Rousteing refresca la esencia Gaultier con una colección inspirada en Madonna

Tras decir adiós a las pasarelas después de una carrera de más de 50 años, Jean Paul Gaultier volvía a invitar a un diseñador para que tomase las riendas de su firma por tercer año consecutivo. El director creativo de la casa Balmain, Olivier Rousteing, se convertía en el gran afortunado de asumir los galones del que para él fue su referente en sus primeros años de vida.

El 325 Rue Saint Martin de la ciudad de la luz tomaba posesión, como testigo mudo, ante un hecho que se grabará en los libros de historia de la moda. Del total de 200 bocetos presentados por el joven francés en la propuesta inicial, casi la mitad de ellos ha visto la luz hace tan solo unas horas; recobrando el sentido original de la alta costura: soñar y romper fronteras. La colección, inspirada en los perfumes del icono francés y en el mítico corsé de conos de Madonna, mostraba sobre la pasarela el imaginario del niño que soñaba con transformarse en Gaultier.

Todas las creaciones parten de un proceso de investigación sobre los bocetos originales del archivo de la firma. Por ello, la propuesta obviaba esa mujer de imagen más fuerte y fiestera, característica del creativo de Balmain, para jugar con los elementos más característicos de Gaultier como lo son la sastrería, la corsetería o las rayas marineras. Olivier Rousteing confesaba al medio especializado WWD haber utilizado esta oportunidad para rendir un homenaje a las numerosas contribuciones de Gaultier a la moda.

Por ello, basaba su creación en uno de los momentos más gloriosos de la firma francesa. A inicios de los años 90, Jean Paul Gaultier hacía historia de la moda, gracias a sus creaciones para la entonces reina del pop Madonna. Todos podemos recordar el bustier rosa palo de sostén de cono, que la artista lució en su gira histórica ‘Blond Ambition’, o su aparición en 1992 sobre la pasarela con los senos al descubierto.

Dos hitos que marcaron la infancia de Olivier Rousteing y que ha querido trasladar a su colección mediante la incorporación del corsé como el hilo principal de su colección. Desde diseños largos de corte sirena con estampación jeans, elaborados en la icónica tela negra de finas rayas blancas de la firma, túnicas o trajes semitransparentes de efecto ‘cut-out’ del mismo tejido hasta modelos midis de embarazadas eran aptos para lucir el bustier.

El momento desnudo de 1992 se transformaba en vestidos de tirantes ceñidos de largos diversos en los que se producía un efecto contraste ‘naked-dress’ con la simulación de implantes en color carne sobre el tejido en la altura de los pechos.

Una prenda que se hacía cada vez más grande con vestidos de volumen, protagonizados por inmensas hombreras y faldas de cadera en forma de pico, que nos evocaban la clásica mujer guerrera de armadura; icónica dentro del imaginario de la firma.

El director creativo de Balmain también encontró nuevas formas de reinterpretar las creaciones de sastrería, blusas marineras, esmóquines y trampantojos de rayas finas y enjauladas de la icónica firma francesa. Rousteing convertía las blazers en faldas y tops de palabra de honor jugando con los cuellos de estas prendas para generar volúmenes inimaginables.

Además, quiso evocar el perfume ‘Le Male’, el favorito de la adolescencia del joven diseñador, conocido por su botella con forma de torso masculino musculoso vestido con una camiseta marinera ajustada.

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Lo consiguió replicando el propio frasco mediante prendas de vidrio y tejidos metalizados, transformando sus cajas en cinturones y bolsos, las hebillas de apertura en chockers o generando corsés transparentes y nuevos minivestidos acolchados de estética futurista, que podrían haber sido la perdición de Lady Gaga a finales de la primera década de los 2000.

Las fragancias se expandieron más allá de los diseños y se convirtieron en el nuevo tacón de unos espectaculares botines de plataforma de clara inspiración drag; otro de los grandes mundos explorados por el francés.

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Con la libertad por bandera y bajo el lema “sé quien quieras ser sin el juicio de la sociedad'', todas las ideas anteriores creaban una colección 100% genderless, que buscaba ir más allá del binarismo y se vincula con la leyenda de la moda francesa como sinónimo de libre expresión personal.

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A pesar de que confesó estar asustado cuando Jean Paul Gaultier le propuso asumir las riendas de su firma, Olivier Rousteing ha conseguido no solo descubrirse “quién es él, sin Balmain”, como explicaba a WWD, sino también cumplir su objetivo de llevar la magia al corazón de la ciudad de la luz empleando a la perfección el consejo que le dio su predecesor: “Tan solo sé tu mismo”.