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El triunfo del hombre 'hecho un pincel'
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ANÁLISIS DE MODA

El triunfo del hombre 'hecho un pincel'

Analizamos las causas por las que el estilo masculino ha abandonado la dejadez para abrazar el nuevo cool

Foto: 'Transatlántico'. (Cortesía de Netflix)
'Transatlántico'. (Cortesía de Netflix)

Teniendo en cuenta que la burbuja de las deportivas de firmas de lujo parecía estar destinada a no estallar jamás y que, sin embargo, por fin se está deshinchando (no hay mejor prueba que la ausencia de ningún modelo en el desfile de Balenciaga), ha llegado el momento de asumir algo que desde el éxito de ‘Succession’ llevábamos tiempo advirtiendo: nos hallamos ante el fin de la estética masculina descuidada. Podríamos incluso ver en el triunfo del impoluto Rishi Sunak ante el estéticamente destartalado Boris Johnson una prueba más de que la moda no es ya un lugar para el descuido. De hecho, en la alfombra roja de los Oscar, encargada de dictaminar al comenzar el año cuáles son las tendencias destinadas a ser seguidas, quedó clara la derrota del streetwear en aras de los trajes. Eso sí: la nueva forma de ir elegante e incluso trajeado no requiere necesariamente de la presencia de corbatas, como comprobamos con Pedro Pascal y su traje ligeramente oversize de Ermenegildo Zegna.

placeholder Pedro Pascal. (EFE/Nina Prommer)
Pedro Pascal. (EFE/Nina Prommer)

Lo sabemos: Aarón Piper sigue ocupando el front row de los mejores desfiles de moda masculina e incluso es capaz de hipnotizar tanto a Dua Lipa como a Emily Ratajkowski, pero esa imagen chandalera y de malote chic comienza a perder fuerza frente a looks mucho más depurados en los que los grandes logos ya no tienen sentido. Al parecer, el lujo silencioso no solo se ha hecho con el armario femenino, sino que se ha adentrado también en el de los hombres. Incluso Kim Kardashian, suponemos que no sin escalofríos, aceptó que su ya expareja, Pete Davidson, fuera por las calles vestido como su peor pesadilla estética, pero ahora ese tipo de looks dejan de ser celebrados, mientras que la exquisitez estética de Austin Butler y Michael B. Jordan es aplaudida. Robert Williams, editor de lujo de ‘Business of Fashion’, explicaba a ‘The Guardian’ que Silicon Valley puede haber sido responsable tanto de la estética hiperdescuidada que hasta hace poco estaba triunfado como del revés de esta tendencia: “A medida que la presión en la industria tecnológica ha ido cambiando, lo ha hecho su narrativa, que ha forzado a quienes tienen poder a proyectar cierta seriedad y autoridad de nuevo”.

placeholder 'Transatlántico'. (Cortesía de Netflix)
'Transatlántico'. (Cortesía de Netflix)

Por su parte, Vanessa Friedman también cree que los genios ‘techie’ tenían que cambiar su imagen. “Es un uniforme que manda al mundo mensaje de que no tienen tiempo para preocuparse por lo que llevan puesto, porque están pensando en cosas tan grandes que cambiarán el mundo. Pensamientos que nadie más puede entender porque son muy elevados y son potencialmente revolucionarios. Juegan con nuestra inseguridad general en torno a la ciencia y el mundo tecnológico”, escribe la experta en moda antes de dictaminar que era ya imperativo que cambiaran sus códigos estéticos.

placeholder Mark Zuckerberg. (EFE/Ernesto Arias)
Mark Zuckerberg. (EFE/Ernesto Arias)

Presumir de un estilo descuidado es ahora visto como un gesto prepotente que ya no quiere ser aclamado. Si algo ha demostrado además la alfombra roja es que la moda masculina cuenta con nuevas fórmulas capaces de salirse de los encorsetados cánones, y las marcas de moda están descubriendo un renovado amor por los trajes, que lejos de ser tan clásicos como antaño, están repletos de detalles y de novedades. Llevar traje ha vuelto a ser cool, y no está relacionado con el ámbito de oficina necesariamente.

placeholder Brad Pitt. (Reuters/David Swanson)
Brad Pitt. (Reuters/David Swanson)

Ahora la estética es más cercana a la de una estrella del rock que quiere estar glamurosa en la alfombra roja que a la de uno de los personajes de ‘Mad Men’. Pedro Pascal (somos conscientes de que es la segunda vez que lo nombramos, pero ¿acaso no estamos todos un poquito obsesionados con el actor?) es la mejor prueba de que se puede ser chic sin necesidad de llevar un traje que parece salido de la primera comunión.

Foto: El rey Felipe, en Wimbledon. (EFE/EPA/Neil Hall)

Apuesta por diseños de Acne Studios, Gucci, Prada y Saint Laurent que no temen ni a los colores, ni a las siluetas, ni a los estampados, y son ejemplos perfectos de cómo transgredir los códigos sin morir en el intento. Y qué decir de Brad Pitt, que se ha vuelto un experto en los trajes de lino coloridos que lejos de gritar “papá”, gritan “OMG”. El armario masculino se ha puesto las pilas y al hacerlo, lo ha hecho siguiendo la fórmula más saludable y enérgica: la que apuesta por no tomarse nunca demasiado en serio.

Teniendo en cuenta que la burbuja de las deportivas de firmas de lujo parecía estar destinada a no estallar jamás y que, sin embargo, por fin se está deshinchando (no hay mejor prueba que la ausencia de ningún modelo en el desfile de Balenciaga), ha llegado el momento de asumir algo que desde el éxito de ‘Succession’ llevábamos tiempo advirtiendo: nos hallamos ante el fin de la estética masculina descuidada. Podríamos incluso ver en el triunfo del impoluto Rishi Sunak ante el estéticamente destartalado Boris Johnson una prueba más de que la moda no es ya un lugar para el descuido. De hecho, en la alfombra roja de los Oscar, encargada de dictaminar al comenzar el año cuáles son las tendencias destinadas a ser seguidas, quedó clara la derrota del streetwear en aras de los trajes. Eso sí: la nueva forma de ir elegante e incluso trajeado no requiere necesariamente de la presencia de corbatas, como comprobamos con Pedro Pascal y su traje ligeramente oversize de Ermenegildo Zegna.

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