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El fin de la figura de la editora de moda estrella
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EL NUEVO FRONT ROW

El fin de la figura de la editora de moda estrella

Los desfiles físicos han regresado, pero las editoras de moda icónicas, no. Después de una larga lista de escándalos y rumores de tiranía, la figura de la editora de moda pende de un hilo

Foto: Anna Wintour. (EFE)
Anna Wintour. (EFE)

La pandemia nos hizo pensar, durante algunos meses, que el término 'front row' había fallecido. Los desfiles físicos fueron puestos en duda y las semanas de la moda hicieron del espectro virtual su nueva pasarela. Las celebridades e influencers que contaban con acuerdos con las marcas subían a sus redes imágenes en las que posaban con looks de la firma ante el ordenador, invitando así al mundo a no perderse sus propuestas a través de sus dispositivos móviles u ordenadores, y las editoras de moda veían las nuevas propuestas a la vez que el resto del mundo. El coronavirus habría borrado las barreras y ahora todos veíamos los desfiles en las mismas condiciones.

placeholder Anna Wintour y Andre Leon Tally. (Getty)
Anna Wintour y Andre Leon Tally. (Getty)

El regreso de los desfiles físicos ha traído consigo un nuevo cambio en el front row, que, por cierto, no ha fallecido. Los archiconocidos editores que se convirtieron en símbolos de la moda, en su mayoría, no forman ya parte de las cabeceras para las que trabajaban. Nuevos nombres, más jóvenes y diversos, ocupan ahora sus lugares, haciendo que las editoras que parecían representar a las revistas de tendencias más aclamadas hayan desaparecido del panorama con la misma velocidad con la que las hombreras se pasan de moda. Ahora que no vamos a ver a Anna Wintour valorar cada salida parapetada por sus inmensas gafas y su icónico corte bob, ¿qué ha sido del front row?

placeholder Joy Bryant, Ali Larter y Carine Roitfeld. (Getty)
Joy Bryant, Ali Larter y Carine Roitfeld. (Getty)

La primera fila de los desfiles es ahora el mejor reflejo de la realidad del mundo de la moda, en el que los influencers son tan relevantes que han terminado por ser los ojos del pueblo. Las marcas saben que cuando las figuras aclamadas por las redes suben imágenes de sus desfiles consiguen mayores visualizaciones que cuando desde el perfil de la marca se invita al mundo a ver sus novedades. El que las ventas de las revistas de moda siguen desplomándose es la causa por la que tantas figuras relevantes del mundillo hayan tenido que abandonar sus puestos, por lo que en un momento en el que un editor no puede limitarse a ser un símbolo (pues sin poder es a lo que queda relegado), su figura carece de sentido. En un mundo sin Wintours de por medio, nombres como Lindsay Peoples Wagner son solo conocidos por los insiders, pero sirven de reflejo de lo que está aconteciendo.

La directora de ‘The Cut’ confiesa que en muchas ocasiones creyó que jamás lograría ser directora (ya hemos hablado en más de una ocasión acerca de lo racista que es la industria de la moda), por lo que el que ahora lo sea deja constancia de que las cosas están cambiando. Las nuevas editoras pueden no ser tan reconocibles y no contar con presupuestos tan elevados como sus predecesoras, pero sí pueden presumir de poseer ideas más diversas y de tener ganas de cambiar las cosas. La nueva guardia no solo quiere transformar las noticias y las portadas de las revistas, sino a la plantilla al abrazar la diversidad. Sus looks no forman ya parte de un uniforme y sus personalidades no abogan por la actitud dictatorial y por la política del terror que en tantas ocasiones ha triunfado en las revistas de tendencias.

placeholder Anna Wintour, Sarah Jessica Parker y Rooney Mara. (Getty)
Anna Wintour, Sarah Jessica Parker y Rooney Mara. (Getty)

La figura de la editora de moda ha terminado por ser tan caricaturesca que el cine y las series de televisión se han valido de ella para crear personajes malévolos y para perpetuar el mito de la editora de moda malévola. Ni inmensos y costos abrigos de piel (ya sabemos que la industria por fin comienza a castigar el uso de pieles), ni bolsos Birkin de todos los colores (donde esté el Telfar, con su mensaje inclusivo y sus precios más asequibles, que se quiten las interminables listas de espera) ni peinados destinados a convertirse en símbolos. La nueva editora de moda no es reconocible al instante (pues, al fin y al cabo, para eso están los influencers), pero sobre todo, tampoco pretende serlo.

placeholder  Margaret Zhang, Aimee Song y Chriselle Lim. (Getty)
Margaret Zhang, Aimee Song y Chriselle Lim. (Getty)

Mientras que las compañías de moda cambiaban a sus directivos con la misma velocidad que las tendencias, el front row parecía estar dispuesto a mantenerse intacto para siempre. Sin embargo, los nuevos nombres que reinan en las publicaciones de tendencias han llegado para desfosilizar el panorama, para imponer diversidad y frescura y para que, tal vez, nos fijemos más en lo que ocurre sobre la pasarela que fuera de ella. Echaremos de menos las gafas de sol de Anna Wintour y el ‘savoir faire’ de Emmanuelle Alt, pero si contar con figuras icónicas hacía que la moda fuera menos inclusiva, entonces preferimos quedarnos con los dibujos animados, donde los iconos siguen existiendo, y con una realidad en la que los nombres y los rostros son menos conocidos pero defienden la diversidad.

La pandemia nos hizo pensar, durante algunos meses, que el término 'front row' había fallecido. Los desfiles físicos fueron puestos en duda y las semanas de la moda hicieron del espectro virtual su nueva pasarela. Las celebridades e influencers que contaban con acuerdos con las marcas subían a sus redes imágenes en las que posaban con looks de la firma ante el ordenador, invitando así al mundo a no perderse sus propuestas a través de sus dispositivos móviles u ordenadores, y las editoras de moda veían las nuevas propuestas a la vez que el resto del mundo. El coronavirus habría borrado las barreras y ahora todos veíamos los desfiles en las mismas condiciones.

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