De Jill a Melania: así usa el mundo de la política el color rosa
Analizamos qué mensajes quieren mandar las primeras damas cuando tiñen su vestuario del 'political pink'
Considerar al rosa un color dulce y romántico es habitual, pero el que el año pasado se acuñara el término 'political pink' demuestra que se trata de una tonalidad mucho más enérgica y con un carácter reformador a tener en cuenta. Si fuera un color tan inocente y dulce, Natalie Biden no habría apostado por un abrigo rosa de Lafayette 148 New York con guantes rosados para asistir al acto inaugural presidencial. Tampoco habría sido el color elegido por la primera dama para acudir a un evento en el que defender la igualdad de pago entre hombres y mujeres, ni se habría convertido en uno de sus colores habituales.
Descrito como una “espectacular contradicción” por Alice Bucknell, el rosa es una tonalidad empoderadora que se emplea desde para apoyar la luchar contra el cáncer de mama hasta para hablar de la muñeca Barbie. Al ser un color difícilmente encontrable en la naturaleza, la artista Signe Pierce asegura que el que muchas mujeres se identifiquen con él supone “un testimonio hacia las hierarquías patriarcales” opresoras. Mucho se ha hablado acerca de cómo Melania Trump ha empleado el rosa, cuando fuentes cercanas y expertos han aclarado que en realidad, la ex primera dama no intenta mandar mensaje alguno con sus looks. Sin embargo, sí tenemos que señalar que como primera dama, sin dejar jamás de lado su estilo bombshell, sí se encargó de desvincularse de las siluetas y tonalidades tradicionalmente asociadas a las Barbies. Para hacerlo, convirtió al rosa palo en su predilecto frente al fucsia. Cuando lo lleva, lo hace con mangas de efecto 'wow' destinadas a imponer respeto y siluetas evasé que huyen de la figura tubo.
Cuando tras el Orgullo se puso un vestido rosa, aseguraron que era su forma de mostrar su apoyo al colectivo LGTBI+. “¿Me tomas el pelo? ¡Ni se me había pasado por la cabeza!”, le confesaba a una amiga por teléfono. Hemos visto tanto a Jill como a Melania, dos mujeres de estilos radicalmente opuestos, lucir looks rosados en San Valentín. Mientras que Biden se ha decantado por el fucsia, Melania ha preferido apostar por el pale pink, un look compuesto por un majestuoso abrigo de Cedric Charlie similar al de la marca canadiense HiSO de Jill Biden. A su vez, los outfits rosas de Biden nos recuerdan a los que la reina Isabel de Inglaterra ha llevado durante toda su vida, dejando claro que el rosa no es el color de las princesas, sino el de las reinas.
El rosa siempre le ha dado problemas a Melania, que muchas veces ha sido tildada de 'la Barbie de la política'. Cuando se puso su polémica ‘pussy bow’ de Gucci, la blusa era rosa. Cuando se enfundó un vestido de silueta globo de Delpozo, criticado por rondar los 3.000 euros, el color era, por supuesto, el rosa. Sin embargo, tanto su abrigo rosado de pata de gallo de Fendi como su vestido evasé con detalles de lazos a la cintura de Jason Wu le reportaron aplausos, pero el mensaje en el caso del uso del rosa de Melania Trump es claro: no-hay-ninguno. Sin embargo, Jill Biden sí quiere que el rosa sea combativo y se vincule al feminismo, ese que tantas veces se ha tenido que disculpar por vestir de rosa. Irene Montero, por cierto, asegura que el rosa “oprime y reprime a las niñas”.
Cuando Nancy Pelosi se puso un vestido fucsia y los medios se apresuraron a comentar el look, 'New York Times' lanzó un artículo en el que explicaba por qué no es sexista hacerlo. La revista ‘Time’ había escrito antes una pieza en la que se hablaba también del vestido, algo que incendió las redes. “Tengo ganas de ver un titular en el que analicéis el traje azul de Trump y su corbata roja en una conferencia, o cómo McConnell lleva un traje negro con corbata azul”, escribía un internauta. “No creo que haya que cuestionarse si Pelosi eligió un vestido 'hot pink' para destacar en una habitación repleta de trajes negros o por la naturaleza de la ocasión, al ser un color tradicionalmente asociado con la delicada feminidad que ahora se asocia al poder. Es una decisión estratégica y sabia, y señalarlo es reforzar la inteligencia de su estrategia, no mermarla”, escribe Vanessa Friedman.
¿Que Biden viste de rosa? ¿Que Melania se pone un vestido 'hot pink?' ¿Que la reina de Inglaterra abraza al color fetiche de Barbie? ¿Que Letizia lleva un traje rosado? Que lo hagan, y ante todo, que podamos comentarlo, porque pensamos hacerlo. Dar significado a los looks de las políticas es importante, porque en 2021, ningún outfit carece de mensaje, y no querer escucharlo sí que es un acto sexista. Si analizamos el porqué del pendiente de Pablo Iglesias o reflexionamos acerca de los colores de las corbatas de Trump, también tenemos que descifrar qué quiere decir Jill Biden cuando se viste de rosa.
Considerar al rosa un color dulce y romántico es habitual, pero el que el año pasado se acuñara el término 'political pink' demuestra que se trata de una tonalidad mucho más enérgica y con un carácter reformador a tener en cuenta. Si fuera un color tan inocente y dulce, Natalie Biden no habría apostado por un abrigo rosa de Lafayette 148 New York con guantes rosados para asistir al acto inaugural presidencial. Tampoco habría sido el color elegido por la primera dama para acudir a un evento en el que defender la igualdad de pago entre hombres y mujeres, ni se habría convertido en uno de sus colores habituales.