Giambattista Valli apuesta por un verano muy caluroso rodeado de celebrities

No hay semana de la moda sin las maravillosas presentaciones de Giambattista Valli (1966), el diseñador que ha recuperado la feminidad como ninguno en los últimos tiempos. Lleva desde 2005 triunfando con sus presentaciones y en este viernes otoñal lo ha vuelto a hacer. Más de 17 años de buen hacer 'couturier' desde aquellos primeros pasos en solitario en el salón de baile del hotel Intercontinental de París. Sus tules, sus volúmenes, su forma de entender la moda han sido, desde aquel primer homenaje a Yves Saint Laurent, una nueva y única forma de entender la moda muy adaptada a las exigencias de los nuevos tiempos. Desde aquel momento, un elenco de celebrities y amigas le han acompañado en las primeras filas, lo mismo ha sucedido con lo más granado de la sociedad parisina. Nadie se pierde sus fechas, porque sus shows son una obra de arte inigualable.

En estas casi dos décadas al frente de la casa que lleva su nombre ha mantenido el listón muy alto para que el éxito le persiguiera temporada tras temporada, y es lo que ha hecho.

Una colección más joven que nunca. Parece que Giambattista se hubiera sumado a la tendencia de vestir a chicas jóvenes, prendas más descomplicadas, aunque con su siempre eterno rosa.

Ha jugado a anudarlo, a desnudar los cuerpos y vestirlos por uniones de tul. Los crop tops han estado presentes en diferentes outfits, también las faldas minis, y cuando se alargaban ha troquelado los tejidos para poder seguir mostrando. Unos maxipendientes joya complementaban unos looks con prendas que cobraban todo el protagonismo.

Vestido muy comerciales, ha querido diferenciar con ellos su línea prêt-à-porter de la alta costura y se le ha dado a las mil maravillas. Ha incluido algunas camisetas que sin duda serán un éxito de ventas.

Reminiscencias a la Antigüedad grecorromana, además de en las sandalias, ha sido el hilo conductor de una colección, que, cómo no, ha bailado sobre los tonos pastel con algún leve toque de negro. Las lentejuelas y la pasamanería dorada han aportado brillo a unas noches muy livianas donde el volumen ha reducido el protagonismo en esta ocasión.

Cuando salió de la maison Ungaro y notificó al sector que iba a lanzar su propia marca, nadie imaginaba que se iba a convertir en un imprescindible de las semanas de la moda de París y de las alfombras rojas de la moda.

El romano se formó en Londres en una de las escuelas más reputadas en materia de diseño, la misma de la que salieron colegas como Stella McCartney, Alexander McQueen o John Galliano. En sus inicios fue discípulo de Fendi, hasta que se mudó a la capital francesa, donde demostró de la mano de Ungaro que era merecedor de estar en la ciudad de la Torre Eiffel. Influenciado por el director de cine italiano Federico Fellini, el Nueva York de los años sesenta y el arte, demostró que era merecedor de ser el director creativo de la línea de prêt-à-porter hasta ese momento en el que decidió volar solo.

Desde el principio quiso dejar claro que su sello y su impronta no tenían nada que ver con lo que había hecho hasta el momento. En una entrevista para 'Vogue' declaró: “La mujer Valli se caracteriza por una feminidad distinta a la que interpretábamos en Ungaro, que era más ornamental. En mi colección he querido acercar la grandeza de la alta costura a un estilo más llevable, hacerla más contemporánea y accesible”.

A esta nueva fiesta de la moda le han acompañado algunas de sus fans como Bianca Brandolini y su amiguísima, la neoyorquina y experta en moda Lauren Santodomingo.

La hija pequeña de Carolina de Monaco, Alexandra de Hannover, que no se perdió el desfile de Dior.

O la influencer Olivia Palermo, que se ha trasladado a Europa estos días para la temporada de shows, mientras su marido ha hecho parada en Madrid para acompañar a su amigo Andrés Velencoso en la presentación de su marca.

Hoy ha demostrado, una vez más, que París sigue siendo su hábitat natural. Su taller en Le Marais, cerca del Museo Picasso, ha inspirado una propuesta que no ha dejado indiferente a nadie.