¿Dónde estaban Claudia Schiffer e Ines de la Fressange? Las no presentes en la Met Gala

La alfombra roja de la Met Gala sirve como termómetro social para conocer de verdad quién es quien en la cumbre de la moda, la música y el deporte. Más allá de ser una convocatoria en la que se quiere celebrar la moda y, de manera especial, la exposición que inaugura el Metropolitan Museum, sin olvidarnos de los más de 10 millones de euros que se pueden recaudar para el Costume Institute del museo americano, la gala es un acontecimiento en el que, durante cuatro horas, todos los ojos del mundo escrutan lo que sucede en la escalera del museo neoyorquino. Si Los Ángeles tiene los Oscar, la gran fiesta de Nueva York es esta.

Cada año, dos son los retos que todos nos encontramos a la hora de disfrutar de esta fantasía de telas y patrones. Por una parte, tenemos que descifrar si realmente el invitado o invitada ha acertado con el dress code. Es decir, si ha sabido reinterpretar la temática que se les marca desde la organización, que siempre encabeza Anna Wintour, que se tomó muy en serio el papel de perfecta heredera de Diana Vreeland, la mujer que se inventó todo este acontecimiento para rendir un homenaje a Cristóbal Balenciaga. Este año, el tema era Karl Lagerfeld.

Frente a otras temáticas que resultaron más complicadas conceptualmente, como el camp o la religión, en este caso los que formaban parte de la prestigiosa 'guest list' tiraron de perlas, tweed y blanco y negro para cumplir con el protocolo. Todo ok, si no fuera porque Chanel solo es una parte más de la historia de Lagerfeld, que también trabajó en Patou, Chloé, Balmain y Fendi (en esta última estuvo más tiempo como director creativo que en Chanel). Pero todo aquello fue olvidado, prefiriendo apostar por lo más evidente.

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El otro reto es conocer al cien por cien de los invitados. Algunos son fáciles, como las estrellas de Hollywood (Penélope Cruz, Nicole Kidman, Anne Hathaway…), cantantes como Dua Lipa o modelos como Naomi Campbell o Amber Valletta. Para los más expertos queda el plantel de celebrities americanas conocidas por sus millones de reproducciones en Spotify de estilos como el hiphop o r&b que a los europeos nos quedan algo más lejanos. Y no digamos ya si la fama de la persona en cuestión le viene por su trabajo en la televisión: ahí la cosa se convierte casi en imposible.

El pasado lunes, en esa alfombra, con invitados tan variopintos y tan numerosos donde parecía que casi todos tenían cabida, pese a todo, faltó gente. Y gente muy destacada.

Claudia Schiffer será seguramente el nombre que primero nos aparezca en esa lista de gente que no pasó por allí. Y es normal, ya que ella fue la imagen de Chanel en los 90 y el ojito derecho de Lagerfeld durante prácticamente dos décadas. La vio por primera vez en una portada de 'Vogue' y la convocó al día siguiente en su despacho en la Rue Cambon. 24 horas después, la alemana estaba rumbo a Deauville con el equipo de la casa de la camelia para protagonizar la primera de las muchas de las campañas que realizó para Chanel. Ella, de hecho, fue quien acompañó a Lagerfeld hace años en la Met Gala. Pero, pese haber estado 'calentando' las redes durante varios días, al final no se presentó. El porqué todavía se desconoce.

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N.T.

La otra gran ausencia, si no contamos con la princesa Carolina de Mónaco, que estuvo representada por su hija, Carlota, fue Ines de la Fressange. Claudia fue el Chanel de los 90, pero Ines fue la musa que le acompañó desde su primer desfile en 1983. Ella lució el look clave de aquella primera colección en la que Lagerfeld tomaba las riendas de una maison que vivía sus horas más bajas y, durante años, encarnó la mujer parisina a la que la firma quería vestir. El no verla subir las escaleras del Met causó una verdadera impresión el lunes y tal ha sido la cantidad de preguntas que se le han hecho a De la Fressange que la modelo ha acabado confesando: “Not invited”, publicaba en sus redes sociales. Es decir, nadie invitó a la musa de Karl Lagerfeld a la fiesta donde se conmemoraba su obra.

El problema, vistos los convocados, es que seguramente muchos ni se percataran de esta ausencia, demostrando que, por desgracia, el premio de estar invitado a esta fiesta no es proporcional al conocimiento o pasión que se tenga por la historia de la moda. Quizás después de la exposición (si es que llegaron a verla) entendieron por qué todos echamos en falta a Schiffer y a De la Fressange, los dos iconos que faltaban.