Xisca Perelló tiene las claves de un look clásico (y de lujo) para ir a ver tenis

Estamos en una de las semanas más movidas a nivel social en Madrid. Es la semana del Mutua Open Madrid, en la que la primavera da su pistoletazo de salida del todo y empezamos a ver cómo los cambios de armario suben a los palcos de la Caja Mágica.

Y por fin, vemos una de las apariciones estelares, una de las más esperadas, la que menos se prodiga en medios (pese a que hace poco ha protagonizado nada más y nada menos que la portada de una revista femenina). Hablamos de Xisca Perelló.

La mallorquina ha acudido a ver a su marido, Rafael Nadal, a uno de los partidos que jugará esta semana y lo ha hecho de la mano de su suegra. Como buena WAG del tenis (nos referimos a esa terminología anglosajona y futbolera con la que se denomina a las esposas y novias de los jugadores, 'wifes and girlfriends') ha seguido el partido en el que Nadal ganó a Miomir Kecmanovic.

Y, cómo no, nos hemos fijado en su look. Ayer era un día primaveral total en Madrid y ella iba preparada para las inclemencias. Sobre su brazo llevaba un trench, esa prenda que podemos llevar pocos meses, pero que es muy útil para estas tardes indefinidas de mayo. Y parece que es friolera porque sobre esta llevaba una americana azul marino, por si el partido se alargaba. Ella ya tiene mucha experiencia en estos menesteres y no se iba a quedar helada en la silla.

Como protagonistas del look, pudimos ver que llevaba cruzado su bolso de Loewe modelo Gate que tiene un precio de 1.800 euros. La curiosidad del que llevaba Xisca es que es un diseño de otra temporada que tiene la tapa de punto, distinguiéndolo del clásico, que es entero de piel. Esta ha sido su única concesión a la modernidad. Por lo demás, eligió un binomio blanco y negro para ver el partido, unos vaqueros cómodos oscuros y una camisa curiosa. Dentro de que pasaba desapercibida por su color, los detalles de la camisa han llamado nuestra atención, con mangas globo, muy tendencia esta temporada, cuello pico y detalles de pasamanería (una suerte de bodoque troquelado) en el centro.

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Cada aparición está llena de prendas básicas que llenan su armario y que ceden espacio a unos complementos de marcas de lujo, con lo que demuestra que la discreción no está reñida con la elección de accesorios que diferencien los looks. Eso sí, en esta ocasión, como en muchas otras, todo es funcional, muy funcional. No la imaginamos en una cancha de tenis subida a unas plataformas o a unos tacones imposibles que le impedirían moverse libremente por las gradas o lanzarse a saludar a su marido tras otra victoria. Cuida los detalles sin que se conviertan en protagonistas de un encuentro deportivo en el que ella siempre ha buscado un segundo plano porque sabe que la atención se debe centrar en la cancha de juego y no en sus estilismos. Una vez más, lo ha conseguido.