Creía haberla calado en la cena del día anterior: descubriendo su pasión por la gastronomía y los vinos, cuando hablaba de las cenas que organiza su suegro, expropietario de un conocidísimo restaurante gallego, La Posada del Mar, con el dueño de De Berto, a las que ella siempre, esté donde esté, acude con cámara en mano a dejar constancia de esos homenajes. De cómo cuentan sus amigas que es capaz de abrir una botella de vino con un zapato y una llave, un truco que descubrió en ‘El hormiguero’. Pensaba que a ti te gustaría reconocer a esa mujer que se le llena la boca cuando habla de Santander o de O’Grove, de donde es su marido y socio en aventuras fílmicas.
La producción de una editorial de moda tiene muchas más aristas de las que uno ve cuando admira esas imágenes que el fotógrafo captura con increíbles looks que a todas nos gustaría tener. Hay algunas en las que surgen pequeños inconvenientes y otras en la que la climatología reta al equipo, y es ahí donde todos demostramos quiénes somos.
Marta Hazas (Santander, 1977) es una mujer con las ideas claras, espíritu despierto, activa, pero que además a 40 grados en Ibiza en verano, con una humedad del 70 por ciento, puede sacar una sesión, a pesar de los inconvenientes. Ahí se demuestra el espíritu de esta actriz, que más allá de su simpatía conocida por todos, demostró una dureza, energía y un conocimiento de su cuerpo, rostro y de la cámara que sorprendería a propios y extraños.
“Soy coqueta, me gusta la belleza y la moda. Pero no hay que sufrir”
Pero la mujer que posa en estas imágenes tiene mucho más que defender que esa cercanía que transmite tras la cámara: “Sé que puedo con todo, me he dado cuenta en los últimos tres meses rodando en Bilbao”. Y es que llega a la pitiusa tras acabar el último proyecto del que no nos puede contar. Y por si fuera poco, y no contenta con la interpretación, desde hace un tiempo montó con su media naranja la productora que tantas alegrías les está dado: Medio Limón.
Su primer proyecto en esta aventura fue ‘Pequeñas coincidencias’. En el avión hacia la isla coincide con turistas mexicanos y de Venezuela que la paran y le piden, amablemente, fotos, y le comentan: “Qué buenos ratos nos habéis hecho pasar”. Ahora este proyecto en el que Javier escribe y dirige, y ella produce e interpreta, va viento en popa y les permite “ser más libres, poder elegir, pero también debo confesar que cuando tengo un proyecto en el que solo soy actriz es un descanso”.
Está encantada con todas las facetas de su vida. Y aunque el trabajo es una de sus prioridades, en cada una de sus frases se nota que es una disfrutona. Menciona a sus amigos de forma constante y los planes que hace con ellos, como una mariscada a la que invitó en su casa para que conocieran qué era el marisco gallego de verdad. Ese grupo de amigos del que habla es el conocido como la Junta, que contiene una amalgama de perfiles curiosos como Carolina Herrera, Paula Echevarría, la empresaria venezolana Eliza Arcaya o el escritor Rafa Tarradas, con los que se reúnen a menudo y han forjado una amistad intensa y ecléctica a partes iguales. Lo que se percibe en cada una de sus frases es que, pese a que le apasiona su trabajo, lo hace para vivir y no a la inversa.
Su naturaleza es un poco como su pelo, indomable, pero cuando se tiene que meter en el papel, se alisa y permanece en su sitio hasta que le toca. Mientras el peluquero, que la conoce bien tras muchos proyectos, pone su melena en el sitio para que sus rizos no se rebelen ante la humedad, no deja de hablar de proyectos e ilusiones.
Parte de tu encanto es esa naturalidad de la que haces gala. ¿Qué hace que una actriz caiga bien, como te pasa a ti, o mal?
Habrá para todos los gustos. Seguramente que hay gente que, por lo que sea, le caigas mal o incluso a veces no depende solo de ti, sino también de los personajes, porque igual te das a conocer al gran público por hacer una villana o alguien que no le cae en gracia tu papel y eso se extrapola a la vida real.
¿Con qué personaje de los que has interpretado te quedarías?
Soy muy afortunada en la vida, me han gustado todos y cada uno es como consecuencia del anterior, pero te diría que, sin ser la serie más importante que he hecho, ‘Bandolera’ para mí fue un personaje muy especial porque era una mujer superpotente que montaba a caballo, un personaje de acción… Mi último papel también, porque es la primera vez que me desdoblo y estoy en muchos departamentos produciendo y protagonizando una película. Ha sido muy especial el de María en ‘Amigos hasta la muerte’; es la película que hemos producido con Mauricio Ochmann, un actor mexicano, y con nuestra productora. La verdad que estamos muy orgullosos del resultado, porque además nuestros equipos de producción siempre son un ‘Frankenstein’ de la gente que nos cae muy bien y de gente muy potente de las producciones en las que hemos trabajado. En esta ocasión ha sido con un equipo soñado.
¿Cómo das el paso de ser actriz a meterte en el lío de producir?
Cuando conoces ambos lados de una profesión hace que crezcas mucho más en la tuya y seas una persona también mucho más agradable para trabajar. A lo mejor, si yo no hubiera estudiado periodismo, habría tenido algunos momentos que me hubiera enfadado o fibrilado con ciertas cosas. Además, me encanta la libertad que te da producir tus propias historias y no quedarte en tu casa esperando a que alguien haga ese trabajo por ti. Es maravilloso y que sea solo culpa tuya el éxito o el fracaso me parece magnífico.
‘Culpa tuya’, como la saga que estás grabando… Cargar con la culpa me parece algo complicado, pero ya para rizar el rizo, se te ocurre que lo mejor es hacer los proyectos con tu pareja…
Sí, no tiene por qué ser lo mejor, pero cuando estás casada con alguien que escribe bien y que hace tan bien comedia… Javier tiene un tono que a mí me gusta, una comedia desde la verdad, no me gusta tanto trabajar el sketch, pero cuando hay alguien que da ese tono al humor y escribe personajes femeninos tan potentes, si lo dejara escapar sería una estúpida.
“Venía de la escuela de que para las actrices no importa el físico. Pero no es lo mismo hacer un regalo en un envoltorio bonito que no”.
¿Y cómo lo lleváis?
Estas cosas o son fáciles o son imposibles. Entonces, como nosotros nos conocimos rodando una película, es como que ya sabemos cómo es estar juntos en un entorno de trabajo. Entendemos la profesión de la misma manera y ambos entendemos mucho el trabajo en equipo. Tenemos las funciones muy separadas.
¿Cuál ha sido hasta ahora tu mayor reto profesional?
Cada uno ha tenido algo de reto para mí, sin ninguna duda. El último, haber producido una película de cero, sin ayudas de ningún tipo de ministerio y tener que hacer una venta sin tener una productora grande detrás. Con nuestros socios mexicanos Onírica Films y nosotros con Medio Limón, ha sido el proyecto más ambicioso que he hecho. Dos localizaciones, rodado con exteriores en Galicia, con más de 30 localizaciones, un equipo de más de 80 personas, muy ambiciosa… Es una película que cuando la hemos visto hemos dicho ¡guau! ¿Esto lo hemos hecho nosotros?
¿Qué has descubierto de ti que no sabías?
Que soy incombustible. Yo pensé que era más laxa muchas veces y me doy cuenta de que cuando algo me apasiona, para mí no es trabajo, que es mi forma de vida, pensé que vagueaba más porque al final soy muy disfrutona, muy vividora… No sacrificaría ciertas cosas, pero me he dado cuenta de que cuando me apasiona una historia, soy muy perfeccionista.
Ella se encarga de la producción y él de la dirección. Javier también escribe el guion y se encarga de toda la parte artística. Ella, en cambio, se reconoce una apasionada del mundo de la empresa, le gusta vender cosas ajenas, aunque reconoce que le cuesta más venderse a sí misma. “Eso siempre lo hacen representantes”, matiza. Pero la realidad es que Marta tiene contratos de imagen con varias marcas de belleza y acuerdos con productos de otros sectores en los que nos consta que ha sido a raíz de su relación con las firmas, no porque nadie la haya vendido. Reconoce también que le encanta implicarse en los temas de vestuario. “Es algo que también entiendo más y me implico de una manera más activa”.
¿Qué has aprendido de moda en estos años?
Para mí es algo muy importante, y creo que en España tenemos además diseñadores increíbles y tenemos una industria muy desaprovechada. Desde mi gremio nos hemos puesto las pilas tanto actores como actrices y en la alfombra roja se ha generado algo que retroalimenta al sector. En Hollywood llevan muchos años haciéndolo. Yo me dije a mí misma: “Soy consumidora de ver alfombras rojas en unos Oscar o unos Bafta… ¿Por qué en España tenemos que ir a los Goya en vaqueros? No por vestirte bien y preocuparte por el estilo pareces peor actriz”. Yo venía más de la escuela de que para las buenas actrices no importa tanto el físico. Pero, bueno, es algo que he aprendido, que no es lo mismo hacer un regalo en un envoltorio bonito que en un papel de periódico sucio. Pues en todo es igual, y opino que al final hacer soñar a la gente es también parte de nuestra profesión. Y sobre todo aprovechar que tenemos unos modistos, unos diseñadores increíbles.
¿Qué moda te ha hecho soñar? Hoy estás aquí vestida de la colección Dioriviera de Dior… ¿Recuerdas tu primera conexión con la marca?
Sí, recuerdo mi primer capricho. Acababa de conocer a la directora de Comunicación de la maison aquí en España, me iba a casar y, justo para mi boda, mi madre me quería regalar unos zapatos que fueran cómodos para el baile porque sabe que soy bailonga. Y entonces, en una de las visitas que me hizo a Madrid en una de las pruebas del vestido, vimos unos zapatos Dior con un tacón bajito y que eran ideales como para no tener que cambiarlos para el baile y no llevar el tacón tan alto. Unos zapatos que eran de ensueño para un día muy especial. Y sí que tengo el recuerdo de sentir la firma más cercana y no como algo inaccesible.
¿Cómo definirías tu estilo?
Ecléctico. Me encantaría tener un poco más de criterio, pero la profesión que tengo no me lo permite, porque muchas veces me puede encantar la moda de los años 50, pero si llevo haciendo seis años ‘Velvet’, me canso del estilo. A veces llevo tantos meses vestida igual con una chupa de cuero, imagínate, y un pantalón de motera que no puedo ir así por muy tendencia que sea. Yo misma huyo de eso o he estado años vestida en ‘Gran Hotel’ con cuellito y florecitas, de época… y me cansa. Por eso me dejo aconsejar para ir a veces a una alfombra.
¿Te consideras coqueta?
Sí, soy presumida, pero cómoda. Nunca me permito sufrir por eso. Si algo me hace daño en los pies, paso; prefiero disfrutar. Soy coqueta, me gusta la belleza y la moda. Pero no hay que sufrir.
Pero nos demuestra la dureza de su piel al confesar que cuando puede se somete a un masaje llamado Remodelage en el centro de su amiga Natalia de la Vega, Tacha, en el que le pellizcan y remueven el cuerpo intensamente, y ella reconoce que le apasiona, que hasta se duerme. Ahora entendemos que hoy aguante sin queja el calor, la dureza de las rocas cuando se apoya en las fotos… Reconoce que las cuestiones de maquillaje y peluquería son trabajo para ella: “No llevo pestañas postizas, ni uñas de pega en mi vida real, solo para los papeles”.
¿El trabajo te ha traído buenos amigos? Nos has mencionado a muchos a lo largo de estos días…
Llevo casi 20 años en Madrid y es verdad que en eso sí que tengo un carácter que soy un poco cerrada en ese sentido. No abro mi casa, no te abro mi vida 100% al primero que llega. Poco a poco me voy acercando a la gente, pero de cada proyecto siempre rescato un par de personas que no tienen por qué ser necesariamente del equipo artístico, y de ahí voy haciendo mi familia elegida.
Pese a llevar más de dos décadas en la capital, escuchándote estos días, te he oído mucho dos palabras: Norte y Cantabria. Lo tienes muy presente.
Sí, para mí las raíces son muy importantes y vuelvo todo lo que puedo, pero es verdad que siempre está Santander muy presente y escapadas a casa y con la familia y los amigos de siempre. Y a Galicia, la tierra de mi chico también. Además, en muchas ocasiones pensamos los dos, la suerte que tenemos de ser de sitios tan bonitos, O’Grove y Santander, que son sitios que está genial ir en verano.
Y ahora que llega la época de descanso… ¿Dónde os refugiaréis en verano?
100% Galicia y Santander. Nos gusta viajar, pero con la pandemia, ‘Pequeñas coincidencias’, las producciones y demás no hemos hecho viajes largos en seis años. Hemos hecho más escapadas breves como la que hicimos a Punta Cana. Justo acabamos la película y no teníamos distribuidora, estábamos agobiados con el tema, sabíamos que estábamos seleccionados para el Festival de Málaga y entonces hubo un momento que miré a Javi, que hace tantas cosas a la vez, agobiado, y pensé: “Un viaje será perfecto. Si nos dan malas noticias, con mojito en mano son menos malas, y si son buenas, lo celebramos”. Fueron buenas.
“Javier tiene un tono que a mí me gusta… y escribe personajes femeninos muy potentes”
¿Cómo ves este mundo del cine actual?
La ficción española vive un momento brillante, hay mucha producción que se vende en otros países, exportamos un montón que se consume increíble y funciona muy bien. Esto de que la comedia no viaja ya se ha quedado en una frase obsoleta y es muy obvio que se exporta todo. También es verdad que se está generando una burbuja; como pasó en su día con la inmobiliaria, pasará con el cine. A mí me preocupa hacer mi trabajo bien y tener la suerte de que te lleguen esos personajes que calan en la gente. Porque el factor suerte existe, hay muchos actores que son increíblemente buenos y no acaban de cuajar en proyectos que igual eran muy buenos, pero no han llegado a la gente por lo que sea.
¿Cómo afectan a los actores y actrices las redes sociales?
Mira el ejemplo de ‘Culpa mía’, he crecido 100.000 seguidores en tres semanas. Y lo mío es una broma comparada con Nico y con Gaby, que podían tener 200.000 y ahora tienen 3 millones. No creo que haya que dar la espalda a las nuevas tecnologías, sino que hay que usarlas en tu propio beneficio, sin convertirte en esclavo. A mí me sirve este escaparate que a lo mejor para la película que he producido, si no lo consigo en los medios convencionales, por lo que sea, tengo un altavoz que es personal y tengo las riendas. Yo me llevo mis redes.
Con tanto boom de plataformas y redes, ¿dónde queda el teatro?
Justo en febrero del 2020 terminé en el Centro Dramático Nacional y no hemos vuelto a las salas, pero porque el audiovisual ahora mismo me ha tenido muy ocupada. Pero sí tengo ganas de volver a hacer teatro.
¿Y lo echas de menos?
Los actores de teatro decimos que sobre tablas eres dueño de lo que estás haciendo, porque en el cine yo estoy haciendo algo que siento que está muy bien y de pronto el director no lo ve igual y cortan la toma. En cambio, en el teatro da igual lo que esté pasando, es un disfrute absoluto. El horario es maravilloso. A mí, que no me gusta madrugar… Pero es verdad que ahora mismo el teatro está en un momento también delicado. Después de la pandemia cuesta volver a meter a la gente en las salas.
Reconoce que le encantaría decir que vive al día, pero no: “Yo soy de partida de ajedrez y siempre pienso tres movimientos, no lo puedo remediar y es algo que me gustaría un poco más cambiar de mi carácter”. Aprendió de sus padres a no tomar decisiones importantes por la noche. “Mi abuela por parte de madre siempre decía: ‘Por la noche nunca levantes el teléfono, no hagas esa llamada, ni contestes ese mensaje”. Lleva a gala lo de mañana será otro día y así vive, con un objetivo primordial, dormir tranquila, y en la medida de las posibilidades sin madrugar.