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Mejor desnudas: ¿por qué el sexo vende tanto en la moda?
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Mejor desnudas: ¿por qué el sexo vende tanto en la moda?

De Tom Ford a Alexander McQueen, pasando por Thierry Mugler o Hood by Air. ¿Qué tiene el sexo que tan bien le sienta a la moda?

Foto: El invierno de 2020 según Tom Ford. (Reuters)
El invierno de 2020 según Tom Ford. (Reuters)

Pensemos una cosa: la industria de la moda existe para taparnos. Desde el inicio, la ropa ha servido para protegernos, abrigarnos, decorarnos y ocultar nuestras vergüenzas. Eso sí, en esta lucha entre lo permitido y lo prohibido, entre lo decente y lo indecente, entre lo moral y lo inmoral, los vestidos siempre han jugado un papel. Las crinolinas del XIX, aquellas grandes faldas que enjaulaban a la mujer, no solo ocultaban sus piernas y alejaban a los hombres. También tenían su juego secreto sexual: si se acercaban a una pared, la estructura provocaba que la falda se levantara, dejando ver los pies y tobillos, algo que provocaba la excitación sexual de todo caballero que contemplara aquella escena.

Así que el sexo, realmente, ha estado presente en gran parte de nuestra historia del vestido. Hay un momento clave en todo esto: ¿alguien se ha olvidado de la famosa campaña de Tom Ford para Gucci en la que rasuró el pubis de una modelo para marca la inicial de la firma italiana?

Foto: Imagen de Harmony Korine para Gucci.


El diseñador tejano es, posiblemente, el hombre que hizo que el porno se pusiera de moda a la hora de vender ropa. La carga sexual llegó con él, aunque siempre había estado presente: "Yves Saint Laurent tal vez sea el primer gran explorador del sexo o la sexualidad femenina en relación con la moda con sus controvertidas transparencias, los corsés dorados y escultóricos revelando el pecho femenino o su idea de femme fatale", asegura Rosa Moreno, analista de tendencias y profesora de sociología de la moda en el IED. "Todo eso fue inspiración directa para la ruta que continuó Tom Ford con el porno chic".

placeholder Anthony Vaccarello para Yves Saint Laurent. (EFE)
Anthony Vaccarello para Yves Saint Laurent. (EFE)

Otros que también le prepararon el camino a Ford fueron, sin lugar a dudas, Bob Mackie, Thierry Mugler y Jean Paul Gaultier: "A Mackie le llaman el rey de la lentejuela porque sabía coserlas en el lugar preciso para dejar a la mujer divina, destapando, pero tapando a la vez, jugando con la idea del trampantojo", explica el diseñador Antonio Velasco, autor de alguno de los vestuarios más atrevidos que recordamos en los últimos tiempos (suyo es, por ejemplo, los looks de los actores del sensual espectáculo The Hole Zero o algunos de los corsés que luce Amanda Lepore). "Para Mugler, el mundo del sexo es fundamental, ha jugado con el bondage y la temática sexual underground, y empleaba mucho las transparencias, la corsetería, el látex, las botas altas... Y, por su parte, Gaultier creó algo tan icónico como el corsé de pechos cónicos de Madonna y hasta le hizo desfilar con el busto al aire".

¿Y este empleo del sexo funciona para ambos sexos o solo con la mujer como objeto? "No creo que en este sentido esté muy descompensado", afirma Velasco. "Hay marcas femeninas que lo hacen con la mujer, pero cuando un hombre va a una firma masculina suelen también hacer uso de un hombre guapo al que sexualizan para vender". ¿Cuánto le debe David Gandy al anuncio de la fragancia Light Blue de Dolce & Gabbana y a aquel mínimo bañador blanco, que hizo las delicias de modelos como Bianca Balti, Marita Vuyovic o Anna Jagodzinska? "Identificamos la fragancia con el éxito en el nivel de la atracción física", añade Moreno. "Marcas como Dolce & Gabbana hacen uso de estos códigos, como en el anuncio de su fragancia Light Blue donde vemos con claridad el uso de cuerpos escultóricos y deseables como motor de compra del producto".

placeholder Dolce & Gabbana.
Dolce & Gabbana.

Y el sexo no solo funciona por apelar a nuestros más bajos instintos. La polémica también le acompaña consiguiendo así hacer ruido mediático: "Especialmente conmovedor fue el uso que Alexander McQueen hizo de la pulsión sexual convirtiendo muchas de sus creaciones en algo oscuro donde el dolor y el placer iban de la mano, una constante en su trabajo que comenzó con su polémico desfile de 1995 'Violación en las tierras altas', donde las modelos aparecían tambaleándose y con el maquillaje corrido, como si hubieran sido forzadas o vulneradas", recuerda Moreno. "Especialmente polémica resultó la colaboración de la firma de moda urbana Hood by Air con el portal de pornografía Porn Hub en la semana de la moda de NY en 2017, con modelos maquillados con vaselina que vestían camisetas, sudaderas y todo tipo de prendas con el logotipo de la famosa plataforma. Ahí ya no hablamos de una inspiración meramente sexual. Esta colaboración tiene que ver con una industria, la pornográfica, que implica una serie de cuestiones que tienen que ver con lo moral".

Foto: Alexander McQueen y Sarah Jessica Parker (Getty)


Lo cierto es que esta cuestión de la moralidad siempre ha sobrevolado el uso que la moda hace del sexo. Firmas como Dolce & Gabbana o el propio Tom Ford en YSL vivieron en sus carnes las críticas y la censura por plantear campañas de publicidad de difícil interpretación. Esto hace que algunos ya empiecen a plantear si el sexo empieza a ser una fórmula agotada: "Con el imparable avance de la moda unisex y las nuevas interpretaciones de las distintas identidades de género, los códigos clásicos del marketing, unidos al sexo y la provocación, tendrán que reinventarse forzosamente", concluye Moreno. Veremos si el tiempo le da la razón.

Pensemos una cosa: la industria de la moda existe para taparnos. Desde el inicio, la ropa ha servido para protegernos, abrigarnos, decorarnos y ocultar nuestras vergüenzas. Eso sí, en esta lucha entre lo permitido y lo prohibido, entre lo decente y lo indecente, entre lo moral y lo inmoral, los vestidos siempre han jugado un papel. Las crinolinas del XIX, aquellas grandes faldas que enjaulaban a la mujer, no solo ocultaban sus piernas y alejaban a los hombres. También tenían su juego secreto sexual: si se acercaban a una pared, la estructura provocaba que la falda se levantara, dejando ver los pies y tobillos, algo que provocaba la excitación sexual de todo caballero que contemplara aquella escena.

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