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Cibeles, una pasarela inútil para un país engañado
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Cibeles, una pasarela inútil para un país engañado

Hace poco más de un mes se cerró la última edición de Cibeles Madrid Fashion Week. Con el reposo que da el tiempo llega el momento

Foto: Cibeles, una pasarela inútil para un país engañado
Cibeles, una pasarela inútil para un país engañado

Hace poco más de un mes se cerró la última edición de Cibeles Madrid Fashion Week. Con el reposo que da el tiempo llega el momento de preguntarse la relevancia auténtica de la principal pasarela española en el panorama internacional de la moda. ¿Cuáles son las claves que marcan la existencia de un evento que cuenta con un presupuesto de siete millones de euros anuales que llega en su mayor parte de las arcas públicas?

Temporada tras temporada es difícil saber hacia dónde se quiere dirigir la pasarela Cibeles, sobre todo porque hay una sensación de volver a ver algo ya pasado que se ha hecho mal y deprisa. ¿Qué es lo que falla? ¿Qué es lo que no funciona? La respuesta es que hay muy buenas intenciones pero ninguna llega a ningún sitio. Incluso esta edición, que se suponía que iba a ser la mejor, la más interesante y con la mayor proyección fuera de nuestras fronteras, ha sido peor que nunca, o por lo menos la más decepciónate por sus altas expectativas.

 

El principal problema de la pasarela es que en Cibeles no se invita a compradores, algo inimaginable en cualquier otra pasarela del mundo. Las Fashion Weeks son días para ver y dejarse ver, pero sobre todo para hacer negocio. En esto Cibeles no resulta útil. ¿En que se gastan las subvenciones que se le da a ACME, la selecta asociación de diseñadores de moda? ¿Por qué ese dinero no se utiliza para invertir en producción y distribución? No, lo que se hace con él son viajes al otro lado del Atlántico. La excusa, una exposición en Nueva York para dar a conocer la moda española con cuatro trapos que no fue a ver nadie. Y ahora México, país no precisamente conocido por su consumo de moda, para abrir un nuevo mercado de expansión.

 

Reconozcámoslo: somos cutres

 

Evidentemente para obtener beneficios es necesario saber invertir. Y los españoles parece que no tenemos idea de cómo hacerlo. Se monta una kissing room, se toma uno un gin tonic con pepino en medio de la nada y se hace la foto de rigor. En París uno puede beber lo que sea necesario y se hace la foto, pero todo mientras a la vez se vende y se compra.

 

Tenemos que admitir que los españoles no tenemos cultura de moda. Lo primero que se le pasa por la cabeza al español medio cuando se le habla de moda es Zara. En París, una semana antes de que empiece oficialmente la Fashion Week se nota que la ciudad cambia, que se mueve. Exposiciones, presentaciones en galerías de arte, modelos por la calle, fotógrafos, estudiantes de moda por todas partes... la ciudad se dinamiza. En la capital madrileña, por el contrario, no ocurre nada de esto.

 

Sin embargo, lo más triste es que somos cutres. Cutres, por no saber aprovechar los magníficos espacios que tiene Madrid para organizar los desfiles. ¿Por qué se celebran en un recinto feo y lejos del centro? ¿Por qué no dejan entrar a los desfiles si no tienes invitación? Algo ridículo cuando a muchos no va nadie. En la ciudad del Sena se puede llegar a ver el mismísimo desfile de Dior o Maison Martin Margiela aunque uno no forme parte del mundillo.

 

La prensa internacional no hace escala

 

Somos cutres porque tenemos complejo de inferioridad y porque sabemos que no estamos a la altura. En lugar de trabajar para superar nuestras deficiencias las escondemos bajo premisas como “Cibeles es más la cuarta pasarela más importante por delante de Londres”, como repite una y otra vez Cuca Solana, directora del evento, basándose en que tiene una amplía cobertura en prensa internacional. Esa prensa de la que habla estaba trabajando en Londres y con un pie en Paris, pero sin hacer escala en el Recinto Ferial Juan Carlos I. Somos cutres porque se paga a una estrella de Hollywood para que venga a hacer bonito en el front row, como ha ocurrido con Gwyneth Paltrow. En París no se paga a nadie: todo el mundo quiere estar, ver y vivir la moda desde el Carroule du Louvre al Petit Palais, desde una galería de arte en Saint Germain a un centro de arte alternativo en el canal de Saint Martin.

 

Tal vez ayudaría el tener una verdadera critica de moda profesional e independiente, dejando de reseñar lo menos malo. El 80% de la prensa especializada alaba hasta límites insospechados lo que se ve en la pasarela por muy malo y aburrido que sea lo que se está viendo.

 

Y es que como en otras facetas de la sociedad española, parece que nos gusta que nos mientan descaradamente: ¿El país con más índice de paro de la Unión Europea? No, es lo normal en una superpotencia de nuestra clase. ¿Cibeles, un pozo sin fondo en el que no se sabe dónde van a parar subvenciones de todo tipo? No, hombre, no, es la mejor pasarela del mundo.

 

*Laura Díaz Extremera es periodista de moda y cultura y autora del blog La Couturière à Paris.

 

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Vea las imágenes de la última edición de Cibeles Madrid Fasion Week:

 

El Ego de Cibeles 

 

Jornada I: Adolfo Domínguez, TCN, José Castro, Roberto Verino 

 

Jornada II: Ágatha Ruiz de la Prada, Ailanto, Victorio & Lucchino, Amaya Arzuaga, Devota & Lomba, Ángel Schlesser, Juanjo Oliva

 

Jornada III: Hannibal Laguna, Francis Montesinos, Lydia Delgado, Kina Fernández, Miriam Ocariz, Lemoniez, Antonio Alvarado, Ana Locking

Jornada IV: Andrés Sardá, Javier Larraínzar, Elio Berhanyer, Alma Aguilar, Roberto Torretta, Duyos, Antonio Miró

Jornada V: Anke Schölder, Krizia Robustella, Nicolas Vaudelet para El Caballo, María Barros, Montse Bassons, El Delgado Buil, Sergei Povaguin, Sita Murt, Carlos Díez, Guillermina Baeza, Dolores Cortés

 

Hace poco más de un mes se cerró la última edición de Cibeles Madrid Fashion Week. Con el reposo que da el tiempo llega el momento de preguntarse la relevancia auténtica de la principal pasarela española en el panorama internacional de la moda. ¿Cuáles son las claves que marcan la existencia de un evento que cuenta con un presupuesto de siete millones de euros anuales que llega en su mayor parte de las arcas públicas?