75 años del New Look, la herencia de Dior en la moda que nació de una guerra

Hay un mundo occidental previo a la II Guerra Mundial y otro muy diferente a partir de 1945, año en el que concluyó el conflicto bélico más sonado de la historia contemporánea. Desde entonces, se dibuja un panorama geopolítico mundial que no ha dejado de transformarse en los 77 años que han transcurrido desde entonces.

Este dinamismo se plasma no solo en la política internacional, sino también a nivel social y, en consecuencia, artístico. Ya sabemos que no este último siempre va de la mano con su contexto social, que después de la II Guerra Mundial en Europa estaba marcado por la depresión posbélica y los problemas económicos.

La pintura suele reflejar a la perfección el sentimiento generalizado de una sociedad en una época determinada. Esto explica, de hecho, el ascenso imparable de la abstracción pictórica, alejada de todo mensaje, con Estados Unidos como centro neurálgico de esta tendencia (y de tantas otras a partir de mediados del siglo XX, una vez su posición internacional sale reforzada después de la II Guerra Mundial). Sin embargo, en Europa, y concretamente en Francia, uno de los territorios más castigados durante el conflicto bélico junto a Inglaterra y, por supuesto, Alemania, es la moda la disciplina artística que refleja con precisión el clima de austeridad, tristeza y decadencia de la época. ¡Hasta los periódicos llevaban un mes de huelga en Francia!

Lo curioso es que, al mismo tiempo, es la moda, gracias a Christian Dior y su New Look, la que también revierte antes esta situación.

Su importancia en el contexto histórico

Es importante darle tiempo al contexto para entender la trascendencia de lo que supuso la colección que el diseñador parisino presentó en la mañana del 12 de febrero de 1947 en los salones del número 30 de la Av. Montaigne de la capital francesa su primera colección de alta costura. Un año antes, había lanzado su propia firma después de trabajar, entre otros puestos, como dibujante de modas de Elsa Schiaparelli y Agnès.

Ese día, delante de Rita Hayworth, Dior presenta 90 siluetas correspondientes a dos líneas distintas: En Huit y Corola. Es esta última, llamada así por la corola o anillo de pétalos de la flor, es la más conocida, de la que casi todos los perfiles que profundizan en el New Look hablan, pero no es la única línea de aquel desfile histórico que revolucionó el mundo de la moda. “Hemos sido testigos de una revolución en la moda y al mismo tiempo una revolución en la forma de mostrar la moda”, dijo tras la presentación Bettina Ballard, prestigiosa periodista de moda que se había marchado poco antes a vivir a Nueva York desde París, ciudad que estaba concentrando la actividad artística de la época en Occidente.

De hecho, fue otra periodista norteamericana, Carmel Snow, quien empleó el término New Look para describir lo que había visto en la avenida Montaigne de París aquella mañana de febrero de 1947. No sabía Snow que su pluma había sido tan certera que había creado un sello, una etiqueta que quedaría vigente para siempre. Había nacido el New Look, una visión de la moda femenina, de la mujer en sentido global, que de un plumazo hizo girar de nuevo los ojos de la industria con dirección a París.

Comienza así la edad de oro de la alta costura parisina, que explota a partir de los años 50 con los vestidos saco de Balenciaga y Givenchy, la irrupción de Yves Saint Laurent, quien toma el relevo en la dirección creativa de Dior (trabajaba como asistente en la marca) a la muerte de este en 1952 víctima de un paro cardiaco. También con las nuevas propuestas de Coco Chanel, cuya relación con Christian Dior será el eje central de 'The New Look', la serie recién anunciada por Apple TV+ que protagonizará Ben Mendelsohn y Juliette Binoche como Dior y la propia Chanel.

La revolución de la costura

Lo que Christian Dior mostró al mundo en aquellos 90 estilismos que conforman su colección de alta costura de 1947 fue catalogado como 'revolución' porque realmente no se había visto nada así en el mundo de la moda femenina, que ya en los años previos a la guerra estaba evolucionando hacia nuevas líneas y formas, sobre todo de la mano de Coco Chanel.

Pero lo que hace Dior es apostar por explotar al 120% lo que en nuestra cabeza entendemos, con acierto o sin él, con más o menos prejuicios culturales, como 'femenino'. La delicadeza extrema, la sofisticación de las líneas y tejidos, las curvas que parecen dibujadas por la naturaleza... Lo explica mejor que nadie el propio diseñador en palabras recogidas por su firma: “Quería que mis vestidos fuesen 'construidos', moldeados sobre las curvas del cuerpo femenino, estilizando su perfil. Realzaba el talle, el volumen de las caderas, realzaba el pecho. Para darle más cuerpo a mis modelos, hice que se forrasen prácticamente todos los tejidos de percal o tafetán, retomando así una tradición abandonada desde hace tiempo”.

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C.C

El gusto por el uso excesivo de la tela se convierte en seña de identidad de Dior. En época de austeridad general, él apuesta por embellecer al máximo cada una de sus creaciones sin escatimar en la cantidad de materia prima, que por cierto escaseaban en aquella Francia, que no andaba precisamente sobrada de recursos económicos.

Pero Dior tuvo la capacidad de convertir el exceso en virtud y no en abuso. Con su capacidad para jugar con los volúmenes y las formas, exageró las faldas, les añadió vuelo y fue pionero en acentuar el contraste de las líneas femeninas, marcando la cintura en contraste con la amplitud en hombros y piernas. Eso que hoy conocemos como 'cintura de avispa'. Por supuesto, a esto añadió un gusto refinado, plasmado no solo en sus vestidos y conjuntos, sino también en los complementos: los sombreros, las joyas, los guantes y los zapatos de tacón de aguja, claves también para estilizar más si cabe la figura femenina que dibujaban sus creaciones, tienen un papel decisivo en el concepto New Look, una apuesta sin tapujos por la seducción.

La chaqueta Bar

Toda colección histórica de moda tiene una prenda icónica que define el legado que dicha colección deja vivo de por vida. En el New Look, esa prenda es la chaqueta Bar, símbolo de empoderamiento femenino con el paso de las décadas y estandarte de la firma. Da la sensación, tanto en su versión de botonadura simple como en la cruzada, de entender y conectar con el cuerpo de la mujer hasta el punto de convertirse en una especie de exaltación del mismo.

No hay director creativo de Dior en los últimos 70 años —John Galliano, Gianfranco Ferré y Raf Simons, o Maria Grazia Chiuri, entre otros—, el tiempo que la casa de moda ha permanecido en activo ya sin su fundador, que no haya reinterpretado este clásico que vimos por primera en 1947 sobre la pasarela. Tal fue su éxito inmediato que en su primera temporada, confirma Dior, se reprodujo veintiuna veces.

Cuenta Maison Dior que fue en el Plaza Athenée, el hotel de París donde le gustaba almorzar y donde se encontraba con su buena amiga y cliente Marlene Dietrich, donde Christian Dior dio forma a la chaqueta Bar. Una pieza “reconocible por la extrema delicadeza de su cintura ceñida, hombros suaves y con contornos que enfatizan la forma de las caderas, exalta voluptuosamente las curvas femeninas”, explica el equipo creativo del sello parisino.

La chaqueta Bar es la pieza, casi una obra de arquitectura, del New Look que mejor refleja ese ánimo de Christian Dior por liberar ese deseo, hasta entonces oculto, de la mujer por mostrar su sensualidad a través de su armario. Es, en definitiva, una revolución en sí misma. Social y cultural, no solo textil. La chaqueta Bar simboliza el New Look, que por muchos años que cumpla siempre se verá moderno y vanguardista.