Coincidencias de vestido que pasaron a la historia: de Lady Di a la reina Sofía y más

“Si Diana insiste en llevar una ropa ‘horrible’, estas cosas tienen que suceder. Vaya y tenga una velada encantadora… y no piense más en esto”. Así de contundente fue la reina madre en 1985 cuando Natasha Fairweather intentó excusarse por lucir el mismo vestido de Lady Di en la fiesta de cumpleaños del príncipe Eduardo en Windsor. “A las 10 de la noche me encontré cruzando una nube de paparazzi de camino al castillo”, recordaba la propietaria del diseño bicolor de Murray Arbeid con el que coincidió con la entonces princesa de Gales.

“Había sido invitada por casualidad y me sentía como una impostora en ese diseño en terciopelo negro y seda marfil que había tomado prestado de mi hermana mayor. Crucé las puertas, escaneé a toda la multitud allí congregada para buscar a alguien conocido y cuando me encontré con un amigo me dijo que había cometido el atroz error de llevar el mismo vestido de Lady Diana”. Ni ella ni Carlos se sintieron, eso sí, molestos con esta coincidencia. De hecho, la protagonista de esta historia reconoce que no tuvo reparos en lucir su diseño delante de la real pareja en la pista de baile, algo que, por otra parte, les hizo mucha gracia. Este detalle no pasó desapercibido para la prensa, que recogió esta coincidencia al día siguiente e, incluso, le llegaron a ofrecer una gran suma de dinero por posar con ese vestido. El año pasado salió a subasta y alcanzó un precio de más de 1.200 euros.

Las coincidencias ocurren. Le sucedió a Diana y también le ha pasado a la reina Letizia. Y pasan tanto se apueste por un diseño low cost como por una creación de una gran firma. Porque, aunque muchos puedan decir ahora que antes o después esto iba a suceder por empeñarse doña Letizia en lucir vestidos que se pueden encontrar en cualquier tienda, lo cierto es que a su antecesora en el trono también le sucedió, y no precisamente con un diseño de Zara.

En esta ocasión quien coincidió con la reina Sofía fue Mariló Montero. La periodista vivió posiblemente uno de sus momentos más embarazosos cuando fue invitada en 2004 al Palacio Real con motivo de la recepción por el 12 de octubre. En este caso, el arma del delito fue un vestido de la colección prêt-à-porter de la firma Escada, una de las favoritas de la emérita, valorado en 1.000 euros. El diseño en cuestión era un conjunto de vestido y chaqueta en el que destacaba un aplique de encaje en su cintura.

Noor de Jordania y la escritora Elvira Lindo tampoco se libraron de la embarazosa situación de coincidir con el mismo abrigo. En este caso fue en la boda de Letizia y Felipe. Las dos hicieron el paseíllo hasta la puerta principal de la catedral de la Almudena con un tres cuartos de flores que firmaba Dolce & Gabbana, aunque la primera lo lucía con un pañuelo cubriéndole la cabeza y la segunda optó por un sombrero.

Mary de Dinamarca también vivió un momento igual en 2017. Cuando acudió a la entrega del premio de moda Magasin du Nord, se encontró con que Nina Wedell-Wedellsborg, directora de Sotheby’s en el país, lucía la misma creación con estampado floral de la firma Britt Sisseck.

Hoy en día estas situaciones se intentan evitar a toda costa, sobre todo cuando se trata de pisar una alfombra roja. Las firmas controlan al máximo quién se pone qué y cuándo se lo pone, pero, claro, si el vestido en cuestión está a la venta, el control ya se vuelve más complicado. Esto lo pueden contar Carmen Lomana y Marta Sánchez, que vieron como se convirtieron en la comidilla de todos los corrillos cuando en 2011 aparecieron en el photocall de Vogue Fashion’s Night Out con el mismo vestido de estrellas de Dolce & Gabbana. Eso sí, parecer ser que el de Lomana era comprado, mientras que el de Sánchez era un préstamo de la firma italiana.

Hollywood tampoco se libra de estas coincidencias, aunque la historia con la que vamos a cerrar este repaso por los vestidos repetidos sucedió mucho antes de que las marcas de moda impusieran su tiranía en la red carpet. En los años 50 y 60, las estrellas todavía vestían con sus propios armarios y encargaban a sus diseñadores de cabecera los vestidos que ellas realmente querían defender. Así que nada pudieron hacer Elizabeth Taylor y Gina Lollobrigida cuando en una recepción en el palacio del Kremlin, en Moscú, en 1961 aparecieron con el mismo diseño de Dior.

Eso sí, su autora no era sino la española Flora Villarreal. La modista tenía una de las licencias de la maison parisina y desde su atelier del paseo de la Castellana salían algunos de los mejor confeccionados diseños de Dior del mundo. Tanto que dos de sus clientas, como eran Lollobrigida y Taylor, acabaron con ese mismo vestido, algo que, visto lo visto, sucede hasta en las mejores familias.