueden decorar. (Pexels/ Max Vakhtbovycn)
El color también juega un papel determinante. Los tonos neutros como el blanco roto, el beige o el gris claro amplían visualmente el espacio y reflejan mejor la luz. Si se busca un toque más sofisticado, se puede añadir contraste con una pared en un tono más oscuro o con molduras decorativas que aporten profundidad y carácter. Los papeles pintados con textura o motivos sutiles —como rayas verticales o patrones geométricos suaves— son una excelente opción para elevar el nivel decorativo sin recargar el ambiente.
Otro recurso eficaz para dar sensación de lujo es incorporar elementos de arte o fotografía. Una galería de cuadros o láminas bien dispuesta convierte el pasillo en un espacio expositivo personal y con estilo. Los espejos, por su parte, son aliados imprescindibles: multiplican la luz, amplían visualmente el espacio y añaden un toque de distinción. Colocarlos frente a una fuente de luz o en puntos estratégicos consigue un efecto aún más espectacular.
Los pasillos bien iluminados son más bonitos. (Pexels/ Skylar Kang)
El suelo no debe descuidarse. Una alfombra alargada, preferiblemente en tonos coordinados con el resto de la decoración, aporta calidez y confort. En pasillos amplios, los suelos de madera o de porcelánico imitación mármol refuerzan la sensación de sofisticación. En cambio, si el espacio es estrecho, es preferible optar por materiales continuos y sin juntas marcadas para evitar que se vea más pequeño.
Los pasillos también pueden ser funcionales sin perder elegancia. Un mueble bajo o una consola estrecha con un jarrón, una lámpara o un libro decorativo puede convertir un rincón desaprovechado en un punto de interés. En algunos casos, incluso se puede instalar una estantería empotrada o baldas flotantes para libros, objetos o plantas pequeñas, aportando dinamismo al conjunto.
Los pasillos son, con frecuencia, los grandes olvidados en la decoración del hogar. Espacios de paso que rara vez reciben la atención que merecen, pero que, con algunos cambios sencillos, pueden transformarse en zonas con estilo, capaces de aportar amplitud, luminosidad y una sensación de lujo al conjunto de la vivienda. La clave está en tratarlos como una estancia más, aprovechando cada centímetro y combinando funcionalidad con estética.