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Valencia sorprende con polémica y jóvenes promesas
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Valencia sorprende con polémica y jóvenes promesas

Durante los días 8, 9 y 10 de septiembre, Valencia adquirió un nuevo atractivo y se convirtió en el epicentro de la moda. En esta ocasión,

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Valencia sorprende con polémica y jóvenes promesas

Durante los días 8, 9 y 10 de septiembre, Valencia adquirió un nuevo atractivo y se convirtió en el epicentro de la moda. En esta ocasión, los jóvenes diseñadores se apoderaron de la VII edición de la pasarela valenciana y mostraron al público su colección, que se traduce en trabajo, ingenio y mucha ilusión. Una agudeza que ha conseguido que ni la crisis, que también se ceba con el sector, o la polémica por el abandono de algunos diseñadores veteranos como Dolores Cortés o Hannibal Laguna, haya deslucido el resultado final.

 

La cita con la moda comenzó con modelos de excepción, como el vasco Jon Kortajarena, y una marcada impronta masculina. José Zambrano invitaba a hacerse hombre con pantalones cortos, el desgarro propio de las inequívocas cremalleras y un sutil matiz femenino. Una mezcla con reminiscencias de la Roma de Flavio y las sandalias de gladiador y los gorros de aviador. Una colección con buena acogida que fue secundada por la obra creativa, en clave de ropa interior y trajes de baño, del bilbaíno Manuel de Gotor.

Del blanco y negro a la explosión de color plasmada en los diferentes lienzos andantes. La Cinta Roja también juega con los colores, la noche y el día donde las gafas de buceo, con su correspondiente tubo, y los pulcros albornoces son los complementos indispensables. El negocio empresarial – y familiar- de Miquel Suay, que estaba convaleciente de una reciente operación, también tuvo su hueco en la Semana de la Moda de Valencia (SMV). De nuevo otra apuesta por la ausencia de luz y color del negro y el esmerado halo de luz del blanco. Pantalones ajustados y ceñidos, camisas con cuellos de pico o sin ellos, y chaquetas clásicas con un leve aire moderno. Tanto para ellos como para ellas.

Con Mónica Lavandera y Yiyi Guitz vino el despojo de lo accesorio y la vuelta a la infancia. La primera jornada terminó con el desfile ochentero de Por fin! en la Feria de Valencia para, ya sumergidos en la oscuridad de la noche valenciana, poner el broche con la colección romántica  de María Penyarroja en la zona off del Umbracle.

Sensualidad natural, miradas retrospectivas y rock and roll

El erotismo de los sensuales movimientos de la bailarina de burlesque Vinila von Bismarck daba el pistoletazo de salida a la segunda jornada de la Semana de la Moda de Valencia. La madrileña Maya Hansen era la encargada de iniciar los desfiles con sus piezas señeras: corsés rococós que recordaban a la época de María Antonieta acompañados de una corte de lazos, faldas de tul y ligueros versallenses. De la sensualidad y el fetichismo de la diseñadora madrileña al futurismo conceptual del estilo de Vanessa Soria Lima, que con mayor o menor fortuna, debutó con sus imposibles estructurados.

De dos en dos los desfiles se sucedían con la cadencia del atardecer. A las 16: 30 h le llegaba el turno al alicantino Juan Vidal, que también tomaba la alternativa en la Semana de la Moda valenciana. Una colección acromática -salvo alguna incursión del amarillo y el fucsia- donde el negro y el brillo metálico de los múltiples collares y cremalleras que aderezaban la bella silueta de las glamurosas modelos -ahora, rebeldes star rock de los 80 y 90-, fue la tónica general. Cazadoras de cuero que se vuelven vestidos con el matiz de las cremalleras: un must para la temporada de primavera/verano del próximo 2010.

El diseñador valenciano Higinio Mateu entra en éxtasis creativa con su Naturaleza Muerta y lleva los tallos y las ramas a estampados en tejidos rígidos -como el micado- para escenificar la desazón y el óbito. Del pesimismo colorista del valenciano a Encarnis Tomero: dos hermanas valencianas que devolvieron la vida al catwalk con amapolas y trigos. Un amanecer campestre, con monos y cómodos vestidos como herramienta de labranza.

Del campo a la ciudad de la mano de Álex Vidal Jr. que presentaba su colección como director artístico de la veterana firma valenciana. Una mujer cosmopolita, urbanita y moderna, que desafía a la ciudad con atractivos atuendos: gasa, satén, seda y raya diplomática. Los 80 y 90 se alternan con la noche y el día. La agudeza de los diseñadores del segundo día de la cita con la moda en la capital del Turia pone punto y final con la colección de baño retrospectiva del vasco Ion Fiz, en colaboración con la firma de Castellón Marie Claire. Los aires de rebeldía monegasca, el recato de los bañadores ‘pin up’ de las grandes estrellas de Hollywood de los años 40 y 50, así como los esmoquin de Yves Saint Laurent, se ocuparon de sellar el telón. Aplausos. Horas más tarde los aplausos vuelven a ser el hilo musical del desfile de la diseñadora madrileña Itziar Gorriz. Prosperidad, optimismo y feminismo para terminar la cálida noche.

Desavenencias, amor y pecados castigados

El tercer día de la SMV comienza con la oportunidad para los más noveles y alternativos. Una amalgama de siete colecciones alejadas de vetustas propuestas que, a pesar de las ovaciones  recibidas, no gozaron del favor del Comité de Calidad. Los nervios también se apoderan de los menos inexpertos – modelos incluidos- ya que es el gran día final y como colofón se darían a conocer los diferentes ganadores del premio al mejor modelo revelación en categoría masculina y femenina, y el premio al mejor estilismo.

Tras la incursión novel, volvieron los más consagrados. Jaime Piquer echó mano de la gama cromática más natural para buscar los efectos del agua en las piezas de seda, que emulaban el cabrilleo del mar. Además del obvio azul, el turquesa, el verde y el morado emergen de las piezas asimétricas del diseñador valenciano. De lo natural a la propuesta de Siglo Cero, que tenía mucho de pecado. La ira, la gula-con forma de spagettis físicos- o la soberbia fueron los vicios de Pedro Hidalgo y María Jesús Domingo integrantes de la firma. Vestidos con faltriqueras delanteras, faldas pencil y piezas bicromáticas en blanco y negro, donde el espectro se va y se viene.

De dualidad en dualidad. Tonuca, estandarte de la moda valenciana, recrea la historia de amor entre Kafka y Dora Diamant, el último amor del escritor; Noelia Navarro, por su parte, fragmenta su colección en tres colores. La pureza del blanco nuclear de su propuesta muestra unas técnicas de trabajo marcadas que fueron las encargadas de poner punto y final a los desfiles. Moda con un claro sello valenciano.

Después de pasar por el kissing area- véase photocall- la pasarela se volvió a llenar de público. Esta vez desfilarían Tania Onishenko y Alexandes Ardid como mejores modelos y el alicantino Juan Vidal, como ganador del premio al mejor estilismo. Los diseñadores noveles de la Zona D abandonaron la sala cuando la actriz Kira Miró les trasladó la decisión del jurado de declarar el premio desierto. Más tarde la pasarela se inundó de modelos masculinos que se atrevieron a lucir la prenda femenina por antonomasia: la falda. Diseños de Roberto Verino, Loewe o incluso del diseñador valenciano Francis Montesinos, que no participa en la SMV por diferencias de fondo con la organización, fueron lucidas sin vergüenza por los modelos. La cita con la moda valenciana terminó con el desfile de Martín Pérez Ripoll en el evocador Umbracle de la Ciutat de les Arts i les Ciencies de Calatrava en Valencia. Polémica, talento y juerga se conjugan bajo la atenta mirada de la luna valenciana.

Durante los días 8, 9 y 10 de septiembre, Valencia adquirió un nuevo atractivo y se convirtió en el epicentro de la moda. En esta ocasión, los jóvenes diseñadores se apoderaron de la VII edición de la pasarela valenciana y mostraron al público su colección, que se traduce en trabajo, ingenio y mucha ilusión. Una agudeza que ha conseguido que ni la crisis, que también se ceba con el sector, o la polémica por el abandono de algunos diseñadores veteranos como Dolores Cortés o Hannibal Laguna, haya deslucido el resultado final.

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